Sin afán de romantizar la calle tiene otra cara, a pesar de la violencia que se vive

Estamos inmersos en mucha violencia.

Ya no nos violentemos entre nosotros mismos, generemos empatía,

puentes de apoyo… La mejor forma de resistir es la existencia misma:

Ricardo Aquino, co-fundador de Psicocalle

Por Angélica Ruiz

El fenómeno de la población en situación de calle en México se vive cada vez más complejo y desafortunado. Desde el inicio de la pandemia por la COVID-19, en octubre de 2019,  el aumento de discriminación, la escasez de alimentos y trabajo, ha provocado el aumento de la violencia por parte de la autoridad policíaca con los llamados “operativos de limpieza social”, es decir, acciones dirigidas a desalojar, retirar o reubicar a las personas que viven en la calle sin que exista una justificación legal alguna, por el contrario, solo atendiendo a peticiones de otras personas que no desean la presencia de esta población frente a sus ojos.

De acuerdo con datos de 2018 de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) existen 4,354  personas viviendo en las calles, entre niñas, niños, personas jóvenes, mujeres, hombres, familias, personas adultas mayores, personas con discapacidad y otras con diversos problemas de salud y adicciones.

En este contexto, distintos colectivos surgidos de la iniciativa personal se han organizado de manera voluntaria e independiente para trabajar en favor de este sector tan vulnerado y violentado en contra de sus derechos; apoyando, aportando y trabajado en pro de una mejor calidad de vida desde diversos ámbitos.

Una de estas iniciativas es la de Psicocalle, un proyecto comunitario que surge en 2015 por profesionistas de distintas disciplinas, movidos por el deseo de investigar el fenómeno de la vida en calle y el uso de sustancias desde una perspectiva científica.

En entrevista para Reversos.mx Ricardo Aquino, co-fundador, cuenta la historia, los retos y los logros de Psicocalle; una labor digna de conocer, compartir y participar. Aquí la charla:

  • ¿Cómo y por qué surge Psicocalle?

La tarea surge a iniciativa de Roberto Mercadillo, profesor de la UAM-Iztapalaba en el área de Neurociencias, quien formó un proyecto con tres de sus alumnos (Lorena, Mateo y Daniel) para trabajar con población que vive en calle y conocer el impacto del consumo de inhalables. Posteriormente yo me incluyo al proyecto porque soy biólogo. Mis compañeros se sorprendieron un poco conmigo porque vieron que tenía facilidad de desplazamiento, pese a que mi labor se realizaba en un laboratorio con animales de experimentación.

Un día nos invitaron a dar una charla sobre sustancias con la comunidad en Indios Verdes y ahí es cuando comienza la idea de sistematizar más las charlas. En 2018 Mateo y Lorena  le dan más forma al proyecto y comienzan a estructurar Psicocalle Colectivo yendo al Estado de México para hablar sobre el consumo de sustancias. Para ese entonces los que integrábamos el proyecto éramos: Roberto Mercadillo, Lorena Paredes, Mateo Rivera, Luis Guerrero y yo, Ricardo Aquino. Desde  entonces comenzamos a buscar más espacios con la idea de sacar la ciencia a la calle y poder hablarle a la comunidad sobre sustancias, qué sucede en el cerebro, cómo afecta y ofrecer algunas recomendaciones para que el daño sea menor. Sin embargo, durante la pandemia, cada uno trabajó en sus barrios, en los lugares donde vivían como el Estado de México e Iztapalapa.

  • ¿Cuáles son los retos que han enfrentado?

Ha sido una experiencia interesante porque la gente de academia habla desde su privilegio, en aulas con café, con instalaciones bonitas, e incluso con un lenguaje “alto” y cuando fuimos a calle nos dimos cuenta que no era lo mismo hablar con ese mismo hablar en la calle. Un día platicando con un señor que vivía en calle, nos dijo que lo que le decíamos no correspondía con la realidad. Llevábamos un folleto que hablaba de ciertas recomendaciones y los riesgos de consumir tal o cual sustancia, entre ellas la “Lata amarilla”, y él nos dijo que le daba risa porque nadie de ellos consumía dicha sustancia. Tuvimos un diálogo frontal, directo y nos dimos cuenta que debíamos conocer más de esta sector de la población. Muchos de ellos conocen bastante de sustancias, pero ciertamente teníamos que usar un lenguaje más claro y sencillo, como se habla en el barrio. Al ver esto, nos damos cuenta que debíamos replantear nuestro discurso porque estábamos enfrascados en un lenguaje más académico y debimos cambiar nuestra manera de hablar. Entonces nos vamos dando cuenta que se identifican más con nosotros cuando hablamos de una manera más directa y sencilla, por lo tanto se van conectando con cada uno de nosotros, porque así como preguntamos también ellos nos preguntan; por lo tanto tenemos que ser más abiertos y honestos con ellos y así vamos contando cosas de nosotros mismos.  Modificamos nuestra forma de acercarnos y comunicarnos. A partir de esto, fuimos pensando más qué tipo de recomendaciones les íbamos a dar, más enfocadas a la población de calle, porque ellos consumen cierto tipo de sustancias, no todas. Desde entonces nuestro reto es la reducción de daños, porque ellos consumen ciertas sustancias como los inhalables, piedra, alcohol y marihuana; estas son las sustancias base para la calle, por lo tanto no podemos hablarles de otras sustancias que no conocen o no consumen.

  • ¿Qué aprenden de la población de calle al conectarse con ellos?

Aprendemos a hacer vínculos de una manera más cercana y empática. Nunca les decimos que dejen de vivir en la calle, ni tampoco los vinculamos con instituciones, albergues o centro de ayuda, ese no es nuestro objetivo, porque eso es violentarlos también. Es algo muy personal. Para nosotros no es satisfactorio ni tampoco queremos romantizar la cuestión de la calle. Somos muy claros, en la calle suceden violencias de todo tipo, pero también la calle tiene otra cara. La que protege y la solidaria. Te encuentras con todo tipo de personas de calle porque es muy heterogénea y con cada uno tenemos que ser muy neutros para que no se mal interpreten las intenciones. Ellos cuentan lo que quieren contar y te llevan por un hilo conductor que ellos quieren. Cuando hay más confianza y se dan cuenta que no les vamos a sacar provecho, el vínculo es más estrecho y personal. Y esto se genera a partir del trabajo con ellos.

  • ¿Qué logros han recogido a lo largo de estos 5 años de trabajo?

No tenemos números porque la población es muy volátil, pero los logros se basan en darnos cuenta que nos buscan para seguirles informando; nuestros folletos los guardan y los piden para sus amigos y los comparten. Otro logro es que sí están haciendo caso de las recomendaciones que les hacemos respecto al consumo de sustancias.

Logramos dar desayunos durante 7 semanas en la pandemia, empezamos a generar más material para llevarlo a calle, justo la organización de esta campaña del 26, porque más gente se está enterando y ahora se están sumando muchas personas que quieren conocer esta labor.

Empezamos a gestar nuevos proyectos. Hay dos compañeras que se sumaron para trabajar un programa sobre Menstruación en Calle, pues las más indicadas para hablar del tema son mujeres.

Hoy día Psicocalle Colectivo lo conforman 7 miembros, 4 hombres y 3 mujeres. Todos bien comprometidos.

  • ¿Cómo se financia Psicocalle?

Cuando empezamos eran nuestras propias contribuciones. Posteriormente se generó una asociación llamada “Justicia Transicional” que inició Roberto Mercadillo con Froylán Enciso, que ellos financian, pero seguimos con la autogestión. Tenemos regalos de algunos artistas gráficos que nos obsequian como los flayers o imágenes que utilizamos en la página de Facebook para nuestras campañas.

Esperamos que este año podamos concursar para algunas convocatorias. El año que viene vamos a generar un curso que genere recursos para las próximas actividades.

  • Háblanos sobre las expectativas de la Campaña “Regalo para Todos” para este 26 de diciembre:

Es la cuarta edición. Estamos muy emocionados porque vemos que hay mucha gente interesada, inclusive la Facultad de Medicina mandó un mensaje a sus académicos para enviar lo que quieran regalar, amigos del Colectivo están interesados. Creo que este año será muy emocionante porque ya tenemos permitido salir y es algo que disfrutamos mucho, salir a calle y hablar con ellos. Va a ser algo muy diferente, vamos a hablar con la gente que se involucró, vamos a darles una perspectiva de qué es vivir en calle, contarles  cómo ser más empáticos con la población de calle. Vamos con una nueva idea de redistribución de los bienes que se están recolectando,  sin la idea de decirles “pobrecitos” porque no, más bien, platicarles sobre las violencias que viven, las vulnerabilidades que se enfrenta la población y al final de esta dinámica haremos un círculo con las personas que nos van a acompañar para que nos hablen de su experiencia, de lo que vivió, si se sintió a gusto o no…

Si tenemos muchas donaciones, extenderemos la campaña a dos días, pero todo depende de lo que juntemos.

  • ¿Alguna anécdota que nos quieras compartir?

La que tengo más marcada es esta. La información que he leído sobre el consumo de sustancias es muy catastrófica. Todos los artículos te dicen que con el consumo de sustancias las personas quedan muy afectadas, que perdiste la memoria, no puedes mover tu cuerpo, perdiste movilidad… entonces las primeras veces que salí a calle iba con esa idea, de que me iba a encontrar con gente en esas condiciones. Entonces llego al metro Candelaria y veo que se están organizando para jugar futbol. Ellos querían jugar contra nosotros porque juegan muy bien… y nos querían humillar y dijimos que haríamos equipos equitativos. Yo quedé de portero y me quedé muy sorprendido porque este deporte implica mucha habilidad para mover el cuerpo, hacer movimientos muy bien pensados.. me sorprendí mucho porque eso que leí en la literatura no lo estoy viendo en la población de calle. Muchos de los que estaban jugando se inhalan 250 mililitros al día, mientras que los artículos hablan de un comparativo con ratones a los que con 50 mililitros les suceden cosas sumamente fuertes y te preguntas ¿qué está pasando en la calle? Y lo que sucede es que las personas que viven en la calle enriquecen su cuerpo todo el tiempo, porque hacen mucho ejercicio, interactúan con mucha gente, aprenden muchas habilidades en la calle y todo ese enriquecimiento ambiental genera que la sustancia no les dañe tanto en el cerebro y tengan una funcionalidad muy interesante. Para mi fue un shock.

Otra anécdota fue conocer a un chico que sabía mucho de la ciencia y al platicar con él, veía que tenía ideas muy claras porque sí sabía del tema, hablaba muy propio y fue muy interesante. Ahí me dí cuenta que la gente de calle es bien diversa. No todos son iguales. Y aprendemos mucho de ellos.

Algo que no me gusta es ver que mucha gente se aprovecha de ellos. Las personas de la iglesia se acercan a ellos y les dicen: te doy de comer, pero primero te leo esto…y creo que no se vale.

 Ellos pueden ser muy buenas personas, muy divertidos.. pero si los violentas ellos reacycionarán y eso no te va a gustar.

  • ¿Qué les dirías a las personas que le tienen miedo o prejuicio a la población de calle?

Primero que no les tengan miedo. Todos somos pobladores de calle, solo que unos con otro contexto y cierto privilegio. Nos han inculcado que ciertas formas de cuerpos o formas de vestir son violentas, agresivas o inclusive que te van a robar. ¿Cuántas veces vemos que mucha gente pasa junto a ellos y esconden su celular o suben las ventanas de su autos porque piensan que les van a robar? Cosa que no sucede. Lo que hacen es solo pedirte una moneda –ellos le llaman charolear– tal vez van a comprar algo, tal vez esa moneda la van a invertir en su chorrito de inhalable, pero no te están violentando, no te están agrediendo y nosotros desde el momento que tenemos un tipo de prejuicio ya estamos generando una violencia. Entonces lo que yo le digo a la gente es que hay que ser empáticos, hay que pensar que no toda la gente que está en calle son violentos o vienen de familias violentas. Hay pobladores que lo único que han conocido es la calle, porque ahí nacieron. Entonces muchos de ellos no conocen lo que es vivir en una casa. Hay personas que se incomodan al verlos y le llaman a la policía, llega y se los llevan. No hay que hacer eso. ¿Por qué mejor no llevarnos bien con ellos?, ¿Por qué no hacer comunidad, si son parte de nuestra comunidad?  Inclusive ellos nos pueden cuidar. Son personas muy nobles. Nosotros como colectivo fomentamos más el regalo de comida, de ropa, de algo que ya no usamos y ellos mismos son muy agradecidos, cuidando a los que los ayudan.

La sociedad, nosotros, tememos lo diferente; el ver cuerpos distintos a los nuestros, que no viste limpio, que no habla como nos gustaría, que está consumiendo sustancias… Pero me pregunto, la gente que se sube a robar a los micros ¿cómo se viste? Con buena ropa, van limpios, como “gente normal” y te robó, entonces eliminemos este prejuicio de que la gente sucia o mal vestida es la que te va a robar. Al contrario, hay veces que ellos mismos te pueden cuidar.

  • ¿Qué planes y acciones tienen a corto plazo?

Las metas que tenemos es que la información que tenemos lleguen a más gente, vincular a la gente a instituciones como la Clínica Condesa, para que tomen tratamientos o estudios consecutivos, poder empoderarlos un poco más porque tienen derechos y los hagan valer. Esa es nuestra meta a corto plazo. Queremos generar más proyectos con otros colectivos, como el Yaca, que trabaja con población LGTB, porque esta parte de la población es de las más vulneradas.

Llevamos una cosa que se llama Cultura de Paz y la idea es que lleven esta misma idea a través de una escucha activa.

  • ¿Qué opinas del papel o las acciones del Gobierno con la población de calle?

Creo que el papel del gobierno no ha sido en ocasiones tan adecuado. No tan bien pensado. Actualmente sí hay proyectos para pobladores de calle, pero son albergues con ciertas cosas qué cumplir, con horarios específicos y con nada que recojan en calle, pero muchos de estas personas viven de lo que recogen en las calles como cartón, etc.

Creo que el gobierno tendría que vincularse más con los colectivos que tienen varios años trabajando para este sector y así hacer una inercia de trabajo en conjunto, con albergues o proyectos más pensados adecuadamente para las necesidades que se tienen en la calle.

El gobierno ha dejado un gran hueco y debería aprovechar la experiencia de los colectivos, sin embargo, hay ejemplos muy notables; como aquel cuando la Marina vacunó contra el Covid a las personas de calle en la zona centro, y varios compañeros se sumaron a esta campaña, el resultado fue una jornada de salud muy eficaz.

Otro ejemplo fue la jornada de salud que se hizo en Pilares Cantera donde el gobierno atendió a esta parte de la población para vacunarla, se vacune, limpieza bucal, medición de glucosa, los midieron, pesaron… entonces vemos que si se podría trabajar muy bien en conjunto.

Para finalizar, nuestro entrevistado concluye con una frase sentencial:

«Estamos inmersos en mucha violencia. Ya no nos violentemos entre nosotros mismos, generemos empatía, puentes de apoyo, la mejor forma de resistir es la existencia misma».

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