Proverbio iraní: “Las promesas tienen valor,
sólo para quiénes creen en ellas”
Por Alejandra Zúñiga
Aunque el libro ‘El Sha’, de Ryszard Kapuscinski, es considerado como un reportaje sobre la desmesura del poder por parte del dictador-emperador Mohammad Reza Pahlevi, último Sha de Irán, lo que se encuentra en esta obra, además de una exposición casi fotográfica que se realizó con la lente de las palabras sobre lo que sucedió en el país asiático en la segunda mitad del siglo XX, es una semejanza con naciones como México, Venezuela, Rusia o Iraq, que “encontraron” en el petróleo no una fuente de desarrollo económico y social, si no una maldición.
Y es que las grandes riquezas que los combustibles naturales regalan a los países con reservas como lo antes citados, podrían hacer pensar que la maquinaria de su progreso emprendería la marcha a todo vapor y sin escalas al primer mundo, como el Sha prometió en su llamada Gran Civilización.
Sin embargo, la ignorancia y sobre todo el enriquecimiento ilícito por parte de pequeños segmentos de la sociedad que vieron en los recursos naturales su fuente de pillaje, no sólo entorpeció el crecimiento general, si no que además abrió brechas en la desigualdad de ingresos, creando pobreza en la mayoría de la población y fortaleciendo las dictaduras establecidas o las disfrazadas como la mexicana, con el priismo que tomó el poder por más de 70 años, al amparo de un “milagro mexicano” que sólo fue bautizado pero nunca llegó.
En 195l el Parlamento de Irán votó la nacionalización de la industria petrolera. La compañía Anglo-Iraní debió cesar sus operaciones y como resultado Gran Bretaña boicoteó la compra de petróleo iraní.
Comenzó una lucha de poder entre el Sha y Mossadeq, una situación casi al espejo de la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas en 1938.
Poco más de 10 años después, El Sha se embarcó en un programa para modernizar y occidentalizar el país.
Lanzó “La Gran Civilización», un programa de reforma agraria y de transformación social y económica para tratar de asemejarse a lo que son los países de primer mundo, como Francia o Inglaterra.
El Sha se volvió cada vez más dependiente de su policía secreta (la Savak) hacia fines de los años 1960, arma para controlar los movimientos políticos contrarios a las reformas y provocar terror en su pueblo, sin embargo el despilfarro y el cinismo en el régimen del Sha fueron su perdición.
Éste adquiría cuanto material o armamento le sedujera a un buen o hasta regular vendedor. Así, sin la necesidad inmediata compró maquinarias por montos millonarios que se oxidaron por la falta de tecnología y caminos de Irán que facilitaran el avance de la industria.
El Sha no comprendía las condiciones de su propio país, tan ajenas y desnudas como el hecho de no contar con los puertos suficientes para recibir los contenedores que transportaban “La Gran Civilización” ni con la gente (iraní) capaz de poner a andar esas máquinas.
Mientras la población se encontraba sumergida en la miseria, barrios residenciales en Teherán nacieron con personajes cercanos al último Sha, el cual vacacionaba durante la temporada invernal en Europa, como el líder del sindicato de Pemex, Carlos Romero Deschamps, quien a todo lujo posee autos valuados en cientos de miles de dólares y posee una riqueza para dotar a su hija viajes en aviones privados con sus mascotas. Un despilfarro a cuenta de la abundancia de recursos naturales y la corrupción que se olvida de lo general y atiende a lo particular.
El texto mostró a un Irán distinto. Expuso la vida que la población tenía cuando la Savak mandaba. La pobreza de una sociedad que tenía que caminar kilómetros para conseguir agua y que los medios de transporte además de escasos eran inaceptables, cosa que hace pensar que en México “no estamos tan mal”.
Kapuscinski explicó que el intento de formar una Gran Civilización de primer mundo como la que buscaba el Sha fracasó porque fue un intento de imponer un modelo de vida a una sociedad ligada a tradiciones y a un sistema de valores completamente distintos.
El Sha despreciaba a su propio pueblo y no fue capaz de satisfacer las necesidades de su gente. Esto fue lo que lo llevó a perder el poder y que la gente pensara que la situación iba a cambiar, sin embargo:
“Hay una condición imprescindible para que se dé una dictadura: la ignorancia de la multitud, y por eso los dictadores siempre la cuidan mucho y la cultivan”
Para Kapuscinski, a pesar de que la figura del Sha desapareció, la del dictador sigue ahí, puesto que el pueblo iraní sólo quito a los dictadores que les desagradaban pero no eliminó su manera de pensar ni sus actos ya que el pueblo actúa de forma mecánica y es difícil cambiar el pasado.
Esto es lo mismo que le ha pasado a México, ya que a pesar de haber tenido por 70 años al priismo en el poder, regresamos, en 2012, a lo mismo que tanto repudiábamos.