Se solicita ayudante

 

Por Carlos Alonso Chimal Ortiz

Foto: Eréndira Negrete

 

Suena el despertador. Son las 12:45. Él se levanta y sale de su cuarto de servicio en donde vive. Abre otra puerta de aluminio y entra a un baño de dos metros por dos. Orina mientras se rasca la cabeza. Regresa a su cuarto y enciende una pequeña televisión de esas de antes. Tiene una antena de PVC que sale por la ventana para poder sintonizar ocho canales.

De un viejo frigo bar saca una rebanada de pastel protegida por dos platos de plástico. Eran de un cumpleaños al que había ido unos días antes. Toma un vaso de plástico, de esos rojos para las cubas, y sale al lavadero a servirse agua. La bebe de un solo trago.

En su cuarto hay una bolsa de frituras abiertas y con eso se corta lo empalagoso del pastel. Se vuelve a acostar en su colchón y se duerme.

Se llama Cuitláhuac Hernández y tiene 20 años. Se independizó un año atrás después de ver que su padrastro golpeaba a su mamá. Hacía mandados, pintaba casas, barría y trapeaba el edificio en donde vivía. Los vecinos le daban una lanita, todo lo que le cayera.

Despertó a las 19:22 y salió al lavadero a enjuagarse la cara. Se escuchó un chiflido y se asomó a la cornisa del edificio. Gritó:

“¡Ya voy!”, seguido de otro chiflido

Llegando a la puerta de entrada del edificio estaba su amigo el “Zeta”. Le decían el “Zeta” porque era zipizape, o sea, habla seseando…

–¿Cómo edtads?

–Bien, bien, aquí buscándole– mientras se rascaba la cabeza.

Se fumaron un par de cigarros afuera de la tienda que estaba a dos cuadras de su casa. Platicaron del resultado del partido de los Pumas y se despidieron. Cuitláhuac vio un letrero en el teléfono público de la esquina de su casa, pegado con una cinta adhesiva que citaba:

“Se solicita ayudante”:

Sexo            –        Masculino

Edad          –        19 a 23 años

Horario      –        Nocturno, con disponibilidad de tiempo

Sueldo        –        Muy bueno

Solo fines de semana. Interesados comunicarse al 5545414105 preguntar por Esteban.

Cuitláhuac desprendió el anuncio y se fue a su cuarto. Se acostó en su colchón y estaba inquieto mientras miraba una y otra vez el pedazo de papel. Eran las 23:12. Respiró profundo. Se puso una sudadera y bajó al teléfono de la esquina.

Levantó la bocina y marcó el número. Sonaron cuatro tonos y ya iba a colgar cuando se escuchó una voz molesta.

–¿¡Bueno!?

–Perdón, buenas noches. Me llamo Cuitláhuac y hablo por el anuncio del teléfono.

–Ah sí, ¿tienes donde anotar?

Cuitlahuac sacó una pluma de su pantalón… Sí, lo escucho.

–Ok, anota. Calle Juan Dieguito esquina con Arturo Dávalos, número 157, departamento 302. Mañana a las cinco de la tarde te espero.

–¿Pero de qué se trata?

–Mañana a las cinco de la tarde, ¿ok?

–Está bien. Muchas gracias. ¿Bueno? ¿Hola?

Tuuu tuuuu tuuu… se había cortado la llamada.

Regresa a su cuarto y está dando vueltas en su colchón. Ya es la 01:36 y se queda dormido.

A las 11:48 de la mañana él está sentado en el escusado viendo un panfleto de un centro comercial mientras imagina que tiene el dinero para comprar todo lo que se le antoja, vestido con un saco color azul de pana y pantalón color café, una camisa blanca medio abierta y el carrito lleno de cosas…

Les diré que fui un don nadie
y ni una chica se fijaba en mi
Hoy muchas cosas he logrado,
ya han de saber por qué razón

De día y de noche he trabajado
y siento satisfacción

Y ahora soy un hombre que les causa admiración

Porque tengo mis millones
y chamacas de a montón

Soy un hombre respetable, y el mundo está a mis pies.

Cuitláhuac se persigna ante una imagen de la virgen de Guadalupe que tiene detenida con un clavito en su pared. Sale de su cuarto. Son las 16:32.

Llega a un edificio y toca el timbre 302.

–¿Quién es?

-.Cuitláhuac Hernández. Vengo por el anuncio del teléfono. Ayer me citó a las cinco de la tarde.

–Ah sí, pasa.

Tuuuuuuuuuuuuuuuu… se abre la puerta.

Sube unas escaleras y llega al departamento. Toca la puerta y le abre un hombre. Le da la mano

–Esteban. Pasa y siéntate. No tardo. En un momento te llamo

–Gracias. Soy Cuitláhuac– mientras asentía con la cabeza.

Entra a un pasillo donde hay otros tres jóvenes sentados esperando.

–Buenas tardes– los demás lo voltean a ver y lo saludan. Después de unos minutos sale Esteban con otro joven de una recamara.

–Muchas gracias. Yo te llamo.

–“Hernán Gutiérrez”.

Se levanta otro joven y entra a la recamara con Esteban.

Después de unos minutos sale el joven con Esteban… Muchas gracias. Yo te llamo…

–“Arturo Méndez”.

Se levanta uno de los jóvenes que estaban sentados ahí y le recalca: “¡Meléndez!”

Esteban dice: “Sí, lo que sea. Pasa conmigo. Arturo se levanta y se va con Esteban.

Cuitláhuac está aburrido. Mueve una pierna de un lado a otro y le pregunta al último chico que estaba esperando:

–¿Para trabajar de qué es esto?

–No tengo idea hermano.

Cuitláhuac estaba dormido cuando lo despertó una voz fuerte que decía su nombre.

–Sí, soy yo.

–Pasa por aquí por favor.

Cuitláhuac está sentado en una silla y Esteban lo mira fijamente.

–Levántate por favor.

Cuitláhuac se levanta.

–Estira los brazos por favor.

Cuitláhuac estira los brazos a los lados, dudoso.

Esteban lo mira fijamente y le dice: “Haz como pato”.

–¿Cómo?

–¡Como pato chinga! ¿Por qué todos me preguntan lo mismo? ¿No entienden?

–Perdón– Cuitláhuac prepara la garganta y hace un “Cuuuac”

–¡Hazlo bien!

–Cuac, cuac– un poco desafinado y agudo.

–¡Pareces un pato a punto de morir!

–Cuuuuuaccc Cuuuuuacccccc.

–¡Eso! ¡Sigue así!

–¡CCCUUUAAAACCCCCCCCCC!

–¡Exacto! ¡Ahora quítate la camisa y quiero escuchar al pato que acabo de escuchar hace dos minutos, chinga!

Cuitláhuac se quita la camisa dudoso y de todo su ser le salió un cuac hermoso. Algo que era de admirar.

–¡CUUUUAAAAAACCCCCCCCCCCCC!

–¡Sorprendente! Eres el mejor pato que he escuchado. ¿Sabes? Tienes el trabajo.

Cuitláhuac con cara de duda le pregunta:

–¿Cuál trabajo?

–Eres mi pato. Mañana te veo aquí a las 10 de la noche. Entras, te metes a esta recamara, te encierras. Cuando escuches un aviso, tú sabrás cual es, sales de ahí, te metes a la segunda recamara y empiezas a hacer como pato. Cuando te dé otra señal, sales de esa recamara a la anterior, te paso tu pago por debajo de la puerta y te vas, ¿es muy difícil?

–No, está bien… gracias, hasta mañana.

Cuitláhuac sale del edificio y va en el Metro pensativo. Llega a su cuarto y está inquieto, dando vueltas en su colchón, sudando. Se quedó dormido a las 03:45.

A las 11:47 del otro día Cuitláhuac está frente a un espejo que tiene en su cuarto, ensayando sus “cuacs” de perfil, agachado, sacando el pecho, con tal de encontrar una mejor acústica.

Llega a la tienda y le dice a Vanesa que ahora si ya le va a pagar, que ya tiene una chamba muy buena…

–Mira Cuitlo, nada más no y me das tu tele o algo de valor porque mi papá ya me está descontando de mi pago…

–Confía en mí. Toma un Jarrito y unas Papas y se va a su cuarto para prepararse en su primer día de trabajo.

Cuitláhuac va pensativo en el vagón del Metro. Está nervioso. No sabe lo que va a pasar en su primer día de trabajo. Llega al edificio y toca el timbre. Espera dos minutos. Está a punto de irse cuando se escucha el timbre de la puerta que se abre. Sube las escaleras y la puerta del 302 estaba abierta.

Se dirige a la recamara correspondiente y se sienta en una silla a esperar. Se levanta. Se sienta. No sabe si huir, si quedarse. Está pensando en que puede ser una red de pederastas o de un clan de personas que hacen pactos con el diablo y lo van a abrir en dos y se van a comer su corazón con vino tinto, cuando se escuchan por afuera algunos bullicios.

Él deja de pensar para tratar de adivinar de qué se trata. Se escucha un silencio de unos dos minutos más o menos cuando se escucha un grito…

–¡YA!

Cuitláhuac nervioso abre la puerta y se va a la habitación que le habían indicado y CUUUUAAAACCC, CUUUAACC, CUUACC. Respiraba y CUUUUAAACCC, CUUUAAACC. Se estiraba y apretaba el abdomen para una mejor presión y por lo tanto mejor volumen o intensidad en su caja torácica. CCCCUUUAAACCCCC. Estuvo así como 20 minutos. La garganta ya le raspaba, pero él no abandonaba su papel, su trabajo… CCCUUUAAACCCCCC…

–¡Basta!– se escuchó en la otra habitación.

Se quedó callado y sin esperar respuesta se dirigió a la recamara anterior. Por debajo de la puerta vio un sobre amarillo que decía: “Ahora vete”.

Salió corriendo del departamento, del edificio y, sin voltear a ver hacia atrás, comenzó a correr. Iba sudando, con miedo. No entendía nada. Llegó a la esquina y se recargó en la pared respirando agitado. Se quedó mirando el sobre fijamente y lo abrió.

Había 5,200 y un recado que decía: “Eres un buen pato. Háblame pasado mañana a las 16:00 hrs. Gracias”.

Soy todo un señor, de todo tengo lo mejor
Si voy a fiestas o reuniones
siempre llego en carro sport

Y mi novia es artista
de cine y televisión.
Y ahora soy un hombre que les causa admiración

Porque tengo mis millones
y chamacas de a montón
Soy un hombre respetable
y el mundo está a mis pies ¡yeiyei!

Al llegar a la esquina de su casa se encontró a la bolita de gandallas, esa bolita que siempre está mirando nada más a ver quien pasa y se sienten dueños de la calle, comandada por el “Gus”.

–¿Qué onda pinche Cuitlo? ¿Ahora si vas a jalar o qué, te pega tu novio el “Zeta”?

Cuitláhuac, lleno de excitación y emoción, lo levanta de los brazos y lo estrella contra una cortina de una accesoria cerrada.

–¡Mira pinche Gus, déjame de estar chingando o te parto tu madre cabrón!

Cuitláhuac está con sus amigos en una cantina. Él los invitó. Mauricio ya está dormido en la mesa. Ya llevan cinco horas ahí.

–¿Puez en qué trabajaz? ¿Haz de zer rata verdad? Jajajaja…

–No, cómo crees. Cuido a una anciana y le leo cuentos en lo que llega su hija.

–¿Ha de zer puta verdad? Jajaja

–Jajaja. No creo. La vida es muy rara y hay gente muy rara– mientras se queda pensativo.

Mauricio despierta y dice entre dientes:

–Consígueme una chamba así pinche Cuitlo.

–Pues déjame ver, siempre hay viejitas en todo el mundo…

–Bueno, y que me encuentro a la Jenny y papas. ¡Moles doña María! (comentó Sergio).

Y todos gritan: ¡Noooooooo!

–¡Ah huevo!, siempre la traje muerta.

Todos reían y cantaban mientras pasaba la noche y parte de la madrugada.

Al otro día se levanta Cuitláhuac con una cruda enorme. Agarra del piso una caguama a la mitad y se la bebe de un solo trago, caliente y amarga. “Ay güey, qué buena peda”.

Se baña con agua fría y se viste. Tiene una cita con el teléfono.

–¿Bueno?

–Hola, soy Cuitláhuac. Me dijo que le llamara hoy a las cuatro.

-Sí, ya sé quién eres. Hiciste un buen trabajo. Nos vemos hoy a las 10 de la noche. Lo mismo de la vez pasada. Adiós.

Cuitláhuac se queda pensando y va a la tienda.

–Vane, te vengo a pagar.

–Vaya, ya era hora.

–Te voy a dejar 100 pesitos más para futuros préstamos, ¿va? Quiero jamón, el mejor que tengas, pan, y una cocota bien fría porfis.

Cuitláhuac estaba en su cuarto viendo la tele, comiendo sándwiches con coca cola, y le pegaba a su tele porque no llegaba la señal.

–Vas a ver que te voy a cambiar por una tele así bien grandota y chingona, un estéreo y un “dividi”. Ahora es tiempo de cambiar mi vida. Ya me lo merezco.

Cuitláhuac va en el Metro a su cita. Se sube un vendedor con unos patos de hule, esos que los aprietas y hacen un cuac hermoso. Bueno, eso nadie lo nota, sólo un conocedor de patos, un patólogo.

Llega al departamento. La acción de la vez pasada. Sus mejores “cuacs”. Le dijeron basta. Fue a la recamara de al lado. Tomó el sobre y salió del departamento. Esta vez ya no corrió. Llegando a la esquina abrió el sobre. 8,400 pesos y otro recado:

“Que tengas una buena semana. Háblame el viernes a las 16:00 horas, gracias”.

Puedo tener lo que yo quiera
y darme el lujo de escoger

Ahora voy feliz por el mundo
y en el mañana no debo pensar

Pues de una cosa estoy seguro
y no…

Esa semana Cuitláhuac fue al Zoológico de Chapultepec. Estudiaba a los patos. Trataba de imitar sus “Cuacs”. Iba a la biblioteca a estudiar su papel. Leía sobre la vida silvestre de los patos. Iba al café internet para descargar toda la información que podía sobre los patos.

En su cuarto ya tiene una pequeña pantalla y un reproductor de DVD, unos discos piratas del History Channel, pues de patos. También tiene un pequeño celular que cuando suena tiene un ringtone de patos.

Ya está detrás de la puerta haciendo sus mejores “cuacs” cuando empieza a sonar su teléfono celular, cuac, cuac, cuac, cuac…

Contesta en voz baja

–¿Bueno?– pero sigue con su trabajo– CUAC, CUAC, CUAC…

–¿Cuitláhuac?

–Sí, ¿qué pasó? CUAC CUAC CUAC

–¿Qué haces? Soy yo, el Zeta.

–Güey, estoy ocupado… CUAC CUAC

–¡Se metieron a tu cuarto y hay muchos policías, tienes que venir en chinga!

–¡No mames! ¿Neta? ¿No es otra de tus bromas? CUAC CUAC CU… voy para allá.

Cuitláhuac corta la llamada y empieza a gritarle a Esteban.

–¡Es una emergencia, me tengo que ir!

–¡Síguele chinga!

–CUAC CUAC… ¡Es que me tengo que ir!

–¡Que sigas con una chingada mierda!

Cuitláhuac abre la puerta y sale de la recamara, se dirige a la otra puerta y la abre…

Su cara se transformó al ver tal escena. Le brotaron lágrimas y sólo le salió un grito de la boca. Le temblaban las manos y salió corriendo del departamento. Iba horrorizado, llorando y temblando.

Abrió la puerta de la salida y atravesó la avenida sin parar, cuando una camioneta de Bimbo lo arroyó y le quito la vida de un solo golpe.

Una semana después…

Va el Gus caminando por la calle. Todavía tiene el ojo morado y se regresa al teléfono de la esquina porque le llama la atención un anuncio que dice:

“Se solicita ayudante”:

Sexo            –        Masculino

Edad          –        19 a 23 años

Horario      –        Nocturno, con disponibilidad de tiempo

Sueldo        –        Muy bueno

Solo fines de semana,   Interesados comunicarse al 5545414105 preguntar por Esteban.

Levanta la bocina y marca el número

–¿Bueno? Hablo por el anuncio…

Les diré que fui un don nadie
y ni una chica se fijaba en mi
Hoy muchas cosas he logrado,
ya han de saber porque razón

 

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