Por Silvio Harrison
Cuentista, novelista, ensayista, cronista, poeta y… loco, así se podría describir a Guillermo Samperio quien si estuviera vivo podría seguir siendo ese hombre de laboratorio, como así lo describió Juan Villoro al escritor de Miedo Ambiente.
Fue el INBA que informó del deceso (1948-2016) de quien fuera su director de Literatura, y sin precisar las causas, sólo recordó el legado que dejó el nacido en un barrio bravo de Azcapotzalco como lo es San Álvaro.
A sus 68 años, Samperio supo desde muy temprano reflejar su necesidad de escribir y lo dejó claro en Cuando el Tacto Toma la Palabra, su primer libro que publicó con tan sólo 19 años de edad y mucha pubertad encima.
Relatos como el considerado el más breve del mundo, El Fantasma, hizo vibrar y hasta sacar una que otra carcajada al poner en jaque a los más conocedores de la literatura universal al presentar una página totalmente en blanco.
Y es que su necesidad de plasmar en cada uno de sus proyectos lo vivido y también lo soñado, Samperio fue comparado con escritores que admiró como Franz Kafka, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Mario Vargas Llosa entre otros.
Y es que en sus más de 50 libros que escribiera, plasmaba soledad, cotidianeidad, sueños, pasión, amor, dolor, miedo, océano, emociones contrastantes de la vida.
Pero no sólo en páginas en blanco mostró su mundo a la gente, también como guionista y tallerista ayudó a muchos a tomar como arma la pluma y vencer a sus demonios.
En todo lo que escribió había un legado musical y cómo no, pues instrumentos como la guitarra no eran desconocidos para él, ya que su padre fue miembro del trío tamaulipeco Los Hermanos Samperio.
Así que le fue fácil acuñar todo un legado en este sentido y hasta reconoció en su momento y en su manera de vestir que el rock era algo que le papaloteaba la vida.
Esa misma que compartió también con el mundo de los niños, al ser asesor y redactor literario en la Enciclopedia infantil Colibrí que editara la Secretaría de Educación Pública allá por los 80.
Recrear su trayectoria literaria es inmensa y los premios que recibiera también, como el Nacional de Literatura de Calabria y Basilicata 2010 por La Gioconda en Bicicleta o el Premio Nacional de Periodismo Literario 1988 al mejor libro de cuentos, por Cuaderno imaginario.
Guillermo ha dejado un gran hueco en la literatura mexicana y mundial, un luto que sólo alguien como Edmundo Valadés pudo decir en una sola palabra «Samperiano».