“Tengo muchas Diosas de Plata, que para mí valen más que el Ariel. Mis Diosas de Plata las gozo y soy feliz con ellas. No me interesa que nunca me han tomado en cuenta para el Ariel. Ve lo que hacen, se lo pasan entre ellos y se sienten súper preparados y tan inaccesibles que no puedes llegar a ellos. Todo eso me da risa”.
Por Fabián de la Cruz / Maremoto Maristain
Aunque inició su carrera de manera profesional en 1953, al ser presentada por Carlos Amador en el Cine Ópera en la Ciudad de México, para cantar en el intermedio de dos películas, en donde abría la función haciendo cuatro imitaciones; y después de haber realizado varios proyectos en su natal Torreón, Coahuila; fue hasta 1969 cuando Carmen Salinas debuta en pantalla grande, siendo su primer largometraje La vida inútil de Pito Pérez, bajo la dirección de Roberto Gavaldón, en la que interpretó a ‘La Pelagia’, personaje que de inmediato le otorga sus primeros premios y nominaciones en la industria fílmica mexicana.
“Era una indita a la que improvisan como enfermera para ayudar al doctor que estaba en el hospital donde se encontraba internado el personaje de Ignacio López Tarso. Preguntaba: ‘¿Quién quiere medicinas? ¿Quién quiere cucharadas?’. Ese fue mi primer trabajo en el cine”.
Pero es a partir de la década del setenta en la que Carmen Salinas extiende su dominio en el celuloide, colocándose en la preferencia de directores comerciales y de culto.
“Ya para 1971 llega mi presentación estelar con ‘Doña Macabra’, mi segunda película, de nuevo bajo la dirección de Roberto Gavaldón, la cual se filmó en los Estudios Churubusco Azteca; en ella que di vida a ‘Lucila’. Esa fue mi presentación estelar en cine”.
A esta cinta le sigue El rincón de las vírgenes (México, 1972), con guión y dirección de Alberto Issac, basada en una narración de Juan Rulfo en la que dio vida a ‘Pancha Fregoso’. “Llegamos a Comala, en Colima, en donde estuvo con nosotros Juan Rulfo, que me dedicó mi guión escribiendo: ‘Nadie hubiera podido hacer a Pancha Fregoso como tú mi Carmelita. Mi cariño para ti’; eso fue muy significativo”.

Además, por esta cinta la actriz fue nominada como Mejor Actriz de Cuadro por Periodistas Cinematográficos de México (Pecime) para recibir la Diosa de Plata, premio que fue ganado por Lilia Prado, “lo cual no me importó. Gané por el simple hecho de estar nominada al lado de ella, fue un honor”.
A esta cinta le siguió Calzonzin inspector (México, 1973), dirigida por Alfonso Arau, basada en la historieta Los Supermachos, a la que siguieron otros títulos importantes en su carrera y en la cinematografía nacional: Tívoli (México, 1974), dirigida por Alberto Isaac y Bellas de noche (México, 1974), de Miguel M. Delgado, siendo ésta el debut del personaje ‘La Corcholata’, que interpretó en diez películas.
“Tívoli es una película con un antecedente muy fuerte. Presenta la primera mentada de madre que se da en el cine mexicano y la doy yo. De hecho, tuve una discusión con Alberto Isaac al respecto. Le dije: ‘Oye Alberto, aquí dice que cuando me pregunta el policía que si soy hombre o mujer le respondo que soy más hombre que él y más mujer que su &$%’; ¿Cómo voy a decir eso?’; a lo que él me respondió: ‘Vas de decir todo derecho. Pero haremos dos tomas, por si tenemos problemas con la Secretaría de Gobernación’.
“Obviamente dejó la de la grosería y cuando la película se estrenó tuve una ovación muy fuerte por parte del público. La película me encantó”.
Además es una película muy bonita, pues tiene al teatro de revista como eje principal; un estilo de teatro en el que Carmen Salinas tiene también una gran historia.
“Se filmó en el Teatro Esperanza Iris, que lo acondicionaron como si fuera el Tívoli real; además de que construyeron una réplica de la fachada del teatro original, la cual tumbaron en la filmación. Fue una película que rechazaron en la Academia y no fue nominada para ningún Ariel, cuando pudo llevarse el de Mejor Dirección, Ambientación o por la actuación sublime de Alfonso Arau”.
La Corcholata es un personaje emblemático en la carrera de Carmen Salinas…
“Sí, pero es un personaje del cual, afortunadamente, me pude despegar a pesar de que hice diez películas con él. No me quedé encasillada en ese papel como se quedaron otros actores y actrices en su vida; me desprendí de ‘La Corcholata’ a tiempo. Jamás la volví a hacer y se olvidaron de ella; hice otras cosas.
“Pero no creas que me arrepiento de haber hecho este tipo de cine. Para muchos era abominable, pero para mí muy divertido. Había mujeres que se desnudaban, tenían la capacidad para hacerlo y era muy grato para la vista, porque eran bonitas en sus caras y cuerpos, como Isela Vega y Sasha Montenegro, quienes son mis hermanas a las que amo, y también otras como Lyn May.
“Nunca se vio que se realizara el acto sexual frente a las cámaras, como se ha visto ahora en Amores Perros o en muchas otras películas, llamadas ‘películas de arte’. En nuestras películas nada más veías un osito de peluche que se movía, o que se meneaba la cama; todo te lo dejaban a tu imaginación. No había nada burdo, nada desagradable. Además duraban meses en cartelera y dejaban dinero”.

En 1975 Carmen Salinas realiza Las fuerzas vivas, dirigida por Luis Alcoriza, en la que da vida a ‘Dona Tencha’, la cantinera, esposa del personaje de Manuel Capetillo. “En el rodaje nos fue a visitar Luis Buñuel, lo cual fue muy impactante para todos. Ahí había puro cómico y gente de teatro de revista. Estábamos cenando con él y como siempre había bolillos en las mesas, a manera de juego siempre se aventaban bolitas de migajón; pero al rato empezaron a volar los panes y uno que aventó Héctor Suarez le dio a Buñuel, provocando de inmediato un silencio en el grupo.
“Sin embargo, este fue roto por el director, quien se sonrió con lo ocurrido y gritó en su estilo ‘¡¿Quién me dio un bolillazo?!’. Cómo nos reímos esa vez, porque le teníamos mucha admiración al señor”.
En la década del setenta se da una apertura para tocar temas sociales…
“Así es. Luis Echeverría dio mucha apertura para este tipo de películas; tanto de las ficheras como de denuncia social y política. De hecho, en 1976 filmo ‘Las cenizas del diputado’, de Roberto Gavaldón, la cual era una denuncia social y política muy fuerte”.
Posteriormente y después de reencontrarse con La Corcholata en 1976 en Las Ficheras, de Miguel M. Delgado; y de realizar una actuación especial en La pandilla al rescate, de Héctor Ortega, un año después forma parte del elenco de El lugar sin límites, de Arturo Ripstein, en el que interpretó a ‘Lucy’, personaje que la hace acreedora del premio ACE, en Nueva York, como Mejor Actriz de Cuadro; además de Las Palmas de Oro, en México.
“Fue una película muy bella para mí. En ella soy la amiga íntima de ‘La Manuela’, que interpretó Roberto Cobo. Me acuerdo que cuando íbamos a empezar a filmar, Roberto me dijo que se iba a quietar los dientes de enfrente para darle mayor realismo a su personaje. Yo lo apoyé y le dije: ‘Sí, güey, quítatelos para que seas una jota desmolada y vieja’. Gracias a ese personaje se llevó la Diosa de Plata, el Ariel y todos los premios de ese año”.
El lugar sin límites también es una película polémica, pues presenta un idilio homosexual entre el personaje de Roberto Cobo y el de Gonzalo Vega…
“Los personajes de ambos se dan un beso de amor, muy impactante en su momento. Siempre va a vivir en mi corazón Roberto Cobo. Era hermano de mi vida, estuvo conmigo en todo momento.”

1978 es un año, dentro de esta década, en el que Carmen Salinas tiene mayor presencia dentro del cine participando en seis largometrajes, en cada uno de ellos demostrando su capacidad para interpretar personajes diferentes entre sí.
Las cariñosas, de Rafael Portillo; Ratero, de Ismael Rodríguez; Muñecas de media noche, de Rafael Portillo; A paso de cojo, de Luis Alcoriza; Tarjeta verde, de César D’Angelo, filmada en Los Ángeles; y El Testamento, de Pepe Estrada, son los títulos de las cintas, siendo una muy polémica esta última.
“Me tomo el atrevimiento de imitar a Carmen Romano de López Portillo, con el pelo como ella se peinaba y el suéter encima; me pinté el lunar que ella traía. Debido a esto tuvieron detenida la película, hasta que se fue José López Portillo del poder y no corrió con muy buena suerte.
“Sin embargo, era una producción muy buena donde se denunciaba la corrupción de los presidentes municipales. La estrenaron en el Cine Latino.
“Después hago Ratero, de Ismael Rodríguez, que fue de mis directores preferidos y a quien le guardo un amor entrañable. Con él me encontré de nuevo ese año en El secuestro de los cien millones”.
¿Cómo podría calificar Carmen Salinas al cine mexicano de la década del setenta?
“Echeverría apoyó mucho el cine, con títulos polémicos como El castillo de la pureza (México, 1973; Arturo Ripstein) y Los Albañiles (México, 1976; Jorge Fons), entre otros. Mientras que López Portillo puso a la hermana, que hacía cada zoncera, pues no tenía experiencia. No puedes meter a una mujer tan gris a dirigir el cine de este país, donde había gente muy talentosa. Prohibió muchas cosas y aprobaba otras; incluso me parece que ella fue productora de algo con Sonia Infante, no lo sé.
“Sin embargo, no tienes idea la sorpresa que me llevé con una película que se hizo en ese entonces, llamada Las pobres Ilegales (México, 1982), con Yolanda del Río, que se adelanta a El silencio de los inocentes (Estados Unidos, 1991; Jonathan Demme). Trata de un tipo interpretado por Tito Junco que atrapa a muchachitas ilegales, las tiene aterradas, las viola y mata. Es una película que se adelanta al caso de Ciudad Juárez y a la violencia de Quentin Tarantino”.
¿Qué ocurre con el Ariel? ¿Por qué la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas no ha volteado a verla para entregarle este premio?
“Te puedo decir, con mucha seguridad, que he hecho actuaciones para que ya me hubieran tomado en cuenta, aunque no me lo hubieran dado, sólo estar nominada. He hecho unas actuaciones espléndidas en películas muy bonitas, como El lugar sin límites o Justicia de nadie, entre otras. Entonces es cuando dices, ‘¿Qué onda? ¿Por qué me regatean el Ariel? ¿Por qué se los pasan entre ellos mismos?’. Y se los digo en su cara. No dejan que entre nadie, cuando alguien se les llega a meter, me da una alegría enorme.
“Tengo muchas Diosas de Plata, que para mí valen más que el Ariel. Mis Diosas de Plata las gozo y soy feliz con ellas. No me interesa que nunca me han tomado en cuenta para el Ariel. Ve lo que hacen, se lo pasan entre ellos y se sienten súper preparados y tan inaccesibles que no puedes llegar a ellos. Todo eso me da risa”.
Fuente: Maremoto Maristain / Original aquí
Entrevista realizada el 15 de julio de 2008 y sesión fotográfica: el 11 agosto de 2011, para formar parte del libro Cine Mexicano del 70: La Década Prodigiosa, de Fabián de la Cruz Polanco, editado por SamSara Editores (México; 2015). Fotografías: Esaú Ponce Arriaga. Foto película: Cortesía Filmoteca de la UNAM.
Fabián de la Cruz Polanco. Con más de 27 años de trabajo en la fuente de cine e industria del entretenimiento, ejerce los oficios de reportero, editor, jefe de información, periodista, productor radiofónico, productor de eventos y gerente de prensa. Con trayectoria en varios medios impresos, electrónicos y radiofónicos, es autor de la serie de libros Magia pura y total (Historia del Teatro Musical en la Ciudad de México) y Cine mexicano del 70: La Década Prodigiosa, entre otros. Es director de Filmeweb.mx
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