El otro grito

Por Frino

Comparto una vez más estos versos, deseando que sean una invocación para la paz bajo los umbrales de la esperanza…

Soy la bandera que en sus colores
resume toda nuestra cultura,
soy la garganta de un viejo cura
alebrestándose allá en Dolores,
soy enchiladas de tres sabores,
agua de horchata, limón con chía,
soy el bullicio, la algarabía,
tequila a punto en un caballito:
soy el festejo en noche de grito
y soy la cruda del otro día.

Soy la muchacha más elegante
que para el baile compró zapatos,
y soy el rábano que en sus platos
le da al pozole sabor picante.
En la pantalla, soy Pedro Infante
que entre los brazos lleva al Torito,
soy de Provincia, soy del Distrito,
polka, mariachi, norteña y banda,
noche de júbilo y de parranda
de Tlacotalpan hasta Tepito.

Soy serenata bajo la luna
y una manzana con caramelo,
soy pirotecnia que sube al cielo
y soy la rueda de la fortuna,
águila en vuelo, nopal con tunas,
soy el rugido que dio el cañón,
voz en falsete de una canción
multiplicándose con el viento,
baile folklórico en movimiento,
Popocatépetl en erupción.

Soy el galope de mil caballos,
llanta de troka en terracería,
¡soy el valiente en la lotería!
y en el palenque, pelea de gallos.
En el estadio no me desmayo;
brinco a la cancha junto a mi equipo,
pero si quieren un anticipo
de lo que es México en realidad
es más incómoda la verdad:
México es más que un estereotipo.

Porque está claro que en el festejo
no todo es pura frivolidad,
conmemorar nuestra libertad
no es echar cuetes a lo pendejo…
Es preguntarse frente al espejo
¿a dónde vamos como país?
y hacerle caso a la cicatriz
más dolorosa de nuestro mapa:
estoy hablando de Ayotzinapa,
corte profundo en nuestra raíz.

Grito apagado por la censura
guardo silencio en tantos lugares:
de San Cristóbal a Ciudad Juárez,
soy un borrón en la partitura.
Muerto sin fosa ni sepultura,
roja estadística de violencia,
valemadrismo, vil negligencia,
hecho sangriento que ocurre a diario
y ante lo grave de este escenario
…soy apatía e indiferencia.

Hay que gritar por lo que nos duele,
por la miseria y la corrupción,
lo que nos causa preocupación
pero no sale nunca en la tele.
Hablo de un grito que renivele
lo disparejo de la balanza,
que se rebele contra la transa
y no sea objeto de la codicia:
hablo de un grito por la Justicia
por la Verdad y por la Esperanza.

 

 

 

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