La mano de Estados Unidos en la Revolución Mexicana

¿El apoyo de Estados Unidos definitivo para el derrocamiento de Victoriano Huerta?

“Mi padre, al tomar la copa,

Me hablaba de Zapata y de Villa,

Soto y Gama y los Flores Magón.

Y el mantel olía a pólvora”.

Octavio Paz

Por Fernando Leyva Martínez*

Desde sus orígenes como nación, el devenir histórico de México siempre influenciado, sometido y sopesado por el juicio, la fuerza y la política extranjera; a este elemento exógeno se el ha dado ⎯a veces bajo un aspecto subalterno y sumiso y otras heroica y nacionalista⎯, la oportunidad de involucrarse y/o participar en el rumbo del país.

Una de las facetas más importantes para entender el complejo proceso revolucionario está caracterizado por la intervención extranjera en nuestro país. De alguna manera los países más importantes: Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, a partir de 1910 tomaron partido por uno de los bandos revolucionarios, de este modo conforme a sus intereses se prestaba apoyo diplomático, militar o hasta táctico. 

En 1908 el periodista norteamericano James Creelman realizó una entrevista al presidente Porfirio Díaz, en la cual manifestó que el país se encontraba en las mejores condiciones materiales y económicas de su historia, por tanto, México estaba preparado para iniciar la vida democrática. Tales aseveraciones causarían el inicio de la efervescencia política, se formaron clubes políticos y se publicó un libro con respecto al tema electoral. En realidad, Díaz estaba envejeciendo y era necesario un sucesor para dirigir los destinos de México.

1910 fue un año de grandes sobresaltos, se esperaba con ansias las elecciones presidenciales, la campaña del Partido Antirreeleccionista dirigida por Francisco i. Madero recorrió grandes zonas del país, algunas, no habían sido visitadas por autoridades en los largos años de porfiriato. A pesar del apoyo popular que tuvo Madero hubo un fraude electoral y la fórmula del gobierno encabezada por Porfirio Díaz-Ramón Corral fue declarada, a través del Congreso, la ganadora de los comicios de junio.

Otro de los acontecimientos que darían de qué hablar y, serían la culminación de la superficialidad del gobierno porfirista, fue la fastuosa y pomposa celebración del Centenario, la conmemoración de 100 años del grito de Dolores supuso para el gobierno la oportunidad de realizar una gran fiesta y dar entender que México, si no estaba en el primer mundo pronto lo estaría. 

Para tal acontecimiento se planearon infinidad de eventos: corridas de toros, inauguraciones de hospitales, monumentos, edificios en donde se amenizaron con espectáculos populares o elitistas. La consigna era impresionar a los invitados, príncipes, presidentes, generales, almirantes y cuerpo diplomático adscrito en el País. Las legaciones hicieron los cumplidos correspondientes y en suma México parecía a un paso de la modernidad; sin embargo, otro sería el tenor de los acontecimientos.

En vista del fraude electoral y paralelo al boato de las celebraciones del Centenario, Madero convocó por medio del Plan de San Luis, a la revuelta armada, en dicho plan se desconocía el gobierno porfirista y se fijaba el 20 de noviembre como inicio de la lucha, cuando todavía no se reponían de la borrachera de la fiesta, es así que el país se encontraba de nueva cuenta inmerso en una de las periódicas guerras civiles.

Las preguntas que se pueden plantear son: ¿Dónde estaban los analistas de las potencias extranjeras? ¿Qué hicieron los servicios de inteligencia? Las respuestas a las cuestiones son similares. La sorpresa de los diplomáticos en México daba muestra que consideraban que Madero era incapaz de realizar acciones como la emprendida y el asombro fue la capacidad de respuesta al Plan de San Luis y su inobjetable éxito.

Una vez iniciada la lucha armada, los bandos en que originalmente se dividió fueron: maderistas que aglutinaron las realidades disímiles del país, norteños y sureños, orozquistas, villistas y por otro lado zapatistas;  todos ellos en contra del gobierno porfirista.

El octogenario presidente no pensó que tal plan tuviera la fuerza que desató incluso que fuera lo suficientemente fuerte para amenazar la estabilidad del gobierno. No obstante, si lo derrocó y tuvo que salir del país en 1911.

El gobierno maderista

La situación política que vivió el régimen de Madero al arribar a la primera magistratura del país, el 6 de noviembre de 1911, cuyo periodo de gobierno concluiría en 1916, parecía prometer grandes cambios en la estructura del país, sin embargo, no se pudieron implementar un conjunto de reformas rápidamente, por ello en todo el país se volvieron a levantar en armas personajes como Pascual Orozco y Emiliano Zapata, quienes en un primer momento habían apoyado la revolución maderista.

Las condiciones por las cuales atravesaba el gobierno maderista hicieron suponer a muchos de los embajadores acreditados en México, que tal administración no terminaría su periodo de gobierno. Madero enfrentó la inestabilidad política suscitada por el vacío de poder dejado por Porfirio Díaz. Para contrarrestar dicho fenómeno pensó en articular un gabinete mixto, antiguos porfiristas con algunos de sus seguidores. El caso del ejército porfirista fue el fiel reflejo de las medidas políticas del presidente, no fue removido, ni siquiera licenciado como lo hicieron otras revoluciones exitosas de México y América Latina. La orden dada fue desmovilizar algunas divisiones revolucionarias y otras incluirlas bajo la tutela del ejército federal, medida que tuvo severas consecuencias.

Pronto se opondrían los intereses económicos, representados por los embajadores norteamericano, inglés y alemán, cada uno de ellos con instrucciones precisas para velar por la preponderancia ya ganada durante largos años del porfirismo.

La relación entre el gobierno de Madero y de Estados Unidos, con Taft al frente, fueron basadas principalmente, en el libre desenvolvimiento de las empresas petroleras y mineras norteamericanas en México, su importancia estratégica para Estados Unidos y los monopolios norteamericanos para obtener petróleo, plata, zinc, etcétera, que los situaba en posición ventajosa frente a las potencias europeas, para competir por las hegemonías económico-geográficas-políticas.

Se suscitó en la propia embajada norteamericana un altercado entre los generales Félix Díaz y Victoriano Huerta, ambos pretendían la presidencia, una vez eliminado Madero, Díaz tenía más tropas adictas pero la carta de triunfo la poseía Huerta quien tenía en su poder al presidente. 

El embajador norteamericano intervino pidiendo que el presidente fuera Huerta, a cambio que éste nombrara en el gabinete determinadas personas cercanas a Díaz, en lo cual ambos convinieron y el único que ganó fue el presidente norteamericano pues promovió abiertamente el levantamiento.

Es entonces, que los intereses del capital norteamericano y del gobierno de Estados Unidos, representados por Henry Lane, embajador de Estados Unidos en México, comienza a fijarse en el general Victoriano Huerta, respetable militar entre los altos mandos del ejército porfiriano, y que con Madero continuó dirigiendo a las fuerzas militares federales, que fue visto como el más viable personaje que les daría la supremacía y el control de casi toda la inversión, sobre todo en la extracción de los bienes naturales del país, frente a Inglaterra, Francia y Alemania, entre otros países europeos. 

El apoyo y reconocimiento de los gobiernos de Taft y presidente norteamericano a Victoriano Huerta, durante 1913, es para que éste pudiera imponer el orden y la paz en el territorio mexicano, para poder realizar “reformas” políticas que llevaran a elecciones “libres” y poner un presidente que velara por los intereses norteamericanos de las tierras e infraestructura que cubría la explotación de los yacimientos petroleros.

Otro suceso de importancia fue el apoyo alemán a la causa huertista. Las condiciones del gobierno huertista fueron endureciendo la postura norteamericana debido a que no podía detener el avance de las tropas revolucionarias encabezadas por Venustiano Carranza. 

El problema de Huerta -cuando no logró parar la revuelta que se había reiniciado-  consistió en encontrarse falto de reconocimiento por parte del poderoso vecino del norte y sin suministro de armas debido a la prohibición. Entonces Huerta, volteó los ojos a los alemanes quienes pre concibieron un plan militar, cuyo móvil era distraer a los Estados Unidos, por si se daba una guerra europea.

El proceder alemán obedecía a parámetros militares vinculados al expansionismo y a la política interior. Para desestabilizar la región próxima a los norteamericanos, promovieron lazos militares y comerciales con el régimen huertista, a tal grado que compraron armas y fueron transportadas con rumbo a México; asunto que derivó en la intervención militar norteamericana ya que se posesionaron del puerto de Veracruz, con el objeto de evitar el abastecimiento bélico al régimen huertista. Tales maniobras iban encaminadas a derrocar al régimen huertista por considerarlos falto de representatividad y al presidente un ambicioso del poder.

Tanto Madero, como Victoriano Huerta (éste durante el golpe de Estado y su gobierno respectivo), consideraban el aval de Estados Unidos de primera importancia para poder obtener el reconocimiento de que ellos eran los que trataban (como representantes del Estado mexicano) los problemas relacionados con el proceso político y productivo de México.

Al momento que Madero abrió su rango de negociación con los europeos, comenzó a perder la posición, que en principio los norteamericanos le habían otorgado; buscando con ello otros interlocutores, que favorecieran su posición predominante en el proceso de adjudicación de tierras, de explotación de yacimientos de petróleo, extracción de minerales concesiones de las vías ferroviarias y telegráficas, etc. 

En principio, se acercaron con miembros auténticos del viejo orden establecido, tales como Félix Díaz y Bernardo Reyes, incluso buscaron entre los líderes revolucionarios encontrando en Pascual Orozco un posible interlocutor, más al poco tiempo se deja ver el panorama político y militar, como social, que ninguno de ellos tenía un apoyo que sustentara su predominio, y por tal motivo no garantizaban la calma ni la protección requerida por el libre desenvolvimiento de los bienes norteamericanos en el país.

El asesinato de Madero traería consigo una serie de sucesos en los cuales la anarquía se apoderó del ambiente político, cabe destacar que la escisión de políticos que marca el Plan de Guadalupe, y el levantamiento en armas de gran parte de antiguos revolucionarios y la clase política del norte del país, buscando la paz social rota a consecuencia de la Decena Trágica.

En busca de la legalidad

Carranza encabezó el movimiento revolucionario denominado “Constitucionalista”, a pesar del reconocimiento internacional dado a Huerta por parte de países como Alemania, Francia, Bélgica, Italia y otros gobiernos latinoamericanos. Lo cual a simple vista denota la intervención de potencias extranjeras en asuntos mexicanos al plegarse a un gobierno espurio pues se había originado con el golpe militar de la Ciudadela.

Los revolucionarios reconocieron a Venustiano Carranza como el jefe del Ejército Constitucionalista, y luego de obtener importantes victorias sobre el ejército federal, el gobierno norteamericano de Woodrow Wilson comenzó a tener contactos con Carranza. No obstante, el Departamento de Estado estadounidense mantuvo sus vínculos y coqueteo con Francisco Villa y su División del Norte,

De 1914 a 1916 los norteamericanos no podían tener una noción exacta de los acontecimientos en México, en ese año se dio el rompimiento de la unidad revolucionarias, Villa rompe con Carranza y por tanto se disuelve la obtención de la derrota. Los norteamericanos negociaron con Villa, le prometieron reconocerlo a cambio de beneficios comerciales, pese a que el Centauro del Norte, era visto por la opinión pública norteamericana como revolucionario de alta peligrosidad. En cambio, Carranza a los ojos de algunos sectores norteamericanos, aparece como el hombre que hacer valer las leyes y establece conforme a derecho sus acciones políticas y militares. Pero para los intereses políticos norteamericanos es necesario para el año de 1914 que ninguna de las facciones revolucionarias triunfe de manera rápida, 

La perspectiva norteamericana se aboca a debilitarlos para entrar a negociar ventajosamente, esto no sucede así, en ese año los carrancistas dominan solamente en estado de Veracruz y algunas otras partes del Golfo de México, están en desventaja y los norteamericanos deciden retirarse del Puerto de Veracruz y apoyar a Carranza para que no triunfe la causa popular de la Convención.

Los norteamericanos convocaron a una junta de países (ABC) en donde asistieron las legaciones carrancista y villista, en tales conferencias los norteamericanos deciden apoyar a Carranza, por considerar su proceder revolucionario menos peligroso para los intereses comerciales, lo cual originó la decaída de los movimientos revolucionarios de corte popular.

En 1914, las relaciones entre los gobiernos de Victoriano Huerta y Woodrow Wilson llegaron a un punto crítico. Todas las medidas de los norteamericanos para obligar a Huerta a renunciar y convocar elecciones habían resultado inútiles, aunque en la realidad temían por las relaciones cercanas que mantenía con los países de Inglaterra y Alemania. 

La guerra civil mexicana fue, según lo manifestó el gobierno de Estados Unidos, un factor de peligro a la estabilidad interna de su país y el pretexto para justificar la invasión a los puertos de Veracruz y Tampico. Berta Ulloa, describe los móviles de la invasión: uno de los más importantes fue bloquear al gobierno huertista, con el fin de que no recibieran abastecimientos de armas.

Carranza, reaccionó patrióticamente a la invasión de los puertos del Golfo y reclamó enérgicamente a los Estados Unidos la violación a la soberanía nacional del un país como México, que se encontraba en plena lucha social por recuperar la legitimidad y legalidad, y que la invasión no era un acto contra el gobierno usurpador de Huerta, sino un atentado contra el pueblo mexicano, actitud que los norteamericanos consideraron hostil por parte de los constitucionalistas .

Carranza aprovechó la coyuntura diplomática en contra de Huerta, para proponer una alianza con el Gobierno yanqui y consolidar su posición política como jefe constitucionalista de la nación. A pesar de su negativa rotunda a reconocer el supuesto derecho norteamericano y de cualquier otra nación de intervenir en los asuntos internos de México, sin importar los motivos o pretextos que se utilizaran, su acercamiento a los norteamericanos fue provechoso. La alianza fue una acertada estrategia para que Estados Unidos reconociera al gobierno constitucionalista y retirara sus tropas de los puertos ocupados.

Ultimas consideraciones

Es de destacar la confianza y el apoyo de los norteamericanos a la facción de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón, a quienes consideraron los más aptos para defender los intereses de Estados Unidos, por encima de los líderes sociales de la revolución como Emiliano Zapata o Francisco Villa. 

Sin duda alguna, los informes de los agentes que tenía en nuestro país fueron determinantes, como el del comandante Pershing, quien repetidamente achacaba a Villa y a sus jefes subordinados de la División del Norte, los adjetivos de “diabólicos”, “ambiciosos”, “irresponsables” y “asesinos”, esto a partir de la radicalización del Centauro del Norte

En la Convención de Aguascalientes, la alianza de Villa con Eulalio Gutiérrez, entre otras, generaron intensa hostilidad por parte de las autoridades y consorcios monopólicos estadounidenses. Gutiérrez era mal visto por haber encabezado ataques y guerrillas sobre minas, propiedad de norteamericanos, y luego, en octubre de 1914, había amenazado con nacionalizar las propiedades extranjeras. 

La administración del vecino del norte consideraba al tercer elemento del Triunvirato convencionalista, es decir a los zapatistas, como la amenaza definitiva, no sólo para los intereses norteamericanos, sino incluso para la propia civilización. Los norteamericanos prefirieron tener un mayor acercamiento y reconocimiento al gobierno encabezado por Carranza y los constitucionalistas moderados de Sonora, quienes tenían nexos con banqueros y empresarios norteamericanos.

Finalmente, cabe resaltar la importancia de las relaciones diplomáticas entre México y los Estados Unidos caracterizadas por varios factores: posición estratégica geográfica, económica y comercial, que ambas naciones se han fincado a lo largo de su historia, más en el periodo que abarca de 1910 a 1920, el cual sentó las bases para las relaciones entre ambos países.

 Por un lado, poseer tierras con grandes yacimientos de petróleo, minerales y condiciones para que se desarrollen y expandan los capitales extranjeros en los ramos de la industria, tanto pesada como de servicios, tales como los ferrocarriles, telecomunicaciones, como el telégrafo y el teléfono, portuaria, eléctrica, etcétera, y por el otro, el de obtener como oligarquía gobernante y tenedora del capital nacional, el reconocimiento táctico de Estados Unidos para ser los interlocutores y beneficiarios del desarrollo industrial previsto para el país dentro de sus condiciones de élite de poder.

Fuentes

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*Facultad de Filosofía y Letras, UNAM 

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