El motel del voyeur: qué sabroso es fisgonear

Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell

Estados Unidos. 7 de febrero de 1980. Gay Talese recibe una carta de un hombre llamado Gerald Foos donde le cuenta que es propietario de un motel y que, a través del sistema de ventilación, gusta de espiar a los clientes en sus habitaciones. Es así que Gay Talese viaja hasta Colorado para conocer a este singular personaje y ser receptor de todos los secretos que tiene guardados.

El motel del voyeur es una obra de no ficción del reconocido periodista y escritor norteamericano Gay Talese, fundador junto con Tom Wolfe y Truman Capote de la corriente llamada Nuevo Periodismo, definido por él mismo como: 

“Sin falsificar los hechos, mi enfoque periodístico se acercaría al de la ficción y abundaría en detalles íntimos, descripciones del entorno y diálogos, al mismo tiempo que estaría marcado por una íntima identificación con mis personajes y sus conflictos”. 

Dicho lo cual, toma la anécdota de Gerald Foos y decide contar su historia como dueño del Manor House Hotel: desde la adquisición del inmueble hasta el escudriñamiento de los registros que Gerald tomó de cada uno de sus huéspedes por años y en los que detalla su apariencia física, su aparente profesión, así como los hábitos y preferencias sexuales manifestadas en sus actos, todos ellos descritos de forma por demás detallada.

Como es de esperarse, el tema del voyeurismo es el principal y el lector se adentrará en la mente de Gerald y conocerá el origen de su comportamiento además de cómo tuvo la oportunidad de satisfacer plenamente su hábito y las adecuaciones que hubo que hacer para que su motel se convirtiera en una especie de Disneylandia para él al mismo tiempo que tomaba nota de todo lo que ahí sucedía. 

Y justo la parte de los diarios es de particular interés ya que, al abarcar dos décadas (setenta y ochenta) documentan los comportamientos sexuales del estadounidense promedio, al más puro estilo de aquellas investigaciones realizadas por Alfred Kinsey permitiendo así que Gerald se vea así mismo como una especie de antropólogo a la vez que desarrolla un complejo casi de Dios, esto es, que todo lo ve y todo lo sabe y eso le confiere un poder sobre la gente a la que espía. 

Y es quizá ese ego tan elevado es el que lo hace romper el anonimato y confesarle su historia a Gay Talese, quien utilizando todos los recursos periodísticos que tiene a la mano y buscando siempre la verdad, se apega a los hechos reales citando gran parte de los registros de Gerald para que él sea la voz que cuente su historia, estableciendo así una especie de complicidad entre ambos aún y cuando Gay Talese juzga y opina sobre los actos de su entrevistado, haciendo así un trabajo impecable.

El motel del voyeur es una lectura fascinante que atrapa sí o sí. Aún y cuando las narraciones sexuales tan explícitas ocupan gran parte del texto, el lector también leerá sobre otros personajes por demás interesantes que no escaparon al “espionaje” por parte de Gerald, que aún y cuando es considerado por Gay Talese como un narrador no muy confiable, se abre de capa al hablar de sus deseos satisfechos como voyeur al mismo tiempo que, de forma inconsciente, le lanza esta pregunta al lector: ¿a ti también te gusta mirar?, en estas épocas de tan poca privacidad, ¿somos mirones en potencia?

El motel del voyeur. Gay Talese. 2017. Editorial Alfaguara.

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