Por Karenina Díaz Menchaca
Imagínense sentados enfrente del mar. Ahí, tocando la arena, observando el azul infinito del cielo. Escuchando el golpeteo de las olas, ese sonido cíclico del mar hipnótico, relajador. Estamos solos, conscientes por completo de lo que estamos sintiendo, del saludo de la brisa marina, de los olores y de que estamos sanos y salvos.
El miedo, el pánico nos trastoca. Perder el control también enferma y nos baja el sistema inmune.
Según un artículo publicado por la revista Muy Interesante en su versión española, nos dice: Los seres humanos del siglo XXI somos trabajadores, parejas y cuidadores con problemas continuos que tardan semanas en solucionarse. Todas las reacciones elegidas adaptativamente para afrontar peligros fugaces se acaban convirtiendo en tóxicas cuando la sensación de alarma no finaliza en unos minutos.
Ansiedad, provocada por la rapidez en la que queremos solucionar cada situación diaria, resultado de un estrés constante. “En situaciones de alerta, desviamos la energía a los músculos y al cerebro, y movilizamos el cuerpo para la acción. Y eso nos hace restar combustible al sistema de combate de las enfermedades, lo que nos hace más vulnerables”.
Si lo analizan, así estamos desde hace meses, porque literalmente no podemos tener control de lo que está pasando. He leído comentarios en Facebook, platicado con gente cercana y visto a gente pasando por diferentes etapas en este confinamiento. Es completamente normal. Etapas que van desde la tristeza, soledad, depresión, ansiedad, enojo, en fin.
Joe Dispenza, conferenciante internacional, investigador y autor de algunos libros como El Placebo eres tú, y Deja de ser tú, alguna vez, en una rueda de prensa que se llevó a cabo en Barcelona, habló de la importancia de reprogramar emociones nuevas para que los genes puedan generar proteínas nuevas en los genes. Tenemos más proteínas que genes, eso está comprobado científicamente desde que se empezó a estudiar el genoma humano. De manera que, sostiene el autor, emociones elevadas desatan nuevas proteínas en genes nuevos que son las que pueden aliviar enfermedades. Les comparto toda la charla:
¿Cómo lograrlo? Hay algo que se llama reprogramación neurolingüística. ¿Qué es eso? Prácticamente entrenamiento de pensamientos y actitudes. No, no es fácil. Sin embargo vale la pena intentarlo. No creo que sea cuestión de fe. Me parece que es más una cuestión de disciplina, para tener una personalidad nueva y así generar resultados nuevos en casi todos los ámbitos de nuestra vida.
Llevamos años viendo a coaches, libros de desarrollo humano y mucho de la industria de mindfullness que algunos pasan de largo y otros no entienden del todo, y otros, no sé si los menos, entrándole con todo en estas filosofías que son como nuevas religiones. Pero, ¿Cómo tomar la decisión de querer ser diferente de quien somos?, ¿Cómo llegamos al equilibrio de mente sana en cuerpo sano?
Tan sólo hace días, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, dijo que gran parte de los decesos en México son culpa de los malos hábitos de alimentación de los mexicanos, por la comida chatarra y todas esas empresas que con su gran maquinaria de publicidad nos han obligado por años a consumirlas. Ya sabemos cuáles son.
Bueno, pues este el momento de tomar decisiones. El Covid-19 está cobrando vidas en jóvenes, sí, pero jóvenes con problemas de salud muy importantes, como diabetes, hipertensión, etc. Cobrados, por un lado por la mala alimentación y malos hábitos, pero también por el estrés constante en el que vivimos cada día.
Así que volvamos a la visualización del mar enfrente de nosotros. Tengamos esa posibilidad de una mente creativa para escapar un poco. Vayamos poco a poco. Este confinamiento nos puede llevar a muchas actitudes positivas. Empecemos con hábitos pequeños que vayan haciendo una transformación en la familia, no sé, se me ocurre practicar ejercicio en casa, reducir las grandes cantidades de esos venenos blancos que nos han matado: sal, azúcar, harinas y lácteos.
Y bueno, si queremos llegar nivel Maribel Guardia a esa edad, pues a tener pensamientos lindos, cursis y de agradecimiento. ¿Qué opinan? ¿Se unen al reto?