La sexta novela de la serie Harry Bosh, escrita por el estadounidense Michael Connelly, quien con la maestría acostumbrada sumerge al lector en un thriller policíaco de sorprendente actualidad.
Por Erik Casas
A Harry Bosh le ha caído una papa caliente en las manos. Un caso que amenaza con volver a incendiar Los Ángeles en violentos disturbios callejeros, poco después de que el nombre de Rodney King ocupara las primeras planas de todos los diarios.
El hallazgo de dos cuerpos en el funicular en Angels Flight, identificados como Catalina Pérez y Howard Elias, abatidos por un experto tirador, es un barril de pólvora que los mandamás del Parker Center, sede del Departamento de Policía de Los Ángeles (DPLA), quieren neutralizar cómo sea y, sobre todo, lo más rápido posible.
Esta es la trama de ‘El vuelo del ángel’ (1999), la sexta novela de la serie Harry Bosh, escrita por el estadounidense Michael Connelly, quien con la maestría acostumbrada sumerge al lector en un thriller policíaco de sorprendente actualidad.
Y es que uno de los fiambres, sádicamente ultimado, plomazo en el recto incluido, corresponde al abogado afroamericano, Howard Elias, especialista en derecho civil, quien se ha convertido en un héroe para la comunidad negra y en la sombra del DPLA al demandar ante los tribunales, y conseguir, jugosas indemnizaciones para sus clientes en casos de violencia policíaca con un marcado sello racista.
Temido, pero sobre todo, odiado, por los policías angelinos, quienes ven en él a un oportunista que ha aprovechado en beneficio suyo el ambiente de desconfianza y sospecha que ha envuelto al Departamento, luego del expediente Rodney King, el taxista negro que fue brutalmente apaleado por cuatro oficiales, luego exonerados en un juicio, dando lugar en 1992 a violentas manifestaciones que hicieron de Los Ángeles un territorio sin ley durante varios días.
Bosh y su equipo, Jerry Edgar y Kizmin Rider, los últimos en ser llamados a la escena del crimen, deberán trabajar a marchas forzadas para esclarecer el doble homicidio antes de que el nombre de Elias se filtre a la prensa e inicie un espectáculo mediático que será el detonante para nuevos y violentos desmanes en las calles.
Sin embargo, Bosh no tendrá libertad de decisión, ni movimientos, para hacer su trabajo, pese a que el subdirector Irvin Irving lo pone al frente de la investigación, deberá lidiar con obstáculos como la incorporación de John Chastain, su irreconciliable enemigo, y sus hombres de Asuntos Internos como parte del equipo de detectives que deberán analizar las primeras pistas, definir a los sospechosos, sobre todo policías, e informar de los avances, todo antes de las ocho de la mañana, es decir, en cinco horas, cuando se lleve a cabo la primera conferencia con los medios de comunicación.
Pero Chastain no será la única dificultad que deberá sortear Bosh en las primeras y cruciales horas de la investigación, toda vez que para mover un dedo, deberá contar con la orden judicial correspondiente, no apegarse el procedimiento oficial sería arriesgarse a pagar las consecuencias en un caso que tendrá la atención de todos.
No obstante, Bosh sabe que cualquier investigación de homicidio es como un ‘tiburón, si no se mueve, se ahoga’, y pasa por alto el papeleo, pese a la opinión de Chastain, y registra el departamento donde Elias solía dormir varios días a la semana al salir tarde de la oficina y no llegar a su casa con su esposa e hijo, quienes al ser notificados de su muerte, no dudan en responsabilizar a la policía y pedir justicia.
No hace falta la capacidad de deducción e intuición de Bosh, para que descubra que Elias le era infiel a su esposa, nada menos que con Carla Entrenkin, inspectora general del DPLA, quien a su vez es nombrada por un juez para ser la encargada de revisar los expendientes del jurista y decidir qué sí y qué no puede ser objeto de inspección por parte de los detectives sin violar el derecho a la confidencialidad entre abogado y cliente, otra pega para la investigación.
Al ser descubierto su secreto, Entrenkin es obligada a hacer un trato con Bosh, la abogada colaborará sin reparos en la investigación a cambio de no ser tratada como sospechosa y ser protegida ante la prensa, es decir, mantener en silencio su relación extramarital con Elias, algo que terminaría con su carrera de un plumazo.
El expediente más importante en el despacho de Elias es la querella civil que Michael Harris, un exconvicto negro, interpuso en contra de 15 detectives blancos de la División Robos y Homicidios, el cuerpo élite del DPLA, a quienes acusa de haberlo torturado para aceptar su autoría en el secuestro, violación y muerte de la niña Stacey Kincaid, nieta del millonario y poderoso Jack Kincaid, conocido como el zar de los automóviles en Los Ángeles.
Declarado como no culpable en el juicio penal, realizado un año antes, debido a que el jurado no consideró contundentes las pruebas en contra de Harris, pero sobre todo, al testimonio racista de Jack Kincaid, la querella civil presentada por Elias en contra del DPLA, bautizada por la prensa como el caso Black Warrior, promete ser la principal nota en varios días; sin embargo, el asesinato del abogado se da tan sólo dos días antes de que inicie el esperado proceso legal.
La revisión del expediente Black Warrior, excepto la parte en el que Elias planeaba su estrategia en el juicio, resguardada por Entrenkin, hace pensar a Bosh que los dos homicidios, el de la niña Kincaid y el del abogado están ligados, toda vez que éste planeaba demostrar que los policías fabricaron una encerrona a su cliente, pues Harris no sólo no es culpable, sino que es inocente de los cargos, y para ello revelaría el nombre del verdadero asesino, secreto que se llevería a la tumba.
El resolver el caso de Stacey Kincaid es un motivo para el verdadero asesino de eliminar a Elias, pero no es el único, también alguno de los detectives que participaron en la investigación y después señalaron a Harris como el responsable del infanticidio, entre ellos, Frankie Sheehan, excompañero y amigo de Bosh, tendría una razón para deshacerse del abogado.
La participación de un equipo de agentes especiales del FBI en la investigación, anunciada por Irving ante los medios con el fin de tranquilizar los ánimos, sorprende y molesta a Bosh, pues ve una pega más para hacer su trabajo; sin embargo, al final se convierte en un factor a su favor, ya que estos son encabezados por Roy Lindell con quien el detective trabajó en un caso anterior (Pasaje al Paraíso) y existe un mutuo reconocimiento profesional.
Las horas pasan y la presión social aumenta, Bosh llega a un acuerdo con Lindell en el que le cede todo el protagonismo del caso Elias a cambio de poder concentrarse en descubrir al asesino de la niña Kincaid, pues alega tener una ‘corazonada’, lo que no dice es que el hallazgo de tres mensajes anónimos en clave y la fotografía de una dominatriz Ama Regina entre los papeles del abogado son pistas que le marcan una línea de investigación que intuye será la respuesta para ambos casos.
Paso a paso, Bosh realiza su propia investigación del caso Kincaid, descubre que efectivamente Harris es inocente y fue torturado para obligarlo a aceptar la culpabilidad, también que Sheehan participó y permitió el abuso de la fuerza con el exconvicto.
Pero lo que es más importante, revela el significado de los mensajes anónimos y la fotografía de la dominatriz enviados a Elias días antes de su muerte, y con ello, al igual que el abogado, descubre que Sam Kincaid, hijo y heredero de Jack Kincaid, es un pederasta que abusó y asesinó a su hijastra, Stacey, con el conocimiento de su esposa, Katherine, madre de la niña de once años.
Al tiempo que Bosh y su equipo revelan el truculento secreto de la familia Kincaid, Sheehan, quien en el pasado amenazó de muerte públicamente a Elias, es detenido e interrogado como sospechoso del homicidio, un chivo expiatorio ofrecido por los jefes del Parker Center para intentar contener la tormenta que se avecina.
Bosh intercede a favor de Sheehan, convencido que Sam Kincaid es también el homicida de Elias, y logra su liberación horas antes de que por orden judicial inicie el cateo en las propiedades del heredero, pederasta y asesino en busca de las pruebas para condenarlo, situación que crispa aún más a la opinión pública, azuzada por los medios de comunicación que claman por un culpable.
La cosa está que arde, todavía más cuando Sheehan aprovecha su reciente libertad para aparentemente suicidarse y esto es interpretado por Irving y Lindell como una consecuencia de su indiscutible culpabilidad; pero Bosh, aunque devastado por la suerte de su amigo, sigue apostando por su inocencia y confía en hallar las pruebas que incriminen a Kincaid.
A partir de ahí los acontencimientos se presentan a gran velocidad y el caso da un giro de 180 grados, pues en tanto que Bosh presiona y obtiene de Katherine Kincaid una declaración completa, grabada y firmada sobre la perversión y culpabilidad de su esposo en el asesinato de su hija, Roy Lindell y sus hombres descubren los cuerpos de Sam Kincaid y Richter, su jefe de seguridad, cómplice en los abusos y sospechoso de ser el autor material del homicidio de Elias.
Enterado del hallazgo por el agente del FBI vía celular, Bosh no puede evitar que Katherine Kincaid aproveche la distracción del detective y se suicide con un disparo en la cabeza, no sin haber liquidado horas antes de un balazo en los testículos a su esposo y a su secuaz, quienes mueren desangrados lentamente.
Resuelto, aunque de fea manera, el caso Kincaid, Bosh se dispone a encontrar la única prueba que le falta, la que relaciona al heredero pederasta con el homicidio de Elias, pero Irving aparece en la masión del millonario y ordena que todos detengan su labor y se retiren del lugar con las manos vacías.
La orden del subdirector de la policía desconcierta a los detectives, quienes creen que su jefe ha recibido la instrucción de tapar el caso y cuando Bosh protesta, la furiosa respuesta de Irving lo deja impávido e indefenso…el resultado de las pruebas de balística determinan que el arma de cargo de Sheehan es la misma que se usó para matar a Elias, lo que confirma su creencia de que el policía mató al abogado y al ser descubierto optó por suicidarse.
Sheehan es presentado oficialmente como el asesino de Elias, así como de Catalina Pérez, una víctima colateral, pero el ser dejado en libertad por la policía y después suicidarse, enardece a la gente en las calles y las primeros actos de vandalismo no se hacen esperar en las mismas zonas donde iniciaron los disturbios en 1992.
En un momento, Bosh queda desacreditado antes sus jefes y compañeros, se queda sin amigo, sin caso y, por si fuera poco, también sin esposa, pues Eleonor Wish, una exagente del FBI caída en desgracia (Eco Negro) decide irse de la casa, insatisfecha por la vida que lleva a un año de matrimonio con el detective.
Los hechos son los hechos, pero Bosh sigue pensando que Sheehan es inocente, no puede explicarlo, pero lo sabe, hasta que una llamada de Entrenkin le revela una nueva pista, un detalle que fue pasado por alto en la investigación del caso Black Warrior y que podría ser finalmente la respuesta a todas las preguntas.
Entrenkin, quien renuncia como inspectora general del DPLA, para hacerse cargo del bufet de Elias, así como del caso de Michael Harris en contra del DPLA, para lo cual pide le sea devuelto el expendiente, señala a Bosh el camino a seguir, pero sin revelar mayor información, pues ahora es la abogada de la parte acusadora; sin embargo, no hace falta, el detective agudizará todos los sentidos para descubrir al verdadero asesino del legista, mientras la ciudad ya arde en llamas.
Bosh revisa el expendiente con lupa antes de regresarlo y descubre que uno de los testigos que Elias planeaba llevar al estrado es John Chastain, el agente de Asuntos Internos, encargado de realizar la investigación tras la denuncia por tortura presentada por Harris, sin embargo, aquel se niega a recibir varias veces la orden judicial que lo obliga a rendir testimonio bajo juramento, aspecto que lo inhabilitaba en principio para tomar parte en el caso del abogado y que no reveló a nadie.
Además, Bosh descubre que Chastain es el misterioso topo que filtró información confidencial para Elias en sus casos contra el DPLA, incluida la querella de Michael Harris, misma que el policía de los policías desestimó por órdenes superiores, pese a hallar evidencia que demostraba la culpabilidad de los detectives, Sheehan y compañeros, por torturar al exconvicto y presentarlo como culpable del asesinato de la niña Kincaid.
Bosh intuye la estrategia de Elias y prevé que al incluir en la lista de testigos a Chastain lo obligaría a confesar la encerrona de los detectives a Harris, aunque para ello quede descubierta su traición al DPLA, un motivo para asesinar al abogado a sangre fría, pero también a Sheehan, un cabo suelto capaz de revelar toda la verdad, cuyo homicidio disfrazó hábilmente como suicidio.
No obstante, quedaba por explicar la principal prueba en contra de Sheehan, su arma de cargo usada para matar a Elias. Bosh no tarda en descubrir que Chastain, encargado de investigar cinco años atrás el trabajo de su excompañero en un tiroteo donde mató a un traficante de nombre Wilbert Dobbs, sustrajo del almacén de pruebas las balas extraídas del delincuente y las reemplazó por las halladas en el cuerpo del abogado, incriminando así al policía, cuyo buen nombre quedó irremisiblemente manchado.
Los disturbios se propagan al sur de la ciudad, la policía está en las calles y en estado de emergencia, pero eso no impide que Bosh vaya a la caza de Chastain, una vez descubierta la verdad. Lo halla vestido con uniforme oficial y tras obligarlo a punta de pistola a subir a la patrulla, lo conduce al Parker Center, donde pretende hacerle confesar su culpabilidad en los homicidios de Angels Flight.
Pero no llegan a su destino, pues una turba de enardecidos arremete contra la patrulla, obligando a Bosh, herido de la cara y casi ciego, a dar un volantazo, pisar el acelerador a fondo y huir del lugar hasta ponerse a salvo atrás de una barricada de la policía.
A punto de ser linchado, Bosh recibe la atención médica, al tiempo que observa a la distancia cómo los energúmenos manifestantes golpean salvajemente a Chastain, sin que nadie pueda hacer algo para ayudarlo y salvarle la vida, un policía a cambio de un abogado; al final se hizo justicia, ojo por ojo, el responsable de haber provocado los disturbios, pagó por sus crímenes.
Ficha
CONNELLY, Michael. “El vuelo del ángel”.
Ed. Ediciones B. Grupo Zeta. Año 1999. Primera edición, septiembre 2000. Págs. 382
Personajes más importantes
Harry Bosh, detective de homicidios
Kizmin Rider, detective de homicidios
Jerry Edgar, detective de homicidios
Eleanor Wish, esposa de Bosh y ex agente del FBI
Irvin Irving, subdirector del DPLA
John Chastain, detective de Asuntos Internos del DPLA
Francis Sheehan, detective de homicidios y ex compañero de Bosh
John Garwood, capitán de la División Robos y Homicidios
Howard Elias, abogado afroamericano asesinado
Catalina Pérez, empleada doméstica asesinada
Michael Harris, ex convicto y querellante en el caso Black Warrior
Preston Tuggins, reverendo
Carla Entrenkin, inspectora general del DPLA
Jenking Pelfry, investigador privado
Virginia Lampley ‘Ama Regina’, dominatriz
Stacey Kincaid, niña asesinada
Jack Kincaid, zar del automóvil en LA
Sam Kincaid, heredero
Katherine Kincaid, esposa
DC Richter, jefe de seguridad de Sam Kincaid
Wilbert Dobbs, delincuente
Sobre el autor…
Michael Connelly (Filadelfia, 1956) estudió periodismo en la Universidad de Florida, donde se licenció en 1980. Trabajó como periodista en Daytona Beach y Fort Lauderdale. En 1986, uno de sus artículos, escrito junto a otros dos periodistas, fue finalista del Premio Pulitzer, lo que le sirvió para ganarse un puesto en Los Angeles Times como reportero de sucesos. Después de tres años trabajando en Los Angeles Times, Connelly publicó su primera novela, “El eco negro”, protagonizada por el detective del Departamento de Policía de Los Ángeles, Hierronymus “Harry” Bosch, con la que ganó el Premio Edgar en la categoría de Mejor Primera Novela, concedido por la Asociación de Escritores de Misterio de América. Tras su cuarta novela de la serie Bosch, Connelly abandonó el periodismo para dedicar todo su tiempo a la escritura creativa. Actualmente vive en Tampa con su florida y su serie de Harry Bosch suma 19 entregas.
La crítica ha dicho…
– “Una novela excelente, de ritmo impecable. Connelly aporta clase y peso al género detectivesco”.
Esquire
– “Connelly, antiguo periodista de Los Angeles Times, es un escritor elegante e incisivo (…). Su personaje, Harry Bosch, es uno de los protagonistas más convincentes y complejos de la novela negra contemporánea”.
Newsweek
– “Bosch es un héroe en el más puro estilo clásico”.
The New York Times Book Review
– “Una novela policíaca de primer orden”.
Los Angeles Times
– “Connelly logra ser originaly y estimulante sin caer en las trampas de lo políticamente correcto”.
The Hartford Curant
– “ Connelly –uno de los escritores de novela negra más sobresalientes- vuelve con una nueva y explosiva novela de Harry Bosch”.
Chicago Tribune
– “De los numerosos escritores que han tomado la ciudad de Los Ángeles como escenario, no hay ninguno que haya captado su corrupto, aunque fascinante, ambiente mejor que Michael Connelly. Sus novelas destilan realismo puro”.
The San Diego Union Tribune
Serie Harry Bosh
Título Año
El eco negro 1992
El hielo negro 1993
La rubia de hormigón 1994
El último coyote 1995
Pasaje al paraíso 1997
El vuelo del ángel 1999
Más oscuro que la noche 2001
Ciudad de huesos 2002
Luz perdida 2003
Cuases de maldad 2004
Último recurso 2005
Echo Park 2006
El observatorio 2007
Nueve dragones 2009
Cuesta abajo 2011
La caja negra 2012
The Burning Room 2014*
The Crossing 2015*
The Wrong Side of Goodbye 2016*
*Aún no traducidas al español