Noches blancas: luz en medio de la oscuridad

Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell

San Petersburgo, Rusia. En medio del fenómeno natural llamado Noches Blancas, un hombre ve pasar a la gente y a la vida misma, pero todo cambia cuando, por azares del destino, conoce a una joven llamada Nastenka. El encuentro entre estos dos seres será inolvidable para ambos.

Noches blancas es un trabajo del célebre autor ruso Fiódor Dostoyevski y su estructura consiste en un formato de novela corta que, a su vez, se divide en seis secciones, siendo cuatro de ellas una noche blanca; esto es, un día en el cual jamás cae el sol y la madrugada es muy similar a un atardecer, mientras que el amanecer llega muy temprano. 

En la primera de estas noches, el protagonista, del cual jamás se sabe su nombre y quién es el narrador, tiene un encuentro fortuito con Nástenka, a quien rescata del acoso de un borracho. 

A partir de ese momento se dan una serie de conversaciones en la que ambos intercambian experiencias así como sus historias de vida, y se dan cuenta que no son tan distintos uno del otro, puesto que su situación económica no es muy buena, además que la soledad es una constante en sus vidas.

Y es justamente la soledad el componente principal de la trama de este libro, ya que el joven, a través de un monólogo, expone su alma y habla acerca de lo que significa estar solo, pero a la vez no perder nunca la esperanza de que algún día esa situación cambie. 

Y cuando toca el turno de Nástenka de hablar de ella, el amor se hace presente al relatar su historia con un joven que le ha hecho promesas aún sin cumplir. 

Es así como temas tales como los antes mencionados pueden hallarse en este texto, además de la ilusión que se gesta en el interior del ser humano; la

esperanza de un futuro mejor; el desamor, producto de las situaciones tanto internas como externas, y el consecuente desengaño que viene acompañado de la infelicidad. 

El protagonista representa al soñador que vive de anhelos para así poder lidiar con su presente plagado de problemas económicos y encuentra en Nástenka un bálsamo a todo aquello que lo aqueja, ya que la chica no es sólo bondadosa, sino empática y desarrolla sentimientos muy bellos hacia el joven, quien no puede evitar sentirse atraído hacia ella y la ve como una posibilidad de ser feliz. 

Y así es como estas dos almas solitarias se reconocen una a la otra.

Noches blancas es un texto muy corto y, por lo tanto, su lectura es amena, aun y cuando los diálogos del hombre pueden ser largos y hasta complicados, puesto que hace una pequeña disertación sobre el ser humano y su naturaleza solitaria. 

Es muy fácil empatizar con él, ya que representa la inseguridad, producto de la necesidad de hallar un alma gemela y no poder tenerla, así como el ser un mero espectador en su propia vida y ver pasar el tiempo sin tener alguien a quien amar. 

El lector será testigo del lazo que crean ambos personajes a través de su generosidad y comprensión, pero jamás desde la cursilería, sino desde un profundo y complejo análisis de la condición humana, así como de los sentimientos involucrados, lo que nos lleva hasta una conclusión inevitable, con su respectiva dosis de tensión, pero que en todo momento deseamos

que cambie para bien de los personajes. 

Es así como nos damos cuenta que Dostoyevski nos dejó un clásico para la posteridad, ya que los tiempos modernos nos han aislado y las relaciones se

dificultan cada día más, por lo que hemos de decir que nos encontramos ante un visionario.

Noches blancas. Fiódor Dostoyevski. 1848. Editorial Elejandría.

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