Texto y fotos: Fabiola Garduño Rivera
Hacia finales del siglo XX, la antropóloga y activista mexicana Marcela Lagarde llevó a su cotidiano la palabra Sororidad y popularizó su uso en el léxico español como parte de la lucha feminista:
“Encontré este concepto y me apropié de él, lo ví en francés, ‘sororité’ y en inglés, ‘sisterhood’”. Y lo describe como “una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo”.
Para Lagarde este vocablo tiene la connotación de complcidad, y la adoptó como una propuesta política que invita al trabajo conjunto y solidario de las mujeres en la lucha en pro del reconocimiento y respeto de nuestros derechos. Se ha vuelto palabra honorífica dentro de la lucha feminista en la actualidad. Y es gracias al movimiento, a esta Sororidad que después de varios años de campaña, lograron que en 2018 la Academia incluyera este lema en los diccionarios.
La palabra Sororidad se define como hermandad exclusivamente entre mujeres. Es un neologismo proveniente del inglés sorority con antecedentes del latin mediaval sororitas y del latín soror, que significa hermana carnal. Incluye tres acepciones. Prioriza la relación de amistad y afecto entre mujeres, continúa mencionando la lucha feminista, y finalmente menciona a un grupo estudiantil estadounidense. Luego entonces Sororidad se desdobla partiendo de la empatía y el cariño entre mujeres; el reconocimiento de igualdad, la solidaridad e interés en busca del bien común y, la comunidad. Esto un siglo después, pero en la segunda década del siglo XX ya alguien echaba de menos una palabra que se refiriera exclusivamente a la hermandad entre mujeres.

En 1921 el escritor y filósofo, Miguel de Unamuno escribió en el prólogo de su novela La tía Tula, y posteriormente en un artículo para la revista Caras y Caretas titulado “Sororidad. Angeles y abejas” las que serían, quizás, las primeras reflexiones al respecto:
(…) “Y Antígona queda como el eterno modelo de la piedad fraternal y del anarquismo femenino.
¿Fraternal? No: habría que inventar otra palabra que no hay en castellano. Fraternal y fraternidad vienen de frater, hermano, y Antígona era soror, hermana. Y convendría acaso hablar de sororidad y de sororal, de hermandad femenina”.
Se nos dirá que la sororidad equivaldría a la fraternidad, más no lo creemos así”.
En 2018 durante manifestaciones feministas en Francia, las mujeres se apropiaron del lema de la República Francesa “Igualdad, fraternidad, libertad” y agregaron sororité.
Si bien el vocablo francésya era utilizado en el siglo XVI, su uso se limitaba a comunidades de mujeres religiosas, algo parecido sucedía con sisterhood que menciona a hermandades de caridad. Se puede decir que es a partir de la década de 1970 que ambos vocablos renacen y toman fuerza como un concepto intrínseco en la defensa de los derechos de las mujeres.

Casi cien años después del primer planteamiento público en torno a la necesidad de marcar la diferencia entre hermandad, fraternidad y sororidad, las mujeres hispanoparlantes regalan a este incipiente siglo una nueva entrada en los diccionarios en español, y no solo eso, sino que aportan una acepción referente al movimiento feminista.
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