Por Marco Jiménez
El juicio a Genaro García Luna no es más que una demostración del gobierno estadounidense hacia el mundo para demostrar que el gobierno mexicano está corroído hasta las entrañas por el narcotráfico. No busca hacer justicia por las víctimas de la mal llamada “guerra contra el narcotráfico”. Tampoco busca que en este caso el acusado pague por crímenes que supuestamente cometió.
El caso del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán para los estadounidenses fue el juicio del siglo, aunque para los mexicanos el verdadero juicio del siglo es el de García Luna por todas las implicaciones sociales, políticas, económicas y geopolíticas que hay detrás del sexenio de Felipe Calderón y la actualidad en la que vivimos, donde continúa la espiral de la violencia, sobre todo con dos cárteles hegemónicos como son el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Remontándonos en el tiempo, la guerra contra las drogas comenzó desde Richard Nixon en 1972, desde hace más de 50 años el consumo de los estadounidenses se ha incrementado. Pasó de enfocarse y distribuirse en las zonas pobres y marginadas de personas de color, a nuestra actualidad donde las personas blancas se volvieron consumidores y un nicho de mercado, dejando más de 100 mil muertes al año por la droga de moda, el fentanilo.
El vecino del norte suele señalar a los mexicanos y estigmatizarlos por los cárteles, pero esto comenzó desde mediados de los 90, ya que en los años 80, estigmatizaron a los colombianos; ellos eran el país con los cárteles, el país de la cocaína, de Pablo Escobar y del Cártel de Medellín.
Después pasaría a ser el país del Cártel de Cali y del Norte del Valle. Al parecer Estados Unidos terminaría con ellos, aunque en su paso dejó miles de víctimas con el narcoterrorismo, principalmente de Escobar y Los Pepes.
La cruel guerra que libró el gobierno Colombiano contra Pablo Escobar duró casi una década. Realmente Escobar puso de rodillas al Estado colombiano. Asesinó ministros, policías, militares, rivales y candidatos presidenciales; el terror se desató en aquel país; las agencias estadounidenses decían que buscaban a Escobar y no tenían “suerte” de encontrarlo.
Pablo Escobar, por otro lado, entraba a Estados Unidos sin ningún problema y se paseaba tranquilamente por enfrente de la Casa Blanca. Esa era la búsqueda tan intensa que hacían las agencias de inteligencia del país del norte.
Estados Unidos no terminó con los cárteles de Colombia, los administró y se dio cuenta que la mayor ganancia la podían obtener de una gran bodega cerca de ellos, y eso es México.
Con lo aprendido en Colombia, las agencias de inteligencia estadounidense pudieron tener un mayor control en nuestro país, aunque en Colombia dejaron algunas bases militares, no por proteger a los colombianos, sino para proteger dicho territorio con miras a un dominio geopolítico.
La justicia tampoco llegó a dicho país a pesar de la aprehensión de los hermanos Rodríguez Orejuela, los cuales junto con agencias estadounidenses pudieron localizar y matar a Escobar. El dinero de Escobar, según comentó su hijo, fue cobrado por los cárteles como pago por la guerra desatada.
El hijo de Pablo Escobar comentó que pagaron 250 millones de dólares en efectivo y otros 250 millones de dólares en arte, propiedades y demás lujos.
México ahora vive una situación similar a la de Colombia, agravando la situación desde el 2006, dejando miles de víctimas, desaparecidos y desplazados, ya que los cárteles no sólo se enfocaron en la droga, sino también en la minería, maderas preciosas, aguacate, minerales, petróleo, trata de personas y un sinfín de negocios ilícitos que corroen a la sociedad mexicana. Esto no sería posible sin el apoyo del Estado mexicano, que no es el único responsable.
El gobierno estadounidense, para poder justificar la existencia de sus agencias como la CIA y DEA, requiere atrapar a grandes cabezas de carteles mexicanos, como fueron en su momento El Chapo Guzmán, El Rey Zambada, los hermanos Arellano Félix, por poner algunos ejemplos.
Sin embargo, esto no ha detenido el narcotráfico, al contrario, ha ido en aumento al igual que el consumo y el tráfico de armas, del cual el vecino del norte no toma su responsabilidad.
El narcotráfico no existe pasando la frontera sur de Estados Unidos. El “superpolicía” de Felipe Calderón está siendo juzgado en Brooklyn, Nueva York, donde los fiscales decían tener más de un millón de hojas de evidencia, videos y testimonios.
Nada de esto se mostró, a pesar de que varios periodistas han hecho investigaciones e incluso han hablado de videos que han visto con García Luna recibiendo dinero del narcotráfico y hablando de su colusión con la DEA; obviamente Estados Unidos no juzgará a sus agentes ni a sus autoridades que puedan estar involucradas en el trasiego de droga hacia dicho país.
Pero qué pasaría si volteáramos a ver más a ese país. El narcotráfico existe en su frontera sur. Tiene que haber policías que son corrompidos o están involucrados para el paso de la droga a los diferentes estados de la Unión Americana. Tendría que haber colusión local, estatal y federal para que siga el consumo de drogas sin olvidar el tráfico de armas hacia México, lo cual hay colusión local, estatal y fronteriza.
Recordemos que las agencias de Estados Unidos condecoraron a García Luna. Prácticamente ellos crearon a un espía y es inverosímil que nunca hayan notado que estuviera coludido con los cárteles. Si no tienen evidencia, ¿Cuál es el sentido del juicio? Posiblemente esté en que no quieran investigar a sus propios “superpolicías”, que trabajan en agencias como la DEA, FBI, CIA, ATF, e ir más arriba.
Como en México, si Felipe Calderón sabía, ¿Obama no sabía de la colusión de sus agentes o el tráfico de armas? La moneda está en el aire para el veredicto de García Luna. Si es absuelto regresará a México como un héroe para muchos medios y principalmente para los calderonistas.
De lo contrario, hay un “Plan B” para Estados Unidos y nos tiene que poner en alerta, ya que la campaña de los republicanos será nombrar a los cárteles mexicanos como terroristas.
Para muchos suena bien, pero no lo hacen por su bien ni el nuestro. Estados Unidos se dedica a hacer negocios lícitos e ilícitos y, de llegar a una intervención, sería para que ellos administren el negocio de las drogas y, por otro lado, se quedarían con prácticamente nuestros recursos naturales: litio, maderas, minería, petróleo agua.
Eso sí, en nombre de la “libertad y democracia”, las mismas que llevaron a Afganistán, curiosamente el mayor productor de opio. Pero ellos dicen ser “Nosotros los buenos, ustedes los narcos”.