Por Jesús Eduardo Vázquez Tavera
Un día más en la doble vida de José Alberto Flores, de 52 años de edad. Hoy, junto a los comediantes Radamés de Jesús y Hugo Alcántara, “El Indio Brayan”, hará una presentación del nuevo show de comedia llamado “Circomedy” en la Plaza de Toros “Silverio Pérez”, ubicada en las instalaciones de la Feria del Caballo de Texcoco.
Desde la mañana espera ansiosamente el momento en que saldrá al escenario para desenvolverse en este trabajo que por poco más de 35 años ha ejercido pero que, desde hace aproximadamente diez, ha sido más reconocido gracias a su participación en una amplia variedad de programas de Televisa.
A las 5 de la tarde ya se encuentra esperando junto a Roberto, o como él lo llama, “El Achichincle”, la camioneta que lo llevará a las instalaciones del evento. Cuando ésta llega vienen dentro su representante Carla Oaxaca y las bailarinas que amenizan el show, Fernanda y Viridiana. Por su parte, Radamés, “El Indio Brayan” y su asistente, los verán ya en el lugar del evento.
Poco antes de dar las 7 de la noche la camioneta ingresa al lugar por un pasillo especial que da a la parte trasera de la Plaza de Toros de la Feria. José Alberto y su “achichincle” bajan de la misma y se dirige a la improvisada carpa que servirá como camerino, mientras las bailarinas se cambiarán en el vehículo.
José observa por fuera el inmueble con una capacidad de aproximadamente seis mil personas, esperando que en esta ocasión se genere una buena entrada. Ya estando dentro de la pequeña carpa de seis metros por seis metros, que tiene un par de sillones, un espejo y una pequeña mesa con bocadillos, José toma asiento y se coloca frente al espejo para comenzar la transformación que ha hecho por más de tres décadas, esa que le ha ayudado a mantenerse económicamente, y por la que se ha colocado en el cariño de miles de personas, principalmente niños, o como él prefiere llamarlos, “sus chavitos”.
Mientras se pone su enorme pantalón, que en esta ocasión es de color plata y en cada bolsa tiene la figura de un chupón en color rojo, José Alberto recuerda con nostalgia la época en que debido a las carencias que tenía su familia, tenía que trabajar como albañil o carpintero, pero también cuando recibía muchas críticas por querer sobrevivir del noble oficio de payaso, así como las tristezas que pasó por mantenerse vigente en ese sueño.
También, cuando gracias al programa “Se Vale”, pudo darse a conocer a nivel nacional y lograr la admiración y cariño de muchos televidentes, así como la oportunidad de estar presente desde esa época hasta el día de hoy en muchos de los programas de Televisa, dando lo máximo de sí en cada presentación.
Después, se coloca los gigantes zapatos que caracterizan a los payasos. En esta ocasión emulan al clásico diseño de la marca “Converse”, dándole un toque más chusco a su personaje. Se pone una playera negra que en cada manga tiene estampadas unas estrellas y, sobre esta, los tirantes que sostienen su gran pantalón. Ahora viene el detalle más grande de su metamorfosis, el maquillaje. Su “achichincle” coloca sobre la mesa una caja negra con algunas pinturas especiales.
José Alberto toma una especie de crema que fungirá como base, la cual se coloca en gran parte del rostro para que la pintura no se le corra y le dure un mayor tiempo. Acto seguido toma un delineador negro con el cual delimita una gran sonrisa y una especie de óvalos a medias alrededor de sus ojos. Dentro de estas figuras coloca pintura blanca. En el contorno de sus ojos pasa una pequeña brocha con maquillaje color verde fluorescente que lo hace cada vez más irreconocible. Con una especie de labial rojo dibuja una sonrisa más discreta, no tan grande como la hecha con el color blanco.
La transformación continúa. Toma un bote de maquillaje color durazno y se lo unta en las partes del rostro que no han recibido pintura. De esta manera casi todo el cambio de personalidad está hecho. Con el mismo delineador que utilizó al principio dibuja unas pecas debajo de los ojos. Ahora ya sólo faltan dos elementos más: saca de su mochila una peluca de color negro con los cabellos parados. Mientras se la está colocando se oye en la entrada de la carpa una voz aguardentosa que dice:
–¡Qué pedo pinche belleza! ¡Ya llegamos! ¿Me extrañaste? Es Radamés, que viene con “El Indio Brayan” y su asistente.
José voltea y los saluda mientras se termina de colocar bien la peluca. Por último, queda el detalle que quizá sea el más importante y que le puede dar la identidad de un verdadero payaso, la nariz. De una caja de plástico transparente saca una esfera de un tamaño similar a una bola de tenis, sólo que ésta es de color rojo. Le unta un poco de pegamento especial y se la pone. De esta manera la metamorfosis ha culminado. Desde ese momento ya no será conocido como José Alberto Flores. Ahora se ha convertido en el reconocido y querido payaso “Chuponcito”.
Otro elemento que además de la vestimenta y caracterización lo hace ser “Chuponcito”, es sin duda alguna la voz chillante que hace, emulando a un niño, dándole de esta manera un toque de inocencia al personaje. Como hecho curioso, desde ese momento siempre mantendrá la voz, no pierde la esencia del personaje aunque esté con las personas que más confianza le brindan.
A pesar de ya tener el vestuario definido del personaje, el concepto del show es iniciar el primer acto con un traje de gala, por lo que mientras Radamés fungirá como presentador de los circos clásicos, con un pantalón negro, un largo saco de color rojo con detalles dorados y un sombrero, “Chuponcito” y “El Indio Brayan” utilizan un pantalón negro, una camisa blanca con un moño en el cuello y un saco negro de lentejuelas, por lo que José Alberto se lo pone sobre la vestimenta de payaso.
En lo que da inicio el show, los tres comediantes ensayan el primer número, ya que se les suele olvidar la letra de la canción. Cerca de las 10 de la noche el público ya espera que dé inicio el evento que lleva casi una hora de retraso y piden el inicio de este con chiflidos. Las primeras notas de la pista musical comienzan a escucharse en la Plaza de Toros y el público guarda silencio.
El primero en aparecer sobre el escenario es Radamés, quien se encuentra acompañado del par de bailarinas. A los pocos minutos hace su aparición “El Indio Brayan”, ambos son los encargados de presentar al último integrante y al que el público espera con más ansias. Desde el momento en que Radamés dice: “Ha llegado el mejor payaso del mundo mundial”.
El público comienza a gritar con gran emoción. “Chuponcito” sube uno a uno los escalones del escenario y, mientras se hace presente su silueta, los casi 5 mil asistentes se ponen de pie en un mar de aplausos y gritos de “!Chuponcito¡ !Chuponcito¡ ¡Chuponcito!” El payaso lo único que hace es bajar la cabeza y alzar las manos en señal de agradecimiento.
Al terminar la primer canción con la estrofa “Gracias por estar aquí, hoy se van a divertir, en Circomedy”, Radamés es el único que queda frente al público y da su show durante 45 minutos aproximadamente. Después toca el turno de “El Indio Brayan”, quien en un tiempo similar hace su rutina cómica. Durante este tiempo “Chuponcito” se mantiene concentrado en el seguimiento que tendrá su show.
El momento del último tercio del show ha llegado. “El Indio Brayan” anuncia nuevamente la llegada de “Chuponcito” al escenario, quien ahora ya aparece con su vestimenta clásica y colorida. Tal como pasó la primera vez que subió, el público lo recibe con una fuerte ovación. Por la impresión, “Chuponcito” sólo dice “¡gracias!” con la voz entrecortada por la felicidad que esto le ocasiona.
Su participación se alarga casi a una hora a comparación de la de sus compañeros, ya que el público le continúa pidiendo algunos chistes y, en señal de agradecimiento, les da gusto. Pero el momento de despedir el show ha llegado. Suben al escenario, junto a “Chuponcito”, Radamés, “El Indio Brayan” y las bailarinas para despedirse cantando y bailando “El Noa Noa” del difunto Juan Gabriel.
El público se pone de pie para aplaudir y entonar con ellos la canción. Muchos se acercan al escenario para lograr una foto con alguno de los comediantes, mínimo una “selfie”. Los tres integrantes se acercan a la orilla de la tarima a complacerlos, posando para sus fotos. A Radamés y al “Indio Brayan” los solicita gente mayor de edad, mientras que “Chuponcito” es el más solicitado entre personas de todas las edades.
Por más de 20 minutos se mantiene complaciendo a las personas, pero por razones de seguridad y de logística se le pide al público evacuar el local y a los comediantes regresar a su camerino. “Chuponcito” se coloca en el centro del escenario y se inclina diciendo “¡Gracias por todo!”
El show ha terminado y en el improvisado camerino “Chuponcito” se despoja de la peluca y comienza a borrar su maquillaje con una toalla húmeda. Desde ese momento la fantasía termina y, con una sonrisa similar a la que representa con el maquillaje, vuelve al mundo real José Alberto Flores.