Por Priscila Alvarado
Hay respuestas para todo,
basta con conocer la pregunta.
Paul- Eerik Rummo
Existen expresiones previas a la experiencia de la realidad. Aquellas que surgen de épocas en que el futuro todavía existía y todo era posible. Pero el encanto ilusorio termina con la amargura de aquellas experiencias sedimentadas en los gestos.
La vida está llena de esos breves plazos de calma. Adicciones index sui de sociedades murientes que son desenmascaradas del mundo aparencial con la brutalidad de la felicidad como utopía, idílica, dislocada e irreal.
Un ir y venir en el inevitable “quebrarse-sonreír” del vacío que nos supera en lo individual.
Pero la búsqueda del sentido termina hecha culpa. Harry, Marion, Ty y Sara viven enclaustrados en un Réquiem de metáforas católicas que se desarrolla con placeres fugaces y agonías prolongadas.
Pero la muerte –del alma y el cuerpo– no proviene de un desasosiego reduccionista entre la inalcanzable relación del “compromiso y pasión”. No es que los personajes, como reflejo de la sociedad estadounidense de la postguerra, carecieran de razón o conciencia en el humor reflexivo de las consecuencias implícitas en el consumo de drogas.
Más bien, y quizá sin que el autor se lo propusiera, el tema de la drogadicción aparece en el film Requiem for a dream como consecuencia de un sistema desprovisto de sentido -como cualquiera.
La pobreza, con el contraste del abandono a la riqueza; el dinero como metáfora de la felicidad; y la degradación corporal como parásito de los sueños; enarbola el enfrentamiento entre la locura luminosa y la anatomía feroz de la realidad miserable en Estados Unidos durante el 2000 –año en que se publicó la película–, frente al Plan Colombia , la colocación de siete bases militares en ese país, el crecimiento de la producción para el abastecimiento de Norteamérica y Europa, encabezado por la DEA y la CIA.
A mitad de la película Ty y Harry intentan sumarse a la plenitud vacía del narcomenudeo, con el único fin de encontrar “paz y felicidad”. A partir de ese momento los personajes cambian su “modo” de consumo y mudan de la pasividad, a los actos activos dentro del sórdido panorama de la violencia mortal de los capos gringos. 2
La historia, construida fundamentalmente alrededor de cuatro personajes, baila entre la realidad de un país que enfrenta -como casi todo- el tema tan espinoso del narcotráfico, herencia de los 80, con relaciones de militarización, securitización, internacionalización y múltiples restricciones –violentas, inhumanas y crueles– a los países productores comoColombia y Venezuela. Y termina con la vida sostenida en el rescoldo de la posguerra, con una sociedad sumergida en una profunda crisis de la salud mental, heredada desde las tropas que participaron en la Segunda Guerra Mundial.
De hecho, Sara, la madre de Harry, palpa el aislamiento cronificador y la tortura de los procesos de “sanación”, cuando el delirio de la pantalla doctrinante, el escándalo de un trastorno alimenticio y la soledad de la pérdida gradual del “todo”, la convierte en una senil sometida a electroshocks.
La cronología del film, más allá del orden en las estaciones del año, es dividida en escalones descendentes de la culpa social, el arrepentimiento, la inmoralidad y el miedo.
Son estos sentimientos, factores de consumo de la libertad -como aquellos ratos de imaginación y deseos inmediatos- y de la memoria histórica que termina acortada en la filosofía de “tener aquello que uno se merece”. Que en el caso de Darren Aronofsky, parece atender más a un aspecto teocrático, que a la concepción de castas aristócratas o de la fortuna romana.
Sin embargo, con un dejo amargo, el destino inexorable de aquellas víctimas del sistema, tan parecido al de un grupo agónico de mujeres octogenarias sentadas al sol, o al abatimiento en la marginación cíclica de un cartero, recuerda que el filo del éxito, la hiriente inestabilidad y el intocable triunfo, no depende nunca de uno mismo.
“Tu poder” es sólo alegoría de la libertad; metáfora del alma desesperada en el sometimiento de un sistema meritocrático que, como la diosa Fortuna –Tyche o Tiké–, te quita y da por puro capricho.
El círculo vicioso, de principio hermético en el vicio de la soledad y la extrañeza –como la negación de la identidad en El extranjero de Camus–, bailotea en los reflectores de Requiem for a dream entre Florida y Nueva York. Tierras avasalladas con todos estos modelos, que giran llanos y superficiales en un “para hacerse rico”, que no logra cubrir ni siquiera las necesidades básicas de la gran parte de la población, esto hizo que los gobiernos no manejaran de forma idónea los conflictos sociales.
Esto sumado a la pobreza, la opresión de la servidumbre, las discriminaciones étnicas y la explotación terrateniente dentro y fuera de Estados Unidos. Dentro y fuera del film.
Harry, Ty, Sara y Marion son ceremonia antes del funeral. Chinches gigantescas, tamaño hombre, deformes, destructivas, que ante las miradas infantiles –o infantilizadas—pueden parecer aterradoras y aisladas.
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1
En Colombia el inicio de la venta de drogas como acto ilícito, se registra a fines del siglo XIX y principios del XX.
Drogas como la marihuana y la cocaína se utilizaban en el país bajo prescripciones médicas y se conseguían sin mayor dificultad en las farmacias y mercados populares. Por aquel entonces, los gobiernos se preocupaban por controlar la calidad de estos productos con el propósito de proteger a los consumidores.
2
De hecho, el origen de la palabra se sitúa en la guerra entre mexicanos y estadounidenses. Los primeros gritaban a los segundos Green go home, en alusión al color del uniforme de los soldados enemigos. Otra versión dice que los batallones de Estados Unidos se identificaban por colores y que cuando le tocaba atacar al verde gritaban: Green go!
3
Que se cobró la vida de miles de militares -nacionales e internacionales- en el exterminio de Medio Oriente y la guerra contra Vietnam. Para luego ampliar la factura con la muerte por envenenamiento con drogas, que según la Drug Enforcement Administration (DEA, por sus siglas en inglés) en su informe de 2017, pasó de 16.849 en 1999 a 52.404 en 2015, siendo el número más elevado del total de muertes por otras causas como los suicidios, accidentes de automóvil, armas de fuego y homicidios. Es decir, las drogas son la primera causa de muerte en EE UU, un país de 326,7 millones de habitantes.
Sugerencias de lecturas para complementar la película:
Fidel Vallejo López y Sebastián Fergadiotti López. (2017). “Historia del Narcotráfico en América Latina e implicancias en los Estados. Los casos de Colombia y Perú”. 04/09/2019, de Universidad de Concepción y Universidad Academia de Humanismo Cristiano Sitio web:
http://www.congresoalacip2017.org/arquivo/downloadpublic2?q=YToyOntzOjY6InBhcmFtcyI7czozNToiYToxOntz
OjEwOiJJRF9BUlFVSVZPIjtzOjQ6IjMxNjciO30iO3M6MToiaCI7czozMjoiOWMxZTNlZGI4OTVjY2EwOTM2MTZk
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GUILLERMO DE LA DEHESA. (2018). El gran negocio del narcotráfico. 04/09/2018, de El País Sitio web:
https://elpais.com/economia/2018/02/08/actualidad/1518088355_153674.html
Cristina Sacristán. (ene./abr. 2009). La locura se topa con el manicomio. Una historia por contar. Instituto Mora, Cuicuilco vol.16 no.45, SN.