Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell
Gustav von Aschenbach es un escritor en medio de un bloqueo y para salir de él hace un viaje a Venecia. Al llegar a su hotel, descubre entre la multitud a un jovencito llamado Tadzio, el cual le genera una profunda curiosidad, además de desencadenar reacciones diversas pero, a la vez, profundas huellas en su interior que lo moverán como jamás lo imaginó.
La muerte en Venecia es uno de los trabajos más conocidos del escritor alemán y Premio Nobel de Literatura Thomas Mann, y que es una novela corta, pero no por ello menos intensa, ya que el narrador nos lleva al fondo de las emociones y pensamientos del protagonista, cuyo mundo interior se ve revolucionado al momento de conocer a un adolescente que, como él, se encuentra
vacacionando en un lujoso hotel en Venecia.
A través de la voz de una tercera persona se nos presenta al personaje principal que es, básicamente, un escritor en decadencia que está en busca de inspiración, pero también de sus ganas de vivir, esas que son necesarias no sólo para su
profesión sino, para absolutamente todo, además de tener que lidiar con el peso de la edad y el respectivo cansancio que acompaña a esta etapa.
A través de Aschenbach, el autor nos retrata lo que sucede cuando vivir nos pesa en demasía y no hay ya motivos para seguir adelante y, por ende, vamos en búsqueda de algo que nos sacuda y nos traiga, aunque sea una probadita, de lo bello que ofrece la vida.
Y es ahí cuando los caminos de este hombre ya mayor y un joven se encuentran, generando en el primero una fascinación que lo sobrepasa, ya que en él ve todo lo que le hace falta y más, y comienza esta “relación” entre dos seres que son tan distintos uno del otro, pero que juegan a admirarse y dejarse admirar.
Aschenbach va tras del rastro de Tadzio como persiguiendo esa belleza casi etérea, teniendo como locación Venecia, esa ciudad tan hermosa como decadente que se convierte en el epicentro de una epidemia de cólera.
Este texto nos habla del amor que, en este caso, es prohibido por varias razones, del deseo, de la idealización, de la necesidad de aferrarse a algo o alguien cuando ya no nos queda nada, así como de cambiar de escenarios o de acabar con la rutina.
También, de los sentimientos que crecen a la distancia, con la posibilidad latente de jamás concretar algo; de las luchas internas contra aquello que se gesta en nuestro interior y que no hay modo de darle salida, además de hablarnos de la belleza y la felicidad, así como el poder de la atracción que ejerce un ser humano sobre otro y hasta dónde es capaz de llevarlo.
La muerte en Venecia es un texto muy corto pero tremendamente poderoso, ya que hace descripciones muy detalladas de los personajes, tanto en su fisonomía como en su ser interior, así como de los lugares que estos visitan.
Thomas Mann realmente sitúa al lector en Venecia (tanto, que hasta los olores se pueden percibir), por lo que convierte la lectura de esta novela en una
experiencia por demás completa.
El lenguaje es muy rico y muy bello, y eso hace que sea un deleite el leerlo y sabremos en qué consiste una relación platónica llevada al punto de la obsesión, esa que lleva a un ser humano a traspasar sus límites, aunque traiga consigo dicha y placer.
La muerte en Venecia. Thomas Mann. 1912. Editorial Debolsillo.
