Por Rivelino Rueda
Petrus necesita un gerente
para poder chicanear probando
que no se interrumpió
el funcionamiento del astillero.
Usted quiere ir acumulando sueldos
por si algún día viene el milagro
y el asunto se arregla
y se puede exigir el pago.
Supongo.
Juan Carlos Onetti/El astillero
Patricio fue solidario con el patrón cuando no durmió tres noches seguidas tras el terremoto del 19 de septiembre de 2017. Tenía que hacer guardia y sacar esas fotos. Mariana fue solidaria con el patrón cuando puso de su bolsa para los viáticos que no alcanzaron. Nunca se los pagaron.
Amanda fue solidaria con el patrón para tener listo el reporte mensual de contabilidad que “urgía para ayer”. Ese día se fue a las tres de la mañana. No le pagaron horas extras. Bueno. Ni siquiera un “gracias” salió de la boca del patrón.
Día Internacional del Trabajo torcido, con regresiones preocupantes en cuestión de derechos laborales. Época de pandemia. De ser solidarios. El patrón pide solidaridad para con su empresa. El patrón se compra un nuevo helicóptero. El patrón tiene un nuevo auto blindado. El patrón ya tiene una nueva camioneta infestada de guaruras prepotentes. El patrón exige ser solidarios con sus privilegios.
El patrón anda estresado porque “no salen las cuentas” en la crisis epidemiológica. El patrón está deprimido. El patrón se va a su casa de Miami para “reflexionar” sobre el negocio. Antes “manda decir” que hay que ser solidarios con la empresa. Algún asesor le aconseja al patrón tomar las medidas de siempre, la solución mágica. El patrón determina, de nuevo, irse contra el eslabón más débil.
Manda decir. Porque el patrón siempre “manda decir”. Nunca da la cara. “Manda decir”, pues, que “hay que ser solidarios”. Da instrucciones precisas de que la palabra “solidaridad” sea el gancho para los trabajadores, temerosos, asustados por la situación económica, desesperados por no perder el empleo.
“Manda decir”, pues, que para evitar un recorte de personal habrá una reducción de salarios de entre el 30 y el 50 por ciento.
El patrón manda torcer la ley y los derechos laborales. Instruye a “firmar convenios” de aceptación de disminución de sueldos. La ley no lo permite. Pero el patrón también es dueño de la daga que pende sobre la cabeza de los empleados. “¡Que se muestre esa solidaridad! ¡Que se muestre que traen puesta la camiseta!”
Jugar con el miedo en tiempos de la Covid-19. Ahí está la clave. Que se recalque eso que “manda decir” respecto a que la medida es “para evitar recortes de personal”. El patrón juega sus piezas. No quiere pérdidas para su empresa.
Eso sí. No hay indicaciones de que el trabajo, en concordancia con la reducción de salario, también se reduce en un 30 o 50 por ciento. No. Por eso las “firmas presenciales”.
¿Vía electrónica? No. No se puede. Hay que protegerse de demandas laborales. ¿Quédate en casa? No. Firma en el papelito. ¿Y si no se firma? Ahí sí no sabemos que pueda pasar. Sólo hay que recordar eso que “mandó decir”. Eso de “evitar recortes.
El patrón pide ser solidarios de nuevo. Estará muy atento a los “convenios” con los trabajadores para que quede claro “quién es solidario y quién no”.
Daniel fue solidario con el patrón cuando aquello de la ausencia en el cumpleaños de su hija. Había que cubrir la nota. Socorro fue solidaria con el patrón cuando no le pagaron tres quincenas seguidas y tuvo que endeudarse para pagar hipoteca, colegiatura, comida, transporte, tarjetas bancarias. El patrón no dio la cara para pedir una disculpa.
Tania fue solidaria con el patrón cuando hacía su primera comida del día a las cinco de la tarde. Hoy tiene úlcera e hipertensión. El patrón ya mandó preguntar cómo va “ella”. Sí. Cómo va su empresa. Tania tiene que ser “solidaria”.
Día 45 de la pandemia. Las autoridades sanitarias anuncian que las próximas dos semanas serán cruciales en la contingencia epidemiológica. El pico de la peste estará a su máximo en los días por venir. El número de contagios y decesos se contarán por cientos. Las defunciones por la plaga llegan a 1 mil 972 y los casos confirmados acumulados a 20 mil 739.
El 1 de mayo de 2014, los Anarquistas de Temuco escribieron:
“Ser un trabajador ejemplar y aguantar sin chistar nunca será señal de orgullo. No seremos esclavos felices. Queremos reconquistarnos. Exigimos la Vida. Y si algo tiene que morir, eso es el orden de explotación que nos somete”.