Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell
Inglaterra. Principios de la década de los sesenta. Frederick Clegg es un empleado del gobierno que en sus ratos libres colecciona mariposas y además vive un enamoramiento platónico con una estudiante de arte llamada Miranda Grey.
Un día, después de seguirla por cierto tiempo, decide secuestrarla y llevarla a vivir con él a una casa en la campiña, todo ello con la esperanza de que ella se enamore de él. Pero Miranda no se la pondrá tan fácil y será un hueso muy duro de roer.
El coleccionista es un trabajo del escritor inglés John Fowles, así como su debut en el mundo de las letras y es, a grandes rasgos, el retrato de una obsesión llevada al extremo que podría ser considerada como un thriller psicológico.
Este texto es de carácter epistolar y es narrado a dos voces. La primera y la tercera parte son contadas por Frederick y la parte intermedia por Miranda,
quien escribe cartas desde su cautiverio, lo cual nos ayuda a conocer las entrañas de los personajes, así como sus deseos y motivaciones.
El autor nos presenta a su protagonista desde que es un empleado hasta que por un golpe de suerte se gana un premio de la lotería y tiene los medios para comprarse una propiedad en el campo, que es a donde lleva a Miranda a vivir y
donde tiene oportunidad de entablar un trato con ella.
Frederick se ha enamorado de esa mujer con sólo verla desde lejos, sin jamás animarse a tener un acercamiento con ella por sentirse en desventaja, por lo que además la colma de regalos y atenciones y trata de hacerla sentir cómoda con la única condición de que no intente escapar.
Aun y cuando el tema obvio a tratar en este libro es la obsesión, el autor va más allá y nos plantea las realidades tan distintas de estos dos seres: él es tímido y apocado, cuyas motivaciones no son tan sexuales, y ella es una mujer de mundo, inteligente.
Además, sus diferencias sociales también influyen, puesto que Miranda es culta e intelectual, mientras que Frederick es tan solo un empleado venido a más que no tuvo las mismas oportunidades de vida que ella.
La convivencia forzada entre ellos, la cual es buscada por Frederick en aras de conseguir el amor de Miranda, devela un juego del gato y el ratón, en el que el lector simpatizará con Miranda por ser la víctima, pero también con Frederick al ver que, aun y cuando su fijación es muy fuerte, al final de cuentas es un hombre enamorado de una mujer fuera de su alcance que le recuerda que no son iguales.
Por ello es interesante ver que las cosas no suelen ser como parecen, ya que tanto los personajes como el mismo lector se darán cuenta que lo que esperaban de los personajes y lo que realmente son no tienen nada que ver, porque ni él es un maldito, ni ella una sumisa.
El coleccionista es una novela cargada de intriga y tensión, por lo que el lector se involucrará de inmediato.
La parte narrada por Miranda peca de ser redundante debido a que los mismos
pensamientos dan vuelta en su cabeza todo el tiempo; en cambio, Frederick se justifica ante nosotros por tener que privar de la libertad al objeto de su afecto y nos deja ver que, dentro de lo reprobable que puedan ser sus acciones, sus intenciones no son tan malas.
Y es así como al final John Fowles nos enseña que hay seres que lo único que desean es amar y ser amados, pero que hacer lo incorrecto por las razones correctas no siempre nos llevará a buen puerto, por aquello de que a fuerza, ni los zapatos entran.
El coleccionista. John Fowles. 1963. Editorial Sexto Piso.
