El “profe” Becerra y ¿la izquierda que no volverá?

Por Mónica Loya Ramírez

Chihuahua, Chih.– 24 de octubre de 2014. “¿Por dónde atacar a una persona que anda en niveles muy distintos a los de la terrenalidad de la curul o del puesto público?”, se pregunta Antonio Becerra Gaytán cuando evoca los mejores años del Partido Comunista Mexicano (PCM)

 

Estamos en su casa, ubicada en la Colonia Linss, en la capital de Chihuahua, muy cerca del Cuartel Militar. Aquí ha vivido desde hace más de cincuenta años, aquí nacieron sus siete hijos. Es una casa modesta en una colonia de clase media.

 

Antonio Becerra Gaytán fue dirigente del PCM en Chihuahua desde 1964 hasta 1980. Luego, al desaparecer el partido de la hoz y el martillo, fue presidente estatal y miembro de la dirección nacional de los partidos Socialista Unificado de México (PSUM), Mexicano Socialista (PMS) y de la Revolución Democrática (PRD).

 

Para él, pertenecer a los órganos de dirección era un orgullo: “Todo lo que procedía del Comité Central o se hacía a su nombre era como la fórmula mágica que abría las puertas. Me gustaba, me halagaba. Nunca falté a las reuniones del Comité Central, salvo cuando estuve fuera del país”.

 

Es un hombre canoso, alto, bien parecido, con una sonrisa franca y abierta. Sorbe un poco de café y habla sobre el idealismo de sus tiempos de dirigente del PCM: “Eso produjo personajes del estilo de Valentín Campa y de Othón Salazar, que se convirtieron en mercancía sin precio, imposibles de comprar por parte del gobierno. No eran pervertibles. ¿Por dónde atacar a una persona que anda en niveles muy distintos a los de la terrenalidad de la curul o del puesto público?”.

 

Apesadumbrado remata: “Años después las cosas serían diferentes y la gente entraría al partido por el interés de ser postulado y la tarea de formar conciencia no aparecería como una preocupación de la militancia, ni mucho menos como esencia de ella”.

 

El “Profe Becerra”, como lo llaman la mayoría de quienes lo conocen, empezó a destacar desde muy joven en sociedades de alumnos y organizaciones gremiales hasta que terminó afiliándose al PCM: “Yo tenía tendencia a la defensa de los débiles, de los desposeídos y me metí a un partido donde ese era el mero mole”. Como quien dice: “Era risueño y el hacían cosquillas”.

 

Confiesa que “descubrió el mundo” cuando estuvo en un curso de formación de cuadros en la Ciudad de México. Era una escuela clandestina. Ahí conoció a Raúl Ramos –Uno de los fundadores de la Liga Comunista 23 de septiembre— y a Lucio Cabañas, a quien dice haber tenido el honor de desarmar.

 

“Yo era el responsable del grupo y me di cuenta de que Lucio estaba armado en las clases, lo cual no estaba permitido. Él argumentaba: “Es que los cafetaleros ya me traen”. Yo le respondía: “Pues sí, pero aquí no hay cafetaleros, entonces entrando me dejas tu pistola y saliendo te la entrego”.

 

Narra que en el aprendizaje del marxismo experimentó la sensación  de la lucidez.

 

En ese tiempo, añade, “envíe a mi familia una carta, que después releí, donde les digo: ‘Siento como si hubiera estado loco, enajenado y al estudiar marxismo se me revelara la verdadera realidad’. Así de violento fue el choque que se dio dentro de mí entre la filosofía oficial y la formación clasista del marxismo”.

 

Becerra Gaytán ingresó al Partido Comunista Mexicano desde 1961, prácticamente entrando a la Normal Superior. Eran tiempos de revolución: Fidel Castro había entrado triunfante a la Habana poco antes. En México había un movimiento de Liberación Nacional y se hablaba de un movimiento por la Paz Mundial. Al poco tiempo estalló la guerra de Vietnam. Cuba derrotó a Estados Unidos en Playa Girón y se declaró socialista.

 

Un acontecimiento estremeció la vida del “Profe Becerra” y de la sociedad chihuahuense. Eran las cinco de la tarde del jueves 2 de octubre de 1969 cuando fue interceptado por dos sujetos vestidos de civiles, quienes le pidieron que se identificara. Él les pidió lo mismo y la respuesta fue un golpe seco en el hígado que lo  dobló al punto de perder el equilibrio.

 

Su desaparición desencadenó una de las mayores protestas que se han dado en el estado de Chihuahua. Participaron estudiantes de diversas escuelas, sindicatos de maestros, organizaciones religiosas, colonos, militantes del PCM y hasta el Partido Acción Nacional (PAN) publicó un desplegado.

 

La presión ciudadana fue tan fuerte que hizo que regresaran al “Profe Becerra”. Relata que después de ocho días de secuestro le entregaron su ropa, le pidieron que se vistiera y lo vendaron para llevarlo a las oficinas de la Procuraduría General de la República (PGR).

 

Luego fue esposado y llevado al aeropuerto de la Ciudad de México para ser trasladado a Chihuahua, donde fue recibido por el procurador de justicia de estado, Quezada Fornelli, quien lo trasladó hasta la comandancia de la policía municipal.

 

Ahí se elaboró el reporte en el cual se asentaba que: “No se encontraron  elementos para su detención por delitos federales”.

 

El “Profe Becerra” afirma con un dejo de tristeza: “Después me liberaron. Interpusimos una denuncia contra todas las policías pero ellas contestaron que no me habían detenido, que no eran responsables. Nunca lo aceptaron. Pero yo estuve en el Campo Militar Número Uno. De eso no hay duda”.

 

Al cuestionársele sobre sus fracasos políticos se le nubla la vista. Bebe un poco más de café y esta vez enciende un cigarro.

“En el caso de la Pepsi Cola hicimos un movimiento muy grande de resistencia, en unidad con los cristianos, la democracia cristiana”, relata.

 

Y añade: “Le dimos un golpe muy fuerte a la empresa. Tardaron casi 30 años en recuperarse, pero nos costó caro. El error fue que no quisimos negociar. Nunca fuimos buenos negociadores. Estaba de por medio el temor a traicionar los principios del movimiento. Hasta la fecha esa es una de las cadenas de la izquierda.

 

“Entonces llevamos el conflicto hasta los tribunales, metimos los papeles y el tiempo fue pasando. Los trabajadores no pudieron sostener la huelga y después de unos meses los mismos militantes del PC tuvimos que conseguirles otros trabajos.

 

“El gobierno municipal estaba tendiendo líneas para introducir el agua y el drenaje y ahí ocupó a los trabajadores despedidos de la Pepsi Cola. Me daba lástima verlos, bajo el sol quemante de julio y agosto, abriendo zanjas. Dos años después llegó el laudo de los tribunales favorable a los trabajadores. Pero ya no había trabajadores. Se cumplió aquello de: ‘En materia de trabajo si la justicia no es expedita, no es justicia’”.

 

Antonio Becerra Gaytan fue diputado en la primera fracción del PCM en la Cámara de Diputados, de 1979 a 1982, junto a personajes como Aroldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Gilberto Rincón Gallardo, así como el primer diputado local del PRD en Chihuahua.

 

Durante su primera experiencia como diputado del PCM, el “Profe Becerra” cobró sólo como “profesional” del partido, pues la mayor parte de la famosa dieta fue aportada al instituto político, cumpliendo un acuerdo del Comité Central. Esos tiempos no volverán.

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