Pena de muerte en México

Por Marco Jiménez

La pena de muerte en México es antigua. Se tiene conocimiento de ella desde las culturas precolombinas, como en la cultura Azteca. Las formas de aplicar dichas penas de muerte eran crueles, entre las que destacaban el descuartizamiento, decapitación, lapidación, garrote y horca.

En la época colonial fue una práctica común junto con la tortura. Esta práctica se dio hasta 1975 y fue abolida para todos los crímenes en 2005. Anteriormente estaba establecido en códigos penales, como el de Veracruz, en 1835; el Código Juárez o Código Martínez de Castro, el cual prescribió, entre otras sanciones, la pena de muerte, aunque se consideró que era sumamente peligroso suprimir esta pena. en virtud de las circunstancias difíciles en las que se encontraba el país.

El código penal de 1929 abolió la pena de muerte y con eso quedo proscrita en el ámbito federal, en los territorios federales y en el Distrito Federal.

El código penal internacional de Derechos Civiles y Políticos, que entró en vigor en 1976, postula el derecho a la vida como derecho inherente a la persona humana y subraya “nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente”.

Puntualiza, que “en los países que no hayan abolido la pena capital, sólo podrá imponerse la pena de muerte por los más graves delitos y de conformidad con las leyes que estén en vigor en el momento de cometerse el delito y que no sean contrarias a disposiciones del presente Pacto”.

También se señala que “esta pena sólo podrá imponerse en cumplimiento de sentencia definitiva de tribunal competente”. 

México se adhirió a este pacto en 1980 y fue publicado en el Diario Oficial de la Federación en 1981.

El segundo protocolo adoptado ahora por Naciones Unidas resalta que mantenerla en tiempos de guerra, cuando se trate de delitos sumamente graves de carácter militar, siempre y cuando hayan formulado una reserva a tal efecto en el momento de ratificar el protocolo y adherirse a él”.

Ratifica que “la abolición de la pena de muerte contribuye a elevar la dignidad humana y a desarrollar progresivamente los derechos humanos”.

Los derechos humanos, el discurso de la doble moral

De acuerdo a lo señalado en los párrafos anteriores, la pena de muerte es abolida por muchos Estados en el entendido de que todo ser humano tiene derecho a la vida como un derecho inherente y en un avance hacia los mismos, lo cual (en idea y buena intención) suena bien.

Sin embargo, en el uso pareciera una utopía. Los países de primer mundo, principalmente, son los violadores de estos derechos humanos. Ejemplos hay muchos. Estados Unidos con los indocumentados e invasiones que hacen en diferentes partes del mundo.

Europa, apoyando dictaduras militares. Canadá, dando un discurso de derechos

humanos y de cuidar al planeta, cuando sus mineras contaminan áreas naturales en México sin restablecer el ecosistema dañado.

Parece que los derechos humanos y tener un discurso de cuidarlos es lo primordial, aunque es un discurso de doble moral por lo antes mencionado. Por otro lado, los países de tercer mundo violan también derechos humanos en su población y ahí es mal visto por los países llamados de primer mundo, aunque no están del todo equivocados.

Es necesario implementar derechos humanos en el mundo, principalmente para que no existan personas que estén sin alimento o agua. Esos dos temas tendrían que ser los principales derechos en la agenda mundial para preservar la vida e igualdad en el planeta.

¿La pena de muerte debe implementarse en México?

Es un tema debatible e incluso casi prohibido ponerlo sobre la mesa, aunque es un asunto que posiblemente, de implementarse, podría reducir las tasas de homicidios, las cuales son muy elevadas, y que este efecto se está propagando en todo el continente debido al narcotráfico y sus jugosas ganancias.

México, desde inicio del siglo XXI, vive una ola de violencia sin precedentes y sin aparente disminución, desde homicidios entre particulares hasta masacres prácticamente en todo el territorio, ya sean perpetradas por fuerzas armadas o por el narcotráfico, llegando a un punto de terrorismo de Estado, donde los criminales han realizado todo tipo de prácticas inhumanas en la población civil.

Ello casi rememorando lo que hacían los aztecas con su pena de muerte. Parece que el tiempo y la lealtad es tan grande que no se puede eliminar esta práctica en nuestros días.

Al ver la violencia que se vive en México, ¿es necesario implementar la pena de muerte en este país? La primicia es preservar la vida, sin embargo, la pregunta es: ¿los asesinos seriales y en masa deben vivir por preservar la vida?

Son preguntas que se contestaran de acuerdo a la moral y experiencia de cada persona, ya que se podrían hacer estas preguntas a las familias de las víctimas y posiblemente contesten que sí debe existir la pena de muerte.

Por otro lado, se hace la misma pregunta a los familiares de los victimarios y tal vez contesten que no. 

La sociedad también tendrá una opinión ambivalente que puede verse influenciada por la religión, valores, creencias, moralidad y todas esas opiniones son válidas, incluso, podríamos pensar que si el mundo aplica el “ojo por ojo, diente por diente”, el mundo se quedaría tuerto y chimuelo.

No se busca eso, sino implementar la justicia para las víctimas y desaparecidos en nuestro país.

Lo primero que tiene que pasar para poder implementar en México una pena de muerte es especificar en qué casos sí debe aplicarse como, por ejemplo, genocidas, pederastia, tratantes de blancas, de órganos, traición a la patria y delitos que tengan impacto en la sociedad como conjunto.

El segundo punto sería el cambio del sistema judicial desde los cimientos, ya que el ejemplo de México es que la corrupción prácticamente está en todas

las instituciones del Estado.

México tiene en promedio cerca del 92% de impunidad en todo su territorio. Realmente la justicia no existe y es un problema central, porque la justicia está

siendo excluida de la sociedad en general.

El tercer punto tendría que ser capacitar y formar fuerzas policiales con carrera técnica, con sueldos que ayuden a vivir a los oficiales y sus familias, casi que sean incorruptibles. Otra unidad policial que debe existir es la de investigación, ya que ellos podrían hacer las diligencias para procesar a los verdaderos culpables de los delitos que se cometan y no procesar a personas inocentes.

El último punto estaría enfocado en mejorar las prisiones del país para que haya prisiones de calidad y acordes a la población y peligrosidad de los reos, aunque estos no son todos los cambios que deben hacerse, ya que también hay factores sociales como la pobreza, educación y falta de cultura cívica.

En lo económico deben de implementarse medidas para que los jóvenes tengan oportunidades de crecimiento y tengan una vida digna, que es otro de los derechos humanos que deben ser cuidados. Este cambio puede tardar décadas, como es el caso de Singapur.

¿Singapur, un modelo a seguir?

Singapur es un ejemplo a seguir para hacer cambios sociales. Implementaron la pena de muerte a personas que se dediquen al tráfico de drogas. Ahora es un país que tiene un nivel de vida y adquisitivo envidiable.

Lo lograron gracias a un modelo restrictivo. Incluso, organizaciones de derechos humanos pueden decir que son autoritarias desde el punto de vista jurídico. Los cambios se dieron con el paso del tiempo. Fue un proceso de 30 años para llegar a donde están.

En 1960 Singapur era uno de los países más violentos del mundo, con un alto tráfico de drogas; las mujeres no podían salir de sus casas por temor a ser violadas o asesinadas. Había corrupción y tráfico de influencias, aunque todo cambió con la llegada de Lee Kuan Yew, considerado el padre de Singapur, logrando la independencia de Gran Bretaña y convirtiendo su país en un estado autónomo.

¿Qué hizo Lee Kuan Yew?

Reformó la industria, comercio, finanzas, educación, sanidad y economía entre otras cosas. Este cambio duró 30 años y fomentó el crecimiento integral del país.

Lo que ayudó a los ciudadanos fue la creación de vivienda a bajo costo, programas de empleo, acuerdos con diferentes grupos étnicos y crear una identidad del país enfocada en el multiculturalismo. Pero no todo fue positivo. 

En su gestión, en estos 30 años se le criticó como autoritario por tener un control político férreo sobre cada aspecto del Estado, incluso, llegó a restringir información de medios de comunicación y detener a periodistas.

Lee afirmaba que “en un país en desarrollo algunas libertades debían ser sacrificadas”, incluso a los ciudadanos les indicaba cómo comportarse. Inició un cambio radical que incluyó a la sociedad de diferentes etnias y clases sociales.

¿México está listo para hacer cambios?

Desde mi punto de vista, la sociedad es parte importante del problema que actualmente se vive en nuestro país, es cómplice, ya que como sociedad no hemos hecho cambios y al parecer tenemos que ser educados como lo hicieron en Singapur, sobre todo unir a las diferentes clases sociales y étnicas del país para generar una identidad multicultural, pensada en tres generaciones, porque el cambio se verá a largo plazo y el político mexicano sólo piensa a tres años a futuro, cuando hay periodo electoral.

Creo que se deben crear regulaciones tan estrictas que la sociedad comenzará a educarse, a ver lo que está mal y exigir mejoras. 

Tal vez podamos voltear a ver la violencia, las masacres y el genocidio que se viven en México desde inicio de siglo, pero esto no se dará si la cabeza de la pirámide, que es el presidente, decide no hacer un cambio real y dar continuidad a un proyecto de nación.

También es importante que la población civil participe en la toma de decisiones, que disminuya su apatía y tenga más empatía.

Se requieren cambios que sean proyectos de nación, pensados a 100 años. Cada seis años todo es diferente y no hay continuidad. Es necesario mejorar la educación, que las nuevas generaciones retomen valores y educarlas a la unidad y no sólo lo individual, además de la implementación de un nuevo sistema judicial. 

Sólo así México podría implementar la pena de muerte o incluso crear leyes severas que protejan la vida de todos.

La pregunta está en el aire. ¿México está listo para implementar la pena de muerte? ¿Hay disposición de la sociedad para realizar cambios de fondo? ¿Existe disposición política para realizar cambios de fondo?

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