La mujer que hechizó Avándaro

Por Fernanda Ramos Pintle

 

Se le vio caminar entre la multitud. Vestía con una blusa blanca, pantalones azules, el cabello largo y color castaño claro. Sus pasos eran con movimiento. Ella caminaba y bailaba al mismo tiempo. Con determinación subió  a uno de los camiones de Telesistema Mexicano. En segundos, se desvistió.

 

Miles la observaron, era el alma del festival. Ella estaba parada, con los reflectores sobre su desnudo cuerpo. No paró y siguió bailando para “alivianar a todos.”

 

Muchos jóvenes se encontraban acampando. Era sábado 11 de septiembre de 1971. Nadie quiso dormir, todos seguían caminando entre la multitud y el bosque. El ambiente era pacífico.  “Amor y paz” era el nuevo saludo para todos los asistentes.  Avándaro, Valle de Bravo, Estado de México era el refugio para la juventud que detestaba el sistema y quería librarse de la represión de la época.

 

En los años anteriores el gobierno se encargaba de reprender cualquier aglomeración de jóvenes. El temor era hacía la juventud que podría alzarse contra el poder.

 

Avándaro fue el lugar donde más de uno se liberó de cualquier opresión social. El rock mexicano sonaba y la multitud lo sentía en cada poro de la piel.

 

La seguridad estaba presente, sin embargo varios decían que incluso los soldados repartían churros a quien se los pidiera. Todos vagaban con sus cabelleras largas. Banderas con el símbolo de amor y paz ondeaban. El olor de marihuana estaba presente y la buena vibra fluía.

 

Foto: http://polemon.mx/
Foto: http://polemon.mx/

 

Al atardecer, los Dug’s Dug’s abrieron lo que posteriormente llamaron el Woodstock Mexicano. La multitud alzaba las manos, sonreían, pasaban el tequila de mano en mano y uno que otro estupefaciente.  Nada importaba más que vivir ese momento. Y eso era disfrutar, ya sea bajo la influencia del alcohol o de un somnífero pero ahí todos eran hermanos y hermanas del mismo sentimiento.

 

Después llegó Epílogo con su sonido estridente. Todos enloquecieron y la vi a un costado, tenía una botella de Brandy en las manos y bailaba como si fuera el último día de nuestras vidas, o como si nada más importara.

 

Los hombres observaban esa playera blanca masculina que permitía ver sus pechos de adolescente.  Caminó  y rompía con la formación de la gente. Todos abrían el paso y alguien aprovechó para pasarle un tequila. Le dio un sorbo y siguió.

 

La libertad que transmitía con cada movimiento era inevitable. Se podía ver que la influencia de los alucinógenos  estaban en ella, pero eso no quitaba que todos la viéramos a su paso.  Su cabello largo color castaño le llegaba casi a esa cintura, que después exhibiría sin pudor alguno.

División del Norte subió al escenario, ya estaba oscuro.

 

Ella era como un imán para todas las miradas. Era imposible dejar de verla. Sus movimientos capturaban todo. Movía las caderas, la cintura, sus manos. Los ojos siempre los mantenía cerrados como si su mente no estuviese ahí.

 

Subió a un camión de Telesistema Mexicano. Era la única mujer entre todos los hombres que se encontraban arriba. Le veían los pechos y las caderas. Alma abrió los ojos y dijo que se alivianaran.

 

Regresé la mirada al escenario y, minutos después me vi forzada a contemplar a aquella muchacha. Los miles de asistentes parecían palomillas atraídas a una luz. Esa luz era ella. Los reflectores la iluminaron y Divisón del Norte no importó más.

 

Se quitó la playera y sus pechos redondos cautivaron a más de uno. Bajó sus pantalones azul eléctrico y su tanga color rojo estuvo expuesta. La testosterona masculina parecía estar alerta y varios tuvieron que ocultar una erección.

 

Ella seguía bailando y desvistiéndose, todo de forma no sensual pero sí liberal. Quedó completamente desnuda. Todos seguíamos como atraídos a un canto de sirena y ella lo hacía perfecto. Nadie pudo huir de ese cántico baile.

 Al día siguiente todos los periódicos la satanizaron, El Alarma calificó al festival como una orgía y una degeneración de la sociedad, teniendo como ilustración a Alma Rosa Gómez López, mejor conocida como “La encuerada de Avándaro”  “La avandarito” o “La encuerada” .

Meses más tarde, el periodista José Luis Benítez le hizo una entrevista y supimos que era de una familia mocha y acomodada de Monterrey. Sus padres igual la satanizaron, “era diferente a sus hermanos”.  La primera vez que probó la mota fue en Chicago en 1969 y después del festival se quedó un mes en la capital.

 

Alma, en una noche,  se convirtió en una femme fatale.  Muchos rumores crearon un personaje. Todos susurraban que el gobierno se la había llevado, que sus padres tuvieron que venir por ella e incluso que jamás se le volvió a ver.

 

Lo cierto es que “Avandarito” vivió el momento y se liberó de todo,  tanto mental como físicamente. Ella fue el alma de todos y fue la luz, a los que muchos, nos sentimos atraídos. Esa libertad que emanaba era la que necesitaba la juventud y la que ya no volvimos a sentir. 

(Ejercicio de momento histórico)

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