El miedo detrás de un currículum

Por Astrid Perellón

 

Cuando aplicamos para una vacante laboral, usualmente somos un manojo de nervios. Por muy honesto y atractivo que sea nuestro currículum, nos sentimos vulnerables ante quien juzgará si somos material para su empresa. Pero ¿es la empresa o empleador afín con nuestras necesidades? Estando tan preocupados de agradarle no pensamos siquiera en la posibilidad de entrevistar al empleador.

 

¿Por qué son una A.C. en lugar de una S.C? ¿Tienen experiencia en el ramo? ¿Todo lo que dice su sitio web es cierto? ¿Por qué tienen tanta rotación de personal o por qué esta vacante está disponible? ¿Pagan a tiempo? ¿Responden por el empleado legalmente, con prestaciones, con la ética y moral que le haga a uno ponerse la camiseta de su marca? ¿Tienen una identidad? ¿Sus socios tienen trayectoria, siguen invirtiendo? ¿Tienen estrategias de mercado efectivas, políticas de atención al cliente y de capacitación al empleado adecuadas a lo que yo busco?

 

Preguntas que nunca se hacen y marcarían una diferencia entre presentarse el lunes a una prueba o comenzar inmediatamente a identificarse con sus valores, deseando prepararse en el tiempo libre y no solo al checar tarjeta. No entrevistamos a nuestros empleadores pensando que estamos en desventaja; ellos tienen algo que nosotros queremos: dinero a cambio de nuestro tiempo. ¿Pero y si no lo tienen? ¿Si ellos son los que adornan su currículum o misión y visión a la vista del aspirante o, peor aún, creen lo mejor de sí mismos pero la realidad es que ni siquiera tienen clara la multitud de actividades que nos irán requiriendo y, tras las cuales, sentiremos que nos explotan?

fa-fabulas

En vista de lo anterior, comparto ahora una fábula del aquí y el ahora en la que existió el mejor currículum jamás ideado. Pertenecía a un niño que creció sabiendo que estaría a la altura de aquel documento bellamente expresando sus futuras experiencias y habilidades. Cuando consiguió todo lo proyectado, se le ocurrió que a la única institución a la que le interesaba presentar el currículum era a un banco para solicitar un préstamo y arrancar un proyecto ambicioso.

 

Lo que los colegios rellenadores de currículums no le dijeron es que el banco requiere otros documentos y garantías para los que no lo prepararon, tan ocupados como estaban por mantener su promedio de 10.

 

 

 

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