Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell
Norte de Inglaterra. Primera década del siglo 19. Jane Eyre ha quedado huérfana y por ello es enviada a la casa de su tía, la señora Reed, quien, al no querer tenerla a su lado, la inscribe en el internado para niñas Lowood.
Después de graduarse acepta un empleo como institutriz en la mansión Thornfield Hall. Hasta días después de su llegada conoce al señor Rochester, el hombre de la casa y padre de su alumna y es con él con quien entabla una relación que hará que la vida de ambos dé un vuelco.
Jane Eyre es un trabajo de la escritora inglesa Charlotte Brontë, hermana de las no menos célebres Anne y Emily, reconocidas todas por derecho propio.
Este texto es un clásico de la literatura de habla inglesa y en su momento causó revuelo por tener tintes feministas, ya que la protagonista es una chica que a muy temprana edad tiene que enfrentarse sola a la vida y es ella misma, a través
de la narración, quien cuenta su historia y nos muestra su carácter, ese que le permite sobrevivir a condiciones tan adversas y hacerse de su propio camino.
El lector se convierte en un testigo del crecimiento, no sólo físico, sino emocional de Jane, así como el nacimiento de una historia de amor
entre ella y el señor Rochester.
La autora nos presenta un retrato de la Inglaterra de esa época que era, en esencia, un mundo en el que la clase social lo era todo y determinaba el destino de las personas, y en este caso el de Jane, quien al ser una huérfana no cuenta con muchas posibilidades de ascender dentro de la sociedad.
Además de que, por ser mujer, su papel se limita y no puede aspirar a logros personales o profesionales ya que se espera de ella que se dedique al hogar y a la crianza de sus posibles hijos, pero al ser Jane un espíritu libre que se niega a ser aprisionado dentro de un rol, viene el conflicto.
Este texto nos habla de la voluntad para cambiar la senda y así poder transitar el camino que lleve al cumplimiento de los sueños, los deseos de supervisión. Así también, toca el tema de las injusticias por las que tiene que pasar alguien que siempre se encuentra en desventaja, la adversidad y cómo vencerla.
También, la búsqueda por la igualdad entre hombres y mujeres, aun en medio de un ambiente que no se presta para ello; el mantener la integridad a pesar de todo y de todos; la rebeldía que, en circunstancias como estas, resulta ser necesaria para salir avante y ser alguien y, por supuesto, nos habla del amor, ese que se da a fuego lento, que crece y madura sin apasionamientos, pero que es sólido y transforma todo lo que toca, además de que es capaz de soportar tempestades.
Jane Eyre es un libro extenso ya que abarca diez años en la vida de la protagonista, por lo que a veces cuesta mantener la atención, pero la autora incorpora ciertos toques de realismo mágico, lo cual le da un plus y mantiene cierta frescura.
Son muchos los personajes que habitan este universo (la tía y primo de Jane, el personal del internado Lowood, los trabajadores de la casa Thornfield), pero todos ellos contribuyen de una u otra forma a la historia.
Durante la narración hay momentos en los que Jane le habla directamente al lector, estableciendo así una relación entre ambos, lo cual facilita la inmersión en el texto, surgiendo así una complicidad entre ambos donde se festejarán los logros y se llorarán las desgracias de esta heroína adelantada a su tiempo.
Jane Eyre. Charlotte Brontë. 1847. Editorial Alianza editorial.
