Por Víctor Manuel del Real Muñoz
El 20 de agosto de 2017, hace casi un año exactamente, en esta misma revista Reversos publiqué una columna llamada: “El simbolismo oculto en Hollywood» donde entre otras cosas sugerí ciertos aspectos del convencimiento ideológico y de valores socialmente preestablecidos y aceptados que desde el cine norteamericano se pretende dar sobre el estilo y modo de vida impulsado desde Estados Unidos.
Ahora pretendo poner a la mesa una visión periodística vinculada con aspectos comerciales y de importancia en torno a la incidencia en la estructura económica estadounidense de aquella industria del espectáculo cinematográfico.
Es importante primero que nada entender que las películas norteamericanas, en su inmensa mayoría, alrededor del 90%, son hechas con estándares culturales, de trabajo de dirección, de guión, y de fotografía que garanticen una remuneración alta luego de su puesta en escena en los cines, independientemente de que sean salas de culto o salas comerciales.
De inmediato podemos identificar una concepción industrial y comercial, con un objetivo de realización de mercado muy bien definido; por consiguiente he aquí la noción de sobreponer el concepto de venta y ganancia por sobre el artístico inclusive, independientemente del valor cultural y de alto nivel que muchas joyas del cine estadounidense históricamente han tenido.
Según estudios a 2017 realizados por Paramount Viacom, de acuerdo a los presupuestos de las películas relativamente caras que se hacen en distintos estudios vinculados a Hollywood, sobre todo de películas de ciencia ficción, de drama, de acción, de historia, futuristas, de argumentos históricos pero con trabajo de maquetería y efectos especiales con alta tecnología en diseño y del orden computacional y digital, y otras más, con ejemplos que pudieran ir desde Blade Runner 2049 hasta Black Panther pasando por la serie de Mission Impossible, la recaudación comercial en las salas de cine y en la distribución mediante empresas de entretenimiento por la red como Netflix, así como los canales de cine (reitero comerciales y de culto) así como líneas de entretenimiento en torno a los sistemas de televisión de paga y de pago por evento tanto satelitales como de cable como HBO, logra adherir al PIB de los Estados Unidos el orden real del 1,23%, esta cifra sin considerar la incidencia que todos estos sectores en mención pudieran tener también a este producto nacional.
Es posible concluir al respecto que esta industria del entretenimiento visual, cinematográfico, teatral y televisivo, son rentables para la economía nacional de Estados Unidos y por consiguiente anida la significancia de una estructura realmente importante en términos económicos nacionales.
¿Bajo los argumentos técnicos plasmados anteriormente se podrá entender por qué Hollywood, y en especial el fenómeno de los medios de comunicación de masas, la industria musical y del entretenimiento en general en un país como Estados Unidos, significa tanto en términos políticos, más allá de la significativa incidencia que estos ramos tienen en torno al discurso a favor o en contra de un tipo de Gobierno?
Es posible valorar con estos detalles porqué Hollywood particularmente reivindica siempre una agenda de primera línea en las prioridades del Gobierno de Estados Unidos, más allá de las consignas en torno a los valores culturales, aspectos comerciales, lenguajes sociales, y otros aspectos a trasmitirle al grueso de la sociedad estadounidense e internacional a través de muchas películas. Es importante considerar también el rol de expansión del mensaje estadounidense subliminal, a veces oculto, hacia el extranjero.
Esta industria es más que redituable para países como Estados Unidos, y por ende se necesita cuidar la integridad estructural y la solvencia financiera que grandes recovecos como Hollywood tienen para la gestación casi al vapor de bastantes películas, la mayoría con los mejores estándares que van desde la parte cultural, actoral y artística hasta física y presupuestal, con miras a dinamizar uno de tantos grandes mercados del gran concierto empresarial estadounidense.