Por Víctor Manuel Del Real Muñoz
Foto: Edgar López
Comenzaré el desarrollo de este trabajo periodístico haciendo alusión a una utopía que pudiera entenderse como un supuesto: la de tener relaciones sociales, políticas y económicas con Estados Unidos sanas, sin subordinaciones diplomáticas ni tampoco sumisiones geoestratégicas ni geopolíticas de nosotros hacia ellos. Soñar es posible y nadie debe despojarme de mi derecho a soñar. Es un ejercicio válido.
Digo que la preferencia de nuestro rumbo comercial y sociopolítico hacia el extranjero debe estar direccionado a Estados Unidos porque nuestra posición geográfica, nuestros vínculos culturales y sociales que a la fecha anidan una culturamexicoestadounidense bastante determinante, y las ventajas que te da tener como socio comercial a aquella nación, hace que permanentemente sepamos que es con los norteamericanos con quienes “(en son de paz y democracia plena, equilibrio de balanzas quizás)”, debemos estrechar nuestras principales cartas de presentación socioestructurales.
Mientras para muchos países comerciar con el imperio se vuelve un factor benéfico pero costoso y de muchos desgastes en costes de transporte y posición geográfica respecto de Estados Unidos, para nosotros el máximo provecho de esas ventajas estructurales debiera, sí, usted leyó bien, debiera proveernos del mejor escenario para nuestros vínculos tan estrechos con Estados Unidos.
Y es que es esta antesala temática la principal vía para encausar con soberanía y posición republicana la próxima puesta en marcha de las relaciones diplomáticas que nos toca vivir con Estados Unidos, en un contexto de renegociación del TLCAN y no postrando los vicios ni los candados que la suma conjunta del devenir histórico de la aplicación de los acuerdos McLane-Ocampo más los tratados de Bucarelli han dejado como legado infame en nuestras relaciones con el vecino del norte.
Se debe aprovechar la inercia global en torno a la abolición progresiva que se viene dando del neoliberalismo tanto en Estados Unidos como en el mundo entero y a futuro en México, aunque a la fecha surgen bastantes dudas en la percepción social y popular del pueblo mexicano por ciertos virajes y simbolismos recientes de AMLO con nombramientos y posturas. Hay que recuperar espacios, así de simple.
Si se diera ese supuesto utópico que menciono al principio de este texto, soy de los que creen que a la fecha Estados Unidos por encima de Europa, China o Sudamérica, deben ocupar la agenda prioritaria de nuestros vínculos diplomáticos.
Podemos pasar desapercibidos diplomáticamente hablando en una postura del Estado mexicano sobre Venezuela, Argentina, Brasil, ciertas coyunturas europeas, pero siempre debemos tener claro el mantenernos firmes y atentos, listos, y sobre todo combativos y soberanos ante cualquier viraje socio estructural en los Estados Unidos, sobre todo aquellos que repercutan para bien o para mal en la parte más importante de nuestros lazos diplomáticos.
Para nuestra nación los Estados Unidos implican una gran trascendencia, más allá de las reuniones diplomáticas estándar.