Por Guillermo Torres
No obstante que se sustentan como demócratas, en la práctica no solamente blanden su doble moral golpista y pretenden ganar con base en una guerra sucia, aún más intensa que sus tergiversadas campañas “políticas”. Lo que en realidad buscan es fraguar su “golpe blando” a toda costa, a pesar de la estabilidad y fortalecimiento del peso, como hace dos décadas no ocurría.
Es el combate a la corrupción y el fin de las prebendas, de los grupos reaccionarios que siempre se habían repartido el producto de esos malos manejos y malversación de recursos, lo que está reportando una estabilidad económica, que si bien de manera inherente no puede reportar un mayor crecimiento económico, es parte de la estrategia, y perfila en lo subsecuente la posibilidad de dicho crecimiento.
El apoyo a los sectores más desfavorecidos de la sociedad y la certera y eficaz atención a la emergencia sanitaria, son factores que, bajo el régimen de estos grupos minoritarios que hoy más que nunca claman por sus privilegios perdidos, de ninguna otra forma habría sido posible sacar avante, más que con el combate al desvío de recursos.
La cuarta transformación ataca de raíz intereses económicos basados en la trampa, el engaño, el hurto, la transa y la vocación bien remunerada en su momento del ladrón de cuello blanco, que ejercían su menester desde las mismas urnas electorales, robando cargos de elección popular como catapulta a las posiciones que permitieran sistematizar y sincronizar una cadena de complicidades para desangrar y desmantelar al país. Esa es su única preocupación e inconformidad “política”.
El cobro de impuestos a empresas gigantescas que usualmente evadían sus responsabilidades fiscales es otro motivo de encono y confrontación para quienes tienen por dios al color del dinero, para esos grupos de individuos deshumanizados que ven en el otro el medio y la vía para beneficiarse a costa de la mentira, la manipulación, el miedo infundado y el terror mediático, generado por los medios de comunicación que tampoco han encontrado en este gobierno la vía para cobrar grandes cantidades de dinero a cambio del canto de sus mejores notas.
A toda costa intentan crispar y dividir a la sociedad, incluso cuando fueron artífices y operadores de muchos de los “argumentos” que ahora presentan como reclamos generados por ellos mismos.
El Gobierno de México se encuentra hoy más fortalecido en un espiral ascendente, que guarda una posición estratégica óptima para reivindicar la reconfiguración que se plantea como proyecto de nación.
A un año de las elecciones intermedias, el panorama electoral se perfila a una derrota aún más contundente de esa horda en la que se ha convertido el espectro electoral en lo que se define como derecha, o lo que queda de ello dicho de manera más propia.
Según sus argumentos no hay respaldo mayoritario para la fórmula de la que son opositores, al tiempo de que se niegan a aplicar la revocación de mandato, porque saben que bajo cualquier circunstancia actual seguirán sufriendo una contundente derrota, así como recorte de espacios y posiciones.
Hoy más que nunca claman por el intervencionismo extranjero, particularmente de lo más recalcitrante del fascismo que existe en el orbe, los residuos del franquismo, la CIA y sus agentes encubiertos más impresentables en Colombia y Venezuela.
La marcha que han realizado en días recientes en varias ciudades del país se pretendió como el punto convergente de un golpeteo que se intensificó con la emergencia sanitaria y le apostaban al principio del fin de la cuarta transformación.
A lo que la realidad apuntó, a la convocatoria de la OMS al doctor López Gatell a formar parte de sus especialistas, como un fortalecimiento y una manera de retomar un nuevo punto de partida que puede tener los matices que socialmente necesita la cuarta transformación para fortalecerse orgánica y organizativamente con la base de la sociedad que requiere para seguir consolidando cambios sustanciales y muy necesarios para la vida democrática del país, bajo un enfoque ecléctico del que no quiere ser parte el sector reaccionario.
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