9 de agosto: Día Internacional de los Pueblos Indígenas y el post neoliberalismo

Por Guillermo Torres 

Fotos: Fabiola Garduño Rivera 

Hoy, más que nunca, recobra una vigencia más que apremiante, no solamente como el tan necesario rescate cultural, que por seguro posee un doble significado. En lo que es, a no dudarlo, un rescate quizá social y colectivo, ciudadano, por toda la herencia cultural, el conocimiento que representan. 

En medio de un mundo cada vez más decadente e inoperante dentro de una lógica neoliberal, que ya más bien es inercia de lo que de algún modo la sigue moviendo.  

Lo cierto es que la pandemia que se vive hoy en el mundo es el punto de inflexión, la coyuntura, el parteaguas que definirá una etapa post neoliberal, misma en la que el modo de los pueblos indígenas representarán con total validez y actualidad una necesaria alternativa para, en principio, alcanzar la suficiencia alimentaria, concepto que va de la mano con el cuidado del entorno ecológico, con algo tan simple y sencillo, como la creación de huertos urbanos y recuperación de áreas verdes para el cultivo de alimentos y reforestación. 

Asimismo, un tema que en el mismo auge del neoliberalismo ya versaba en cierta proporción, incluso en el comercio internacional, ahora tendrá que ser referente para contener en la medida de lo posible el colapso económico o, mejor dicho, para irle dando cauce y espacio alternativo, como complemento del modelo económico como se le ha conocido hasta ahora.  

Lo planteado por Alvin Tofler, en La Tercera Ola, tiene en el fondo un profundo significado y contenido relacionado con los pueblos originarios de todo el planeta.  

El post neoliberalismo se caracterizará por lo que produzca la Tierra y por el conocimiento y saber de los seres humanos. Y hablando de saberes, los pueblos indígenas poseen un fuerte espiral en torno a ello que, sin duda, se complementará de manera interesante con la educación formal, para desandar el nuevo camino que habrá de recorrer la humanidad para sobrevivir y fortalecerse.  

Ello, con un criterio e interrelación distinta con todas las formas de vida coexistentes. Ya no se habla solamente de asumir y respetar lo que para su democratización se define como un Estado Pluriétnico de facto, como es el caso de México, Bolivia y otros países latinoamericanos, sino también de asumirnos como parte coexistente del planeta entero para revertir, en la medida de lo posible, temas tan delicados como el cambio climático y otras cuestiones relacionadas con ello.  

No es algo que haya que decretarse en ninguna latitud, son temas tan simples y fundamentales como renunciar a la mayor cantidad de productos sintéticos, que no solamente contaminan el planeta, sino también el organismo del ser humano. Por mencionar solamente un ejemplo, la llamada “comida chatarra”. 

Estamos ante el clímax de lo que lleva ya varios años como tendencia en el mundo de volver a lo natural, a todo lo que brinde salud y bienestar. Por mencionar otro ejemplo, podemos pensar en la medicina verde, natural, que más que una cuestión correctiva, una vez suscitado el problema, tiene una eficacia infranqueable como un hábito preventivo que evita en gran medida problemas de salud, y muchos otros temas de relevancia que, seguramente, se irán redefiniendo para el fortalecimiento de los pueblos y sus soberanías. 

Todo esto, hace unos meses, parecía aún una locura indefinida, y aunque al día de hoy nada está escrito como receta o algoritmo preciso, sin duda es algo que es necesario e impensable de otra forma. Dentro de todo ello la idiosincrasia de los pueblos indígenas de todo el orbe, sin duda, aportarán los elementos y el conocimiento para buena parte de lo que se habrá de hacer para que el mundo retome cauce cabal. 

Estamos ante un proceso de retoma de conciencia a nivel planetario, que por supuesto en México posee un sabor muy peculiar, ya que en medio del rezago de lo más putrefacto del racismo, lo que ha prevalecido aquí en la clase política convencional, como herencia del antecedente más antiguo del neoliberalismo, que incluso en otros países donde tuvo su origen ya está socialmente superado en gran medida, al ser aquí lo más acabado y representativo de lo que queda de ello.  

Por lo que, la apremiante necesidad de caminar nuevas vías viene a dejar sin mucha movilidad a la derecha, ya de por sí devastada, acabada, derrotada, desesperada y dejando más que evidente su vocación violenta, reaccionaria y antidemocrática como única posible salida y como último intento de recuperar la posibilidad de someter y explotar al pueblo para saquear y mercar con lo que le pertenece a la nación. 

El post neoliberalismo será germen de reconfiguración social y reconstrucción de su tejido, será caldo de cultivo para tender puentes y ventanas, en la que la sociedad civil en conjunto tenga la posibilidad de mirarse a los ojos, de sonreírse y de intercambiar pala y oído.  

Y ese mismo proceso social terminará por definir la alternativa política que se plantea ya desde el Gobierno de México, a raíz del triunfo democrático y popular del pueblo mexicano en 2018, y dicho proceso terminará diluyendo poco a poco ese México dolorido por la corrupción y la vocación rapaz de ignominia de grupos al servicio de intereses propios y extranjeros que históricamente han discriminado a la profunda y loable raíz de este país.  

Será un reencuentro social que, más allá de las siglas e ideología, terminará definiendo un bloque de pensamiento alternativo y un enfoque político fortalecido finalmente como izquierda, con rasgos muy propios, muy nuestros, y, por seguro, fuera de toda lógica teórica clásica que, por loable y rescatable, finalmente ayudará también a romper la lógica con la que pueda ser atacado dicho enfoque.  

Digamos que, de manera análoga, ese será el coronavirus a la lógica neoliberal y de mercado como se le conoce aún. Algo que desconocen y queda fuera de esa lógica que, hasta ahora, han utilizado para imponer la ignominia. Es algo para lo que tardarán tiempo en idear un antídoto que les de mínimamente coherencia para oponerse a ello, ya que han sido sus mismos excesos y mezquindad lo que ha terminado por devorarles a sí mismos. 

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