Por Carlos Alonso Chimal Ortiz
“¡AAAAAAAARRRRHHHHHH!”, así más o menos fue el grito de dolor que salió de mis pulmones llenos de humo de tabaco. Un chisguete de sangre llenó la mesa del comedor. Un trago a la botella de mezcal para aguantar el dolor y creía que todo estaría listo.
–Espera préstame tu mano otra vez. Esto lo vi en una película. Es para detener el sangrado.
Me dijo Laura… mi ex esposa y salió de la cocina hacia la cochera, mientras yo me retorcía de dolor y me apretaba la mano con mi otra mano. Laura regresó a la cocina con el encendedor de su coche al rojo vivo.
–Cierra los ojos y dame tu mano.
Cuando el asador está al rojo vivo y le pones un bistec hace un «sssssssssssss». Así se escuchó cuando Laura metió mi dedo mutilado al encendedor del automóvil. Me di cuenta de la fuerza que tiene porque no me soltaba la mano hasta que le di un puñetazo en la cara. Siempre me han gustado robustas.
–¡Qué te pasa animal! ¡Eres una nenita chillona!
El dolor fue insoportable pero mi dedo ya no sangraba, o bueno, lo que quedó de él.
Esa fue la historia de cómo perdí mi dedo índice de mi mano derecha, inventando que camino a casa me habían asaltado y con un machete me cortaron un dedo. Me investigaron un poco y al final se lo creyeron.
¿Quién está sumamente loco como para amputarse un dedo para cobrar un seguro? Como trabajo en la SEP me dieron 36 semanas de pago por él, o sea, 50 mil 400 porque ganaba 200 pesos al día. No está mal por una hora de dolor y un dedo menos. Compramos un coche con el cual Laura se fue con su maestro de zumba. Yo pensé que era puto, pero creo que no.
Ya pasaron dos años de aquel trágico incidente y ahora vivo con Marypepa. Las deudas y unas merecidas vacaciones me hicieron sacar mi lista de precios.
–¡El pito! Jajajajajaja
–¡No mames!
–Son de 35 a 104 semana por él, aunque a ti te darán como dos días con ese tamaño jajajaja…
–¡Bueno! ¡Ya estuvo ¿no?! El que se va a mutilar soy yo y tú a toda madre burlándote de mí.
Repase los precios:
-Dedo (índice): 36.
-Dedo (medio): 29.
-Dedo (anular): 21.
-Dedo (meñique): 17.
-Pulgar (mano dominante): 63.
-Pulgar (otra mano): 54.
-Mano (dominante): 168.
-Mano (otra): 155.
-Brazo (dominante): 208.
-Brazo (otro): 194.
-Ojo: 157.
-Riñón: 117.
-Hígado: 347.
-Páncreas: 416.
-Corazón: 520.
-Ovario o testículo: 35.
-Pene: 35-104.
-Vagina: 35-104.
Bueno. Lo mejor sería el corazón pero ahí sí me puedo quedar. Marypepa se acercó a mí y mirándome con ojos de amor, y la voz de una madre que le habla a su hijo, me dijo:
–Mi vida, tú no quieres tener hijos, y aunque después te arrepientas y quisieras tener un hijo yo con mucho gusto y amor te lo daré, y debes de saber que con un solo huevo puedes tener hijos. ¿Sabías?
Yo la miré con esa cara que tienen los Santos en las Iglesias y le dije:
–¿Estas pendeja?
–Bueno, yo solo decía, pero como tú quieras, es tu cuerpo, son tus huevos y me voy con mi mamá para que pienses bien las cosas, y lo que tú decidas cuentas conmigo mi cielo.
¿Sabes que te amo con todo mi corazón, verdad bebé?
¿Bebé? ¿Desde qué día se volvió tan cariñosa esta mujer?
Toda la tarde le estuve dando vueltas al asunto. No entendía o más bien no me explicaba por qué el testículo derecho cuesta igual que el izquierdo, 35 semanas. Si yo soy zurdo. ¿No me podrían dar un poco más por mi huevo izquierdo? Aunque no sé si sirva de algo la ambidiestría en las bolas? Pero bueno, me decidí por el testículo izquierdo. Marypepa tenía algo de razón con lo de los hijos, pero y ahora ¿cómo hacerlo?
–¿Aló?
–¡Fransua! ¡Como estás mi hermano, habla Nabor!
–¿Quién?
–Nabor ¡El aborigen!
–¡Aborigen! ¿Cómo estás? ¡Qué milagro! En que te puedo servir-
Fransua no se llamaba así. Su verdadero nombre es Erasmo, pero se ganó un viaje al Mundial de Francia en 1998 y con dos semanas que estuvo allá regreso hablando gangoso. Desde ahí se hizo llamar «Fransua». Me imagino que se escuchó La Marsellesa cuando sonó su teléfono a causa de mi llamada y bueno, lo de mi apodo es porque no soy muy agraciado.
–Fíjate que te hablo porque el otro día se intentaron meter en mi casa por la puerta de atrás, la de la cocina. Afortunadamente no lograron meterse, pero forzaron la puerta y quedó medio flojo el marco, entonces, quiero saber si podrías prestarme tu pistola de clavos para darle una reforzadita.
–Oui
–¿Perdón?
–Claro que si mi querido Aborigen. Cuando gustes pasar por ella, tu sabes que esta es tu casa.
–Muchas gracias Fransua. Paso en una hora. ¿Está bien?
–Oui. Ciao.
¡Me colgó! Bueno, dicen que los franceses son muy secos. ¡Pero si ese güey es más mexicano que el pan de muerto!
Pues ya con la pistola de clavos en la mochila me metí al súper a comprar una botella de mezcal para agarrar valor. Hilo quirúrgico y aguja quirúrgica ya instalado en el sillón y con media estocada de alcohol encima, me dispuse a ver pornografía para que mis testículos estuvieran relajados.
Brindé por él, acomodé mis polainas sobre un cojín. No lo iba a hacer en la mesa porque me quedaría clavado a ella. Tan pendejo no soy. Volví a dar otro sorbo de la botella. Cargué con un clavo de 9 centímetros, la pistola, y apunte directamente a mi testículo izquierdo.
Las gotas de sudor me rodaban por la frente. Mi corazón (con un valor de 728 mil varos) latía con una velocidad sorprendente. Las manos me temblaban. Tomé la botella y le di otro largo trago. Aventé el cojín. Me desnudé totalmente y me puse de rodillas frente al televisor. Con los cuatro dedos que me quedan en mi mano derecha tomé mis testículos y, sin pensarlo, disparé.
Cuando abrí los ojos desperté en la cama de un hospital con suero en mi brazo izquierdo. Lo que me sorprendió es que tenía vendada la mano derecha. Aún más sorprendente fue cuando levante mi bata y descubrí que no había nada ahí, sólo una sonda que salía de donde alguna vez estuvo mi virilidad.
El doctor me dijo que el clavo, además de atravesarme el glande y mi testículo izquierdo, también atravesó mi mano. Fransua, como buen francés no era muy higiénico que digamos. La cosa fue que por la infección, el óxido, y no sé qué tanta madre, amputaron mi mano derecha (155 semanas = 217 mil pesos). El pene (con unas 70 semanitas me conformo = 98 mil pesos), y mis dos testículos (35 por cada uno = 98 mil por los dos).
O sea 413 pesotes. ¡Casi medio millón! Pero no se emocionen. El seguro no lo cubrió porque estaba en mi casa fuera del horario laboral, ebrio, y dijeron que padecía de algún desorden sexual por ver pornografía y dispararme con clavos en los genitales. Después de eso, Marypepa me dejó.
Esta es la historia de cuando perdí a Laura, mi mano derecha, mi pene, a Marypepa y mis dos testículos.