Día 47: La Santa Cruz que no fue por la letal plaga

Por Rivelino Rueda

Son tantos los rumores

y son los albañiles

gente tan poco importante,

tan mitoteros,

que no se le puede dar importancia

a lo que hacen o dicen

a menos de lo que hacen o dicen

tenga que ver directamente

con su trabajo.

Vicente Leñero/Los albañiles

Esta vez, los cohetones se escucharon lejos, lejos. Parecía más bien cualquier fiesta patronal de barrio que Día de la Santa Cruz. No hubo celebración descomunal ni demencial ingesta de alcohol. Ni siquiera la tradicional cruz de flores en el dintel central de cada obra de construcción.

Los “maestros” se guardaron en esta ocasión. “¡Esto está de la verga! ¡Pa’ qué exponerse uno a lo pendejo!” Damián regresa de la tiendita de abarrotes con tres refrescos de dos litros. Uno de aguas negras, otro amarillo chillón y uno más rojo sangre. Víctor carga las tortillas y el chicharrón.

No hay espacio en la obra para estarse arriesgando a un contagio. Damián, Hugo y Víctor son los encargados de cuidar el cascarón de concreto inconcluso desde hace cuarenta días.

Eso sí. Salen a la calle con cubrebocas y chalecos anaranjados fluorescentes. Que quede claro que son responsables ante la pandemia y que hoy celebran su día.

No hay pulque ni cervezas. Lo que hay es un encierro perpetuo. Lo que hay son cadenas improvisadas atando puertas falsas de madera, sin goznes, sin cerraduras, sin tiempos definidos. Es la fiesta imaginaria. La del cazo hirviente de carnitas michoacanas. La del pedorral de órdago. La de la misa devota. La del escándalo y la bulla. La de los cohetones ensordecedores.

Hugo sintoniza una estación de radio con baladas románticas de música de banda. Los “maestros” aprovechan los lentos días para adelantar, en el encierro, algunos detalles de mampostería, de plomería, de electricidad, de drenaje. Se escucha el ronroneo viejo del serrucho y el aplanado a mano limpia.  

“Tatuajes de tus besos/ Llevo en todo mi cuerpo/ Tatuados sobre el tiempo/ El tiempo que te conocí/ Se me hizo vicio ver/ Tus ojos, respirar tu aliento/ Me voy pero te llevo dentro/ De mí”.

La peste escala su intensidad como ceniza encendida. Los albañiles saben de tragedias y saben cómo enfrentarlas. En la anterior tragedia en la Ciudad de México, tras el terremoto de las 13:14 horas del 19 de septiembre de 2017, fueron los que llegaron primero, los que removieron escombros para salvar vidas, los que a mano limpia demostraron que la solidaridad es una palabra que no entiende de estratos sociales.

En esas horas, como hoy lo son médicos y enfermeras, ellos fueron los héroes sin capa. Hoy no piden nada a cambio. Hoy están confinados y siguen las reglas de distanciamiento social. Hoy es su día y su día lo celebran en silencio.

Hoy también es Día de la Libertad de Expresión. Nada que decir. La pandemia ha puesto a cada quipe en su lugar. Están los que ejercen la labor primaria del periodismo, que es investigar.

Pero también están los que, montándose de su supuesta “libertad”, imploran más muertos, más contagios, más división, más desabasto, más saturación hospitalaria, más violencia hacia el personal médico, más desinformación. Para ellos esa es la base del periodismo. En fin.

Día 47 de la pandemia. En México se eleva de 2 mil 061 a 2 mil 154 fallecimientos en las últimas 24 horas, es decir, 93 nuevas defunciones del sábado en la noche al domingo, mientras que el número de decesos sospechosas por coronavirus es de 191, los cuales serán acreditados o descartados como casos Covid-19 hasta tener los resultados de las pruebas aplicados a los cadáveres.

López-Gatell Ramírez, el vocero único para la pandemia, también informa que el número de casos confirmados se incrementó en un 6.3 por ciento en un día, luego de que se registraron 1 mil 383 nuevos casos, al pasar de 22 mil 088 reportes a 23 mil 471 en las últimas 24 horas.

Por ahí circulan carteles en redes sociales que dicen que “el mundo no lo hizo dios, sino los albañiles”. No lo sé. Al menos a los albañiles los veo todos los días en la construcción vecina. Usan cubreboca y respetan el confinamiento. Aunque sea el Día de la Santa Cruz.

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