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A territorios más amplios, historias y comprensiones más amplias del país. Y todo ocurre al interior de un reluciente Chrysler 1929; con el exterior de un desierto infinito.
La mirada de Alejandro Springall también se ha hecho más amplia: del melodrama chilango-tijuanense de Santitos al humor macabro a lo judío de Morirse está en hebreo, ahora elige la vastedad del desierto de Sonora y los recursos del western y el road movie para crear una épica del norte de México, que de refilón proyecta pasado y presente del país.
Sonora es ambiciosa en recursos e intenciones. El guión es de John Sayles (el escritor y director de Lone Star, ese clásico del cine independiente norteamericano) a partir de la novela La ruta de los caídos de Guillermo Munro Palacio. La anécdota central parece simple: en el año de 1931 una docena de personas viajan desde Sonora hacia Baja California, cruzando por los inhóspitos territorios de El Pinacate y Gran Desierto de Altar.
Lo entreverado está en quiénes son los viajeros: hay un migrante y una joven con deseos de migrar; una nostálgica del porfirismo y otro nostálgico de la revolución villista; un indígena tohono o’odham y un inmigrante chino y su familia; un militar protofacista que lee las teorías de Adolf Hitler y no tendría empacho en exterminar a sus compañeros orientales, un par de forajidos fronterizos, de los que viven alrededor de la fiebre del oro de California.
Las intenciones de Sonora va por dos vías: la anecdótica emociona, la temática obliga a preguntar al espectador sobre su posición frente a la xenofobia o el racismo. Sonora semeja un corte transversal de la historia que reconstruye ese México postrevolucionario de los años treinta (y sus pendientes y sus derrotas) pero su trazo también increpa al México del presente.
Sonora además cruza transversalmente a una generación de actores: lo mismo hay actrices de experiencia como Dolores Heredia o Giovanna Zacarías, que nuevas presencias como Carolina Molva o Patricia Ortiz; actores de importante trayectoria como Joaquín Cosío, Juan Manuel Bernal o Fernando Becerril, que los rostros jóvenes de Harold Torres, Jason Tobin, Ben Milliken o Rafael Cebrián.
La cámara de Serguei Saldívar Tanaka resuelve retos que van desde el hacinamiento del automóvil al gran panorama del desierto; la puesta en escena del director concilia las dos búsquedas de la película: la aventura del western, la exploración de la identidad a la road movie.
Las peripecias de Sonora funcionan como aventura y como alegoría: la ruta de los doce caídos −por usar el título de la novela originaria− también ofrece una ruta para las nuevas narrativas que queremos crear del país: las que confronten nuestros prejuicios más arraigados, que ofrezca alternativas para cruzar desiertos y saber llegar a nuestro destino.
Sonora de Alejandro Springall se acaba de estrenar este 6 de septiembre en circuitos comerciales y culturales de México. Consulta cartelera.