Por Guillermo Torres
Dentro de todas las razones y origen de una crisis epidemiológica a nivel global, de la que no se tenía registro, y más allá de su origen artificial y sintético, así como de su dudosa propagación espontanea, circunstancial y fortuita, pero también más allá de los objetivos geopolíticos, pactados o no, entre los principales actores internacionales, es una realidad que México se encuentra en una posición privilegiada y ante una amenaza que, lejos de consolidarse como debilidad, se ha sublimado como fortaleza y oportunidad.
En esta lectura y análisis es preciso comenzar por comentar que, por primera vez en la historia de este país, una situación tan delicada y emergente se ha dejado en manos de la ciencia, de los científicos, de los técnicos.
Es de reconocerse la labor y gestión del doctor Hugo López-Gatell Ramírez y todo su equipo.
México se está reivindicando de la mano de su gobierno, tanto en lo interno, así como a nivel internacional, como un país de peso completo y de talla de potencia en ciernes.
Más allá de la palabra literal, y sin sobredimensionar el término, en contra de todo pronóstico y expectativa de la derecha de tener a mano montones de cadáveres y un descontrol total y absoluto de la situación.
Dado el precedente con el que contaban de primera mano, sobre el hecho de que, de propia mano, habían desmantelado el sistema de salud y generado un sin número de “elefantes blancos”, hospitales inconclusos, que utilizaban solamente para otorgar los contratos a sus séquitos y desviar los recursos correspondientes.
Ya no digamos en una situación tan crítica, sino que, dentro del espiral común en el desempeño de los gobiernos neoliberales, en los anteriores treinta años nunca hubo tema alguno que se pusiera en manos de los expertos en la materia.
Sí, de los tecnócratas adoctrinados exprofeso para cada rubro coyuntural y estratégico para la puesta en venta de la nación, no de los tecnócratas, dicho genéricamente, de los mejores, sino de los más cercanos, de los comprometidos con la ultraderecha sin guardar objetividad científica alguna.
Quizá haya aún mucho camino por andar, pero asentar las bases en ese sentido de una nueva manera de hacer política y gobernar, es algo que definitivamente está dentro de la agenda presidencial, el llenar los espacios correspondientes con los perfiles idóneos y, si bien al comienzo de la cuarta transformación, ha habido poca profundidad en el tema, la tendencia se perfila cada vez más a hacer más con menos.
Reducir el número de plazas que redundaban en una estructura extensa, pesada y poco eficiente, aplicando el tamaño preciso y necesario de la misma con los perfiles idóneos para cubrir las funciones requeridas.
Esto, sin duda, marcará una nueva correlación no solamente a nivel gubernamental, sino políticamente hablando desde la misma base y cantera del movimiento del que ha surgido la cuarta transformación.
Y, sin duda, es algo que no se decretará ni deberá quedar plasmado y escrito para lo propio.
Esto es parte de la reinvención del imaginario, cuyo parteaguas representa esta pandemia, una reflexión a profundidad de cómo se han hecho las cosas, aun pensando de manera mayoritaria que se caminaba en la dirección correcta en medio de la discordia, de la simulación, de la competencia laxa y frontal en lugar de la complementaria, nada más por llenar el ego y las lagunas personales e individuales. Esto en todos los ámbitos e instituciones.
Por lo que es justo, donde se está en la posibilidad de perfilar un sistema de competencia según aptitudes y capacidades, pero también actitudes.
Como cuestionar la manera en cómo se estructuró la cuarta transformación, retomando cuestiones que ya estaban ahí, si no hay la capacidad de sustentar la base que respalde y catapulte la misma en sus siguientes fases.
Sin el acuerdo y conformidad de acoplar un engranaje que camine engrasado como reloj preciso y exacto. Y eso, está pasando hacia adentro del gobierno, a no dudarlo, y luego de tomar las riendas de un país devastado y lacerado durante treinta años de manera más intensa, sistémica y sistemática, a una escala proporcionalmente mayor que los anteriores doscientos años; sin duda no es una tarea fácil.
Dicho simple y llano, en México lo que siempre han sobrado son recursos. El punto está en dónde ha quedado ese recurso, cómo se ha aplicado y a donde ha ido a parar.
Y ese es la principal molestia y argumento de la oposición, que se está sesgando el camino a la corrupción y el otorgamiento indiscriminado de recursos a instancias que no lo han hecho llegar a las necesidades correspondientes, así como el tema de los impuestos, que los gobiernos anteriores condonaban por acuerdo y contubernio con las empresas más grandes de este país.
Situación que se reflejaba en un agrandamiento de la brecha social, incremento de impuestos a la ciudadanía común y la conversión en deuda pública de cuestiones grupales y sectarias.
Lo anterior es de donde se desprende el fortalecimiento de una nación que siempre ha sabido salir adelante en sinergia y solidaridad. La diferencia ahora estriba en que tendrá que ser permanente y más allá del momento de furor.
Es ahora cuando se debe reforzar el tema educativo, formativo, informativo y cultural, que perfile el establecimiento de otras identidades más allá de las creadas durante el siglo pasado por los medios de comunicación como vía de enajenación, en complicidad con el viejo régimen.
Es el momento de fortalecer y catapultar esas identidades más profundas en una nueva forma de interrelación e interacción social, de una solidaridad o, más allá de ello, de una sinergia y convergencia de expectativas y trabajo, enfoque cotidiano para consolidarlo.
De promover la autosuficiencia alimentaria, de enseñarles a nuestros jóvenes a cultivar la tierra en lugar de empuñar las armas, de reactivar los áreas cultivables y la productividad de las mismas en un esquema participativo generalizado y con un sentido patriótico, con la certeza de literalmente estar echando la semilla de un nuevo México.
Porque eso dará pie al fortalecimiento colectivo de producción y propiciará una nueva interrelación comercial entre los actores principales de la misma.
Más allá de los intereses sectarios de los usureros que históricamente han sangrado y sometido a México, esa será la manera más viable, sutil, elegante, contundente, eficaz y sobre todo divertida de terminar de derrumbar el modelo neoliberal, de terminar de limar las patas de esa silla tan peligrosa para México, para que termine por azotar en el suelo por su propio peso.
Esa será la única manera como, dentro de ese nuevo enfoque colectivo, se fortalezca también el tejido social de la mano del movimiento cooperativista que promueva el tequio y el trueque, de un modelo económico y comercial basado en el valor del trabajo y no de un dinero ficticio, ni del oro que en el espiral del tiempo nos han saqueado para hacernos correr detrás de ello como a la liebre detrás de la zanahoria.
De entre lo descabellado que puede sonar esta locura es donde el antídoto a la nueva apuesta geopolítica de mayor endeudamiento y dependencia puede romper con ese estigma, quizá no para tener alcances del dominio que enferma a muchos obsesionados del poder, pero por seguro nos dará el impulso, fortaleza y estabilidad como nación para poder intercambiar miradas y experiencias con otras latitudes, también ávidas de ese nuevo mundo y horizonte, de ese nuevo sol.
Y es en ese punto donde usualmente al fragor de ese intercambio surgen cosas grandes a nivel planetario.
Este texto no habla de un supuesto, de un buen deseo o de un sueño. O quizá sí, pero de un sueño además de deseable, palpable y en marcha.
Y la muestra, el modelo de laboratorio, lo tenemos sobre la palma de la mano. Con el ejemplo y trabajo del doctor López-Gatell, por muchas razones loables y profundas, el científico, político contundente, que por su naturaleza científica no hace tanto argumento de base de ello.
Que se basa en un estudio minucioso palmo a palmo del tablero, del “campo de batalla”, para establecer una estrategia, un estratagema con sus respectivos escenarios alternativos que en espiral le den fuerza a su desempeño.
Un profesional ético y de enfoque deontológico que basa sus argumentos en resultados, no en especulaciones ni cálculos dispersos de ver qué resulta si se anda y desanda el camino en racimo, sino con pasos firmes, precisos y de exactitud cuasi quirúrgica, nunca antes mejor aplicado el término médico.
Puedo pasar muchas líneas más desmenuzando el tema, y aunque no me desagrada que esto desembocara en una merecida y objetiva, sustentada oda, es cuánto. Lo que ha de comentarse de manera suficiente y precisa para exaltar el punto más importante.
México está en manos de una nueva generación pionera en una nueva forma de gobernar y, de la mano de un líder de la talla de los más grandes estadistas, no solamente de México, sino del planeta entero.
Sin magnificar la situación y los términos, simplemente estamos en la posición de reinicio de resetear el disco duro para terminar de depurar todo lo que no sirva, lo nocivo, anacrónico, negativo y peligroso.
Para que en conjunto se regenere, reforme y reinvente el México que hace cien años nuestros héroes revolucionarios, sin dudarlo, entregaron su lucha sin saber que un puñado de oportunistas los traicionarían durante un siglo entero.
Hoy podemos poner nuestro grano de arena para concretar su lucha y llevarla a tan merecido buen puerto.