Rubén Espinosa: ¿Qué carajos sigue?

Rivelino Rueda

2 de agosto de 2015.- Lo conocí más bien por los relatos de sus compañeros fotoperiodistas y entrañables amigos. Rubén Espinosa Becerril más bien era un punto de referencia entre sus compas por haber sacado de sus casillas al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, en incontables ocasiones.

Todos se referían a él como un «hermano» alegre, profesional y «buenazo» en el oficio, pero también todos coincidían en que aRubén lo acompañaba una pesada angustia, de esa que cargan los hombres que saben que las amenazas de muerte son cumplidas.

No era para menos. Los 13 asesinatos y desapariciones de periodistas en Veracruz durante la actual administración tenían al fotoperiodista de la Agencia AVC y corresponsal de Proceso y Cuartoscuro al borde de un colapso de nervios. No quería ser el número 14 y determinó un indefinido auto exilio en la Ciudad de México.

Acá los amigos y compañeros le abrieron las puertas de sus casas, se solidarizaron y adoptaron a Rubén como a uno más de las huestes chilangas del fotoperiodismo. La camaradería de los suyos pudo más que la sinrazón de un gobierno que no acepta una sola rendija de crítica.

Trataba de causar las menores molestias posibles y prácticamente llegaba sólo a dormir en ese nuevo esquema de cuasi clandestinidad y gitanería defeña. Había temporadas en que viajaba a otros estados de la República, excepto a Veracruz.

Foto: @Alfredancer1201
Foto: @Alfredancer1201

El viernes 31 de julio el odio y la saña lo alcanzaron a él y a otras cuatro jóvenes (otra vez los jóvenes los destinatarios de esta histeria) hasta un departamento de la Colonia Narvarte, en el Distrito Federal. Sus verdugos actuaron, casualmente, con los mismos métodos con los que asesinaron a los otros periodistas en su estado.

Ahora seguirá el mismo procedimiento. Se fabricarán pruebas y culpables por aquí y por allá. Muchos se lavarán las manos, otros condenarán el asesinato y la impunidad saldrá airosa en este país de impunidad.

Pero no contaban con algo. Las fotografías de Rubén Espinosa Becerril prevalecerán por siempre, por más torturas, por más amordazamientos, por más saña de matones a sueldo, por más gobiernos que pasen y pasen.

Y al final Rubén dirá con esa sonrisa transparente y con su cabello alborotado: «Así es señores, al final me la pelaron».

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