Por Astrid Perellón
Pocas escuelas involucran en su currículum una orientación en economía y finanzas; como si tales habilidades se tuvieran que abordar en casa o no fueran importantes de cultivar a corta edad. Si no es de pequeños, ¿cuándo se aprenderá a planear, administrar, ahorrar…?
Acertadamente, algunas familias establecen reglas para la asignación de una <<mesada>> o <<domingo>>. Sin embargo, ¿están imitando el modelo de la economía adulta? O, como temo, ¿están permitiendo que los niños crean que pueden recibir dinero sin entender por qué?
Diferenciemos entre las actividades distribuidas por compartir el mismo techo y las actividades que, si no las hace nadie, preferiríamos que las hiciera algún empleado. Cada familia sabrá si hacer la cama tal vez se le delegaría al servicio doméstico; atender el jardín, a un empleado; cuidar a los más pequeños, a una niñera; forrar las libretas, a un asistente. Conversemos con los hijos cuáles de esas acciones pueden producirles qué cantidad o que ellos propongan fuentes de ingresos que no habíamos considerado (nadie ha limpiado jamás la bodega, si lo hago y me dices lo que ya no sirve y hacemos una venta de garaje, ¿me puedo quedar un porcentaje, mamá?) de manera que aprendan a elegir acciones productivas pero que les satisfagan o que sean tolerables, llevar sus cuentas, pedir aumentos, invertir y organizar el tiempo que dedican o incluso subcontratar a sus hermanitos o amigos. ¡Tantas posibilidades!
Estaremos cultivando su creatividad financiera y cosecharemos la auténtica responsabilidad sobre sí mismos; al crecer, no temerán pedir trabajo, iniciar un negocio, comprender el pago de impuestos, conocer las condiciones sobre las que funciona el mundo. Habremos entablado una relación con el dinero saludable, duradera, necesaria y no condicionada a la explotación.
Como aquella fábula del aquí y el ahora donde la abuela daba cincuenta pesos al nieto cuando se portaba bien. Llegada la adolescencia, coincidió con la muerte de la abuela. En el funeral, el joven exclamó que el mundo era injusto y todos asintieron ante su inquietud filosófica, sin sospechar que se refería a que ahora estaba en la bancarrota aunque bueno y ejemplar.