El retrato de Dorian Gray: la belleza acaba

Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell

Inglaterra. Época Victoriana. Basil Hallward pinta un cuadro y usa como modelo a Dorian Gray, con quien ya ha entablado una amistad y por lo mismo desea inmortalizar la belleza de su amigo. 

Justo en ese momento hace su aparición Lord Henry Wotton, amigo de Basil, quien sembrará en Dorian un conocimiento que cambiará su vida y no precisamente para bien.

El retrato de Dorian Gray es ya un clásico de la literatura y es la única novela que escribió Oscar Wilde, el renombrado escritor, poeta y dramaturgo irlandés. 

Esta denominación no es para menos, ya que su trama toca temáticas universales y atemporales por lo que es comprensible que fuera controversial y muy mal visto en su época. 

En esencia, es una mezcla entre realidad y fantasía (lo que la hace casi imposible de clasificar en un solo género), ya que gran parte de la historia gira en torno a la pintura que Basil hace de Dorian y cómo es que se va convirtiendo en un reflejo de su personalidad oculta.

Todo ello acompañado de una fuerte carga de filosofía y teorías propias de las corrientes de pensamiento de la Inglaterra de mediados y finales del siglo 19.

En medio de extensas descripciones de eventos sociales tales como cenas, fiestas y demás escenas de la vida en ese círculo, Oscar Wilde nos presenta a un grupo de personajes que, aunque puedan parecer que son demasiados, son necesarios, ya que forman parte de este universo donde todo parece girar alrededor de la belleza de Dorian.

Y es que Dorian es la que le atrae tanto lo bueno como lo malo; esto es, le atrae mujeres como su prometida Sybil Vine, quien lo ama de verdad, pero también hace que se acerquen a él personas como Lord Henry Wotton, quien determina gran parte de la historia al convertirse en una influencia muy poderosa para el protagonista.

Lo anterior provoca que entre en contacto con las más bajas pasiones en las que puede caer un ser humano. 

También se habla de la juventud como uno de los valores más preciados por el hombre, por lo que la combinación de esta con la belleza física se convierte en el ideal perseguido por Dorian, además de su continua búsqueda por lograr el placer. 

Es así como este texto viene con una fuerte carga de crítica hacia la sociedad para la que el éxito se basa únicamente en la apariencia física y la juventud sin importar que para lograrlo o prolongarlo, el ser humano incurra en excesos o conductas superficiales, frívolas y hasta inmorales, por lo que ser joven y bello termina convirtiéndose en una maldición. 

Sobra decir que, en este sentido, el autor se adelanta a su tiempo ya que, en este siglo 21, la vanidad y la obsesión por la belleza y el éxito son el pan nuestro de cada día, potencializado aún más por el fenómeno de las redes sociales, las cuales se han convertido en el escaparate para mostrar, además de esto, las miserias del ser humano.

El retrato de Dorian Grey no es un libro largo, por lo que se puede leer cómodamente aunque, eso sí, llega a tener algunas partes lentas pero, al avanzar la trama, toma un ritmo que no se cae hasta llegar a su desenlace por lo que permite ver, de principio a fin, la evolución del protagonista que es prácticamente una transformación total. 

Hay personajes con los que es más fácil simpatizar, pero todos dejan una impresión fuerte en el lector. Queda de manifiesto la calidad como narrador que poseía Oscar Wilde al usar un lenguaje delicado y exquisito para contarnos el auge y descenso de un hombre cuyo único pecado es haber sido hermoso.

El retrato de Dorian Gray. Oscar Wilde. 1890. Editorial Austral.

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