Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell
Inglaterra. Fines del siglo XVIII. La familia Bennet vive en una propiedad que están en riesgo de perder en caso de morir el padre, ya que sólo puede heredarla a un hijo varón.
La única forma de conservarla es que alguna de las cinco hermanas Bennet se case para que así el primo de ellas no se quede con la propiedad.
Con la llegada de un nuevo vecino, que casualmente es soltero, la señora Bennet ve la oportunidad de arreglar el futuro de sus hijas sin pensar que ellas son personas con ideas y sentimientos propios.
Orgullo y prejuicio es uno de los trabajos más reconocidos de la escritora inglesa Jane Austen y nos cuenta un año de la vida de las hermanas Jane, Elizabeth, Mary, Catherine y Lydia, quienes están empezando a vivir en un mundo donde, por mucho que se tenga educación académica y buenos modales, no se es nadie si no se figura en la escala social a través de un apellido rimbombante o de la posesión de bienes.
Es por eso que, cuando Charles Bingley se instala cerca de los Bennet, el cielo se abre para la matriarca, pero él no viene solo, ya que le acompaña su amigo Fitzwilliam Darcy, quien pone sus ojos en la segunda de las hijas, Elizabeth, el personaje casi central de esta novela debido a la forma en la que fue construido por la autora, quien queda así como una mujer fuera de su tiempo.
La autora nos retrata la vida en Inglaterra a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, que es en donde sitúa su texto, y nos muestra una sociedad donde las mujeres no podían aspirar siquiera a ser propietarias de un pedazo de tierra a menos que se casaran con alguien por lo que, muchas veces, la solución era casarse por las razones equivocadas.
Esto es, sin amor y sólo por un interés de por medio, reduciendo la institución del matrimonio a un mero acuerdo comercial entre dos partes y dejando a las mujeres siempre en desventaja.
Y es justo aquí donde Elizabeth pone de manifiesto que su mentalidad va contra lo establecido, puesto que ella quiere casarse con amor y no ve a los hombres como la solución a los problemas, sino como compañeros de vida.
Esta chica rebelde y adelantada a su época podría considerarse como feminista lo cual le trae problemas, ya que es incomprendida hasta por su madre, además de causarle inconvenientes al momento de entablar una relación con el señor Darcy, con el que vive una historia de amor no tan convencional debido a que son dos seres diferentes, tanto en lo social como en formas de pensamiento.
Esta situación se presta a sentimientos no correspondidos y malentendidos que le dan un sabor especial a la trama y la convierten en la historia central del libro, por encima de sus hermanas Jane y Charles Bingley que, si bien también son importantes, no pueden competir con la personalidad arrolladora de Elizabeth y los sentimientos tan fuertes que inspira en Darcy.
Orgullo y prejuicio se ha convertido en un clásico gracias a Elizabeth Bennet, quien a su manera le dice a las mujeres que el autorespeto y el valor que posee cada una de ellas son indispensables para sobrevivir en un mundo que a veces se presenta adverso.
Con una narración lineal en tercera persona y con un grupo relativamente numeroso de personajes, eso sí, todos ellos necesarios, este texto nos cuenta cómo el orgullo y los prejuicios pueden ser obstáculos a sortear cuando uno ha
decidido dejarse llevar por el amor y está dispuesto a navegar contracorriente.
Orgullo y prejuicio. Jane Austen. 1813. Editorial Austral.
