Pilares estadounidenses antineoliberales

Por Víctor Manuel Del Real Muñoz

La correlación de fuerzas políticas en Estados Unidos está bastante álgida, caliente y extrema. No significa caer en un escenario alarmista ni de irresponsabilidad periodística non grata si se alude a los riesgos de guerra civil y escenarios de polarización bastante radical al interior de aquella nación.

Donald Trump, el ideario general del supremacismo WASP y los grupos de poder socioeconómico que respaldan al presidente norteamericano más las cuadrillas de políticos nacionalistas del Partido Republicano, han emprendido desde ya una contraofensiva casi de exterminio político contra todo vestigio neoliberal estadounidense, de apertura globalista financierista y de riesgo de reincidencia de las decadentes medidas supuestamente NO popularesde los programas liberales de acción política, de especial tradición en Estados Unidos desde los linajes académicos provenientes de las escuelas de ciencias sociales y economía de Chicago de la década de los años setenta, es decir los decálogos del neoliberalismo puro.

La alarma que el programa estadounidense de la actualidad tiene al mundo replantando los esquemas de dominio, subordinación militar, subordinación diplomática y vínculos económicos con Estados Unidos es una constante y casi rutinaria expresión de las nuevas formas de hacer diplomacia en el mundo.

Donald Trump terminó de dar un puntillazo político bastante agresivo diplomáticamente hablando, sepultando toda arista de vitalidad y entendimiento internacional con simpatías neoliberales, globalistas y financieristas entre los países de Europa y algunos más de los desarrollados que integran el famélico G-7 con las instituciones internacionales de financiamiento, en la reunión de hace meses en Italia, destinando toda la capacidad diplomática en llevar a buen puerto y en sana paz las relaciones con China y Rusia, asumiendo la precaución que en términos bélicos Estados Unidos debe tener respecto de estos dos últimos países.

Trump es consiente que vale más rivalizar con las últimas huellas neoliberales europeas, japonesas y australianas que con el potencial chino y ruso con el cual hay bastantes cosas que compartir, rivalizar y en términos de dominación geopolítica un qué hacer interminable.

No sabemos si el objetivo final de Donald Trump está puesto en encabezar un Gobierno militar, altamente peligroso para Estados Unidos y el mundo entero si se diera, con características neofascistas vinculadas al ideal supremacista blanco; Trump tiene rasgos fascistas y no se puede ocultar este asunto.

Además Trump tiene ganado a los organismos de inteligencia militar y civil por fuera de la NSA, el FBI, y la CIA, además del pentágono y más del 90% del respaldo militar que por el mundo Estados Unidos tiene desplegado.

Las fuerzas militares y policiacas de élite acompañan el programa político, socioeconómico y estructural que Donald Trump encabeza. El margen de acción policiaca, militar y política de Trump es bastante amplio con muchísimo poder en sus manos. Mucha cautela tiene que tener el mundo incluso por precaución diplomática. Los norteamericanos saben dar golpes bajos bastante peligrosos.

El nuevo mundo ya llegó y lo encabezan Rusia, China y Estados Unidos. Desde la inflexión socio estructural de los estadounidenses en las elecciones federales de 2016 se pudo constatar que los rasgos globalistas del mundo entraban en un trance de progresiva derrota con todas las implicaciones diplomáticas respectivas.

Socialmente, en el grueso de la población civil de origen fundacional con ideales laxos o muy implícitos de corte WASP, aunado a los sectores obreros, agricultores, comerciantes e industriales, como por ejemplo el cordón Rust Bealt o el resto de corredores tecnológicos, industriales y de intercambio, hay un apoyo masivo a todo tipo de fuerza antineoliberal que amenace con vulnerar la disposición de fuentes de empleo y de impulso a la generación de riqueza real.

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