Por Rivelino Rueda Y entonces murió. Y él no sabía que estaba muerto. Yacía junto a él en la oscuridad y oía a la tierra oscura hablar de amor de Dios y de Su belleza y Su pecado; escuchaba el oscuro silencio en que las palabras son los hechos, y las demás palabras que no son los hechos, sólo son huecos de las carencias de la gente. William Faulkner/Mientras agonizo Nomás verle el semblante de terror provoca que se cumplan sus exigencias. Doña Amalia está lejos de la “trampa para…