Por Karenina Díaz Menchaca
¿Conoces a alguien que continuamente tiene un discurso en el que asegura que todos le tienen envidia?, al menor fracaso, a la mínima caída, siempre dicen que fue por culpa de quienes le tienen envidia. Cuando es repetitivo, me pregunto: ¿es real o está en su imaginación?, ¿hará efecto su sugestión?
Sabemos que la envidia forma parte de los siete pecados capitales, ¡uy! Qué miedo, y sí, porque no es agradable, es uno de los mayores sufrimientos de aquel quien la padece, ya que no puede poseer lo que el otro posee; sin embargo, aunque adquiriera algo de aquel, ese sentimiento será irrefrenable.
La Real Academia Española da una definición concisa: “Tristeza o pesar del bien ajeno”.
En la maravillosa Divina Comedia, como bien sabemos, Dante Alighieri puso a todos los pecados capitales en el Purgatorio y luego entonces, las almas tendrán que purgar el pecado cometido, si así lo logran. “Los penitentes van con un cilicio, y los ojos cosidos. Espíritus invisibles cruzan volando el aire y recuerdan a los envidiosos, ejemplos de amor y de caridad en pro del prójimo”. A la envidia le corresponde el segundo aro, de donde el propio poeta se sabe inmerso en él, así que su canto increíblemente poético se deja leer así, dejando claro a los personajes que entonces hemos de apreciar para correlacionarlos con la envidia o quienes los salvarán de ella… “¡Ora María, por nosotros ora!/ ¡Oren Pedro y Miguel! ¡Todos los Santos!”
La voz primera que pasó volando,
Vinum non habent, dijo con voz clara,
Y a lo lejos sus voces reiterando.
Y antes que el blando eco se apagara,
Otra exclamó a lo lejos: “Soy Oreste”,
Sin que tampoco el vuelo se fijara.
Al padre pregunté: “¿Qué acento es éste?
Y al preguntar, clamó una voz tercera:
Amad al enemigo, aunque os moleste.
Y el maestro: “Se purga en esta esfera
La culpa de la envidia, que fustiga
Con látigo de amor mano severa”.
Los cantos de Dante son tan magnéticos, escalofriantes, dulces, certeros, sabios, míticos, impresionantemente poéticos y bellos que dan ganas de ser todos los pecados. Aunque he de decirles con certeza que “somos” todos los pecados, pues somos mundanos y muy pocos seres atraviesan si quiera la idea de una vida religiosa, ni digamos, mística, así que estamos lejos de no ser los pecadores de Dante, así que ¡vanagloriémonos de esos versos que este italiano nos dedica a todos!
Por otro lado, puedo casi asegurar que cada uno de nosotros sabemos qué pecado nos domina más, porque todos van circulando en nuestra vida en algún momento, y yo he de confesar que no es la envidia la que me domina, aunque me he descubierto sentirla en alguno que otro momento; sin embargo, la retomé en esta entrega porque me llama sospechosamente la atención aquellos quienes se dicen ser objeto de envidia en todo momento, por cualquier situación ¿no será que ellos/ellas la padecen?, en fin, no pasa nada, aprendan de memoria estos versos de Dante y serán perdonados.
Pero he de decir, amigos, que la ira es mi maestra en casi todo momento y ésta trae y atrae malestares terribles con graves consecuencias. ¿Qué les parece si en mi próxima entrega me dedico a este pecado?, al que recuerdo mucho en aquella película de SEVEN, protagonizada por Brad Pitt, quien por cierto era su personaje quien sufría de ira y así es como le fue. ¡Ay nanita!
NOTA: ¡Cómo no sufrir ira con este presidente Peña Nieto y sus compinches! quienes pasan de la lujuria, la avaricia, la soberbia y la pereza, todas al mismo tiempo y además con gula, ¡En serio, ténganme compasión! Esta gente provoca toda mi ira, casi a punto de volverme Hulk.