Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell
Calcuta, India. Década de los sesenta. Ashoke y Ashima Ganguli salen de su país para irse a vivir a Estados Unidos, ya que Ashoke estudia ingeniería en Massachusetts. Una vez que se establecen y empiezan a hacer su vida en común, llega su primer hijo, cuyo nombre determinará su relación con sus padres y su forma de ver el mundo que lo rodea.
El buen nombre es un trabajo de Jhumpa Lahiri, escritora de origen bengalí, pero nacida en Estados Unidos, quien seguramente se inspiró en sus propias vivencias para este libro que nos relata la historia de una familia en particular pero que representa a muchas otras que, como ellos, dejan atrás su vida en otro país para empezar de cero en otra tierra.
Otro mundo que, de entrada, puede parecer hostil y demasiado ajeno a lo que conocen, por lo que el matrimonio Ganguli tiene que afrontar el cambio tan brusco de la mejor manera que pueden, aún y cuando él sí se adapta pero ella no.
El hijo de Ashima y Ashoke recibe por nombre oficial Nikhil y, como apodo, Gogol, tal como lo dicta la tradición hindú, que indica que cada niño debe tener ambos nombres que deben ser autorizados por su abuela.
Pero como la carta donde ésta envía el nombre tarda y el niño necesita tener su nombre, su padre decide nombrarlo así en honor al escritor Níkolai Gogol, por quien siente una predilección y un lazo especial. Gogol no gusta de su nombre y esto se debe a varias razones.
El texto nos presenta a los Ganguli, quienes son como el grueso de las familias que tienen que dejar su país de origen y, al llegar a su destino, se enfrentan con el shock cultural de inicio, así como la forzosa adaptación a un territorio completamente distinto, en el que las costumbres son diametralmente opuestas a las suyas.
Por esta razón Gogol y Sonia, su hermana menor, están muy influenciados por la cultura occidental en todos los niveles, creando así un contraste con lo que viven dentro de su casa, ya que sus padres se niegan a adoptar el estilo de vida estadounidense.
Es así que este texto nos habla del desarraigo, la soledad, la melancolía, la nostalgia, el sentirse extranjero, tanto en el país en el que naciste, como en el de tus ancestros (la clásica sensación de no ser ni de aquí ni de allá); el querer adoptar las costumbres de ambas tierras para hacer una simbiosis y sentirse lo más incluido posible.
También de la negación de la esencia por estar en busca de la aceptación, así como la necesidad de pertenencia.
Gogol ve su nombre como una cruz pero este, a su vez, es un recordatorio de un milagro experimentado por su padre, por lo que viene con una carga importante que tiene que aprender a sobrellevar, ya que en ese nombre va también su identidad como ser humano y como miembro de esa familia.
El buen nombre está escrito con una prosa muy clara y bonita. El narrador describe, mas no juzga a los personajes que, dicho sea de paso, causan empatía entre el lector y es fácil identificarse con ellos.
Sobre todo en estos tiempos donde cada vez son más comunes las historias de inmigrantes y refugiados, además de la brecha generacional, que suele ser un tema universal.
La autora probablemente echa mano de sus experiencias y es por ello que este texto se siente conmovedor y apela al sentimiento de extrañar aquel lugar que nos vio nacer y en donde están nuestros primeros y más fuertes cariños, pero que solemos dejar en busca de algo mejor, aun y cuando nada garantiza que lo hallemos o que nos haga felices o, peor aún, si terminamos perdiéndonos a nosotros mismos en el proceso.El buen nombre. Jhumpa Lahiri. 2003. Editorial Narrativa Salamandra

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