Día 75: Nagual, el alebrije que también padece el encierro

Por Rivelino Rueda

nagual | 1 Animal que una persona

tiene como compañero inseparable

y que es su doble,

según la tradición de algunos pueblos:

“Tiene su nagual de cascabel”.

2 Brujo, hechicero;

indio viejo que supuestamente

tiene ojos que echan lumbre

y se transforma en perro

o en coyote.

Diccionario de español usual en México/

El Colegio de México

Ya no se escucha el chirrido metálico. La soldadura de la estructura ósea de Nagual quedó para después. El animal-compañero de tres metros y ocho cabezas está arrumbado en un rincón quimérico por el cataclismo de la peste.

Hace apenas siete meses se ensañó con toda su majestuosidad para llevarse el primer lugar del concurso de alebrijes, que realiza cada año el Gobierno de la Ciudad de México en el Día de Muertos, pero hoy reposa inerte en medio de un tiempo lineal y monótono.

Asoman sólo tres cabezas para tantear la plaga. El pesado polvo de mayo le ha ido quitando colorido al misticismo de su espesa piel de reptil, de dragón, de pez, de licántropo, de felino, de mamífero, de ser mitológico, de xoloitzcuintle y de insecto.

El marasmo de los días sin sol en la urbe mantiene a Nagual aletargado, inerte, enajenado a un encierro involuntario.

Tavo, su creador junto con otros cinco compas, buscan conservar al nagual en su negro cósmico. Tenía una cita en París en abril para una exposición mundial y se vino lo de la plaga. Los artistas hoy planean, en todo caso, crear una compañera para que habite y copule con Nagual, el de cuernos azules de antílope y rostro de jaguar.

Y sí. En el proyecto del colectivo está la creación de un sueño delirante de bambú, hierro, cartón y tinta referente al coronavirus, a la peste, o a la mutación de los seres vivos y los seres mitológicos en esta situación histórica.

En la mente de Tavo y de los otros compas está en proceso una alquimia profunda. Nagual está inmerso en otros sueños de las partes que lo componen a sí mismo. La espera para desentumir sus mil facetas es atonal. La sangre coagulada de su paciencia de licúa entre sus laberintos venosos de vinil y engrudo petrificado.

Son días de estar acorralado y entumido. Los frascos de pintura cerrados. Las ramas de bambú erectas, esperando constituirse en sueños. Esponjas, estopas, brochas, bramantes y navajas estáticas, iracundas de inmovilidad, hendidas en el aburrimiento.

Los pinceles secos. Las montañas de periódico sumando muertos y más muertos por la plaga. Tan solo hoy, en el fin de la Jornada de Sana Distancia y el inicio de la “nueva normalidad en semáforo rojo”, 9,930 decesos y 16,962 casos activos.

Tavo asegura que en las madrugadas Nagual murmura algo. Que sus palabras son diáfanas en el pesado silencio de la peste. Que se trata de una voz sedante y trepidatoria. Que sólo es interrumpida por los lamentos de ambulancias lejanas. Tavo asegura que el nagual pronto se sentirá mejor con su nueva compañera.

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