No he salido de mi noche: olvido que se lleva todo

Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell

Francia. 1984. La madre de Annie ha sido diagnosticada con Alzheimer y es recluida en una residencia donde le dan los cuidados que requiere. A partir de ese momento, su hija comienza a escribir un diario donde hace una crónica de sus días en ese lugar.

No he salido de mi noche es un trabajo de la recién galardonada con el Premio Nobel de Literatura Annie Ernaux. Es un texto autobiográfico (al igual que El acontecimiento, uno de sus libros más reconocidos), en el cual nos relata el día a día de su madre en el hogar de cuidados donde tuvo que ser internada debido a su condición. 

Cada día está relatado en un párrafo donde describe el estado de salud de su madre, así como las personas que también se encuentran ahí, por lo que el lector es testigo de momentos muy íntimos entre madre e hija. 

La autora no se ahorra detalles por lo que, al avanzar la lectura, vamos siendo partícipes del deterioro mental y físico de su progenitora y de lo que esto va provocando en la psique y emociones de Annie, quien además tiene que lidiar con su vida familiar en casa.

Este texto no es solo la bitácora de una enfermedad, sino también un retrato de la compleja relación entre una madre y una hija, pero contado no en forma lineal, ya que la autora intercala el presente con remembranzas de su niñez, adolescencia y juventud, en un intento por recordar a su madre como era y ha sido y no por su estado actual, donde ha sido reducida a un ser sin memoria. 

El lector es confrontado con la durísima realidad de perder a un ser querido en vida, esto es, cuando la persona que amamos deja de ser ella debido a que su esencia es borrada junto con sus recuerdos y características que la hacen ser quien es. 

Asimismo, nos recuerda que, en algún momento de la vida, los hijos terminamos siendo padres de nuestros padres ya que estos vuelven a ser niños al convertirse en seres dependientes de lo más básico, con la diferencia de que es una vida que se va apagando. 

Se nos habla también de cómo el progreso de una enfermedad como esta hace mella en el cuidador, quien a ratos cae presa de la desesperación pero también de los remordimientos y, a la vez, es atormentado por fantasmas del pasado tales como una no muy buena relación previa con el enfermo.

También están presentes la impotencia, por no poder decirle aquello que se ha quedado en el tintero, eso sin contar con el lidiar con la incapacidad de comprender al cien por ciento una enfermedad que es tan cruel que le arrebata a quien la padece su razón, sus pensamientos y por lo tanto, su libertad y su poder. 

Además, el lector sentirá en algunos momentos que es enfrentado con la posibilidad de un futuro donde le toque ser el cuidador o el cuidado y, en ambos casos, las experiencias pueden ser muy fuertes.

No he salido de mi noche es una lectura difícil, ya que la autora no se guarda detalles de ningún tipo. 

Además, por ser un texto tremendamente íntimo y personal, el lenguaje es sencillo de más; es decir que, así como las ideas le llegaban cada noche al regresar de la casa de cuidados, así las plasmaba y no la sujetó a revisión, por lo que se convierte en un escaparate de sus ideas más profundas sin tapujos. 

Sin duda el lector conectará con este libro porque, antes que todo, nos habla del amor por la madre o el padre y lo que seremos capaces de hacer en nombre de ese amor, que siempre será más fuerte que todo. Incluso que el olvido.

No he salido de mi noche. Annie Ernaux. 1997. Editorial Cabaret Voltaire.

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