Un oficio de sangre en un país de sangre

Por Paloma Takahashi

Foto: Edgar López (Archivo)

Viernes 31 de julio del 2015. En un departamento de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, cinco personas fueron asesinadas a sangre fría.

La noticia comienza a extenderse por los medios. Los vecinos conmocionados por lo sucedido tratan de explicarse por qué un hecho así sucedería en una colonia tan tranquila como la Narvarte. Esto se trataba de un caso especial. “No es común por aquí”, pensábamos

Todos tendremos que esperar a que las autoridades revelen el motivo de tal atrocidad. Lo único que sabemos es que eran cinco personas identificadas como jóvenes. Es lo único que se sabe. En casa nos encontramos con miedo, pues estas cosas no pasan aquí.

¿Será que comenzarán a pasar? Nadie lo sabe. De cualquier modo, todas las colonias son peligrosas a su manera, pero la Narvarte jamás se ha caracterizado por eso.

Después de unas horas se identifican los cuerpos de cuatro mujeres y un hombre, Rubén Manuel Espinosa Becerril de 31 años. Un fotoperiodista de la revista Proceso y de la agencia de fotografía Cuartoscuro.

“Eso fue”, pensé, pero ¿qué tuvo que haber hecho para ser asesinado de tal manera? En el multihomicidio murieron personas que no tenían nada que ver con el periodismo: una maquillista, una empleada doméstica, una promotora cultural, una colombiana que había llegado a México apenas hace dos meses y un periodista.

Sí. Solamente había un periodista y a las demás mujeres de igual manera las asesinaron. A todos con un tiro de gracia en la cabeza con un calibre de 9 milímetros. Pero entonces, ¿ellas eran inocentes y él no? ¿Solamente por ser periodista?

Rubén Espinosa vivió ocho años en Xalapa, Veracruz. Tenía poco tiempo de haber regresado a la Ciudad de México. Compañeros de trabajo lo notaban angustiado y con miedo. Él les dijo a sus familiares y amigos que regresaba a la ciudad para conseguir otro trabajo, pero en verdad estaba huyendo.

Había sido acosado, golpeado y perseguido. Fue obligado a borrar fotografías de su cámara. Eran policías los que lo perseguían y lo vigilaban constantemente. Ese nivel de acoso lo llevó a huir de Veracruz.

Rubén también fue uno de los impulsores para colocar una placa en el Zócalo de Xalapa y renombrar la plaza con el nombre de la periodista anteriormente asesinada, Regina Martínez. El exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, detenido en Guatemala hace unos días, negó en su momento relación con los asesinatos de ambos periodistas. Ahora, en el 2017, cuando se sabe toda verdad de él, ¿debemos seguir creyendo en sus palabras?

De ahí viene todo, periodista que defiende a periodista asesinada y termina asesinado, ¿Simplemente por hacer su trabajo? ¿Por ser periodista? ¿Por sacar a la luz la verdad?

De igual manera la periodista Miroslava Breach fue asesinada el 23 de marzo. Era corresponsal del periódico La Jornada y colaboraba con El Norte de Ciudad Juárez. Fue asesinada con cuatro disparos de arma de fuego calibre .38. La periodista iba saliendo de su casa en la ciudad de Chihuahua. Eran apenas las siete de la mañana cuando un hombre armado le disparó, cegando su vida para siempre.

“Debo decir que la principal línea de investigación que nosotros iniciamos de inmediato, por supuesto fue su propio trabajo. Miroslava denunció y documentó el vínculo de la política estatal con el narcotráfico, sobre todo en las candidaturas que se presentaron en varios municipios de la Sierra de Chihuahua”, señaló el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, como la principal línea de investigación de la Fiscalía.

La periodista ya había sido amenazada, pero no quiso denunciar los mensajes, pues seguramente no era la primera vez que le sucedía. Era una periodista que se dedicó a documentar constantemente la organización del crimen organizado y político en Chihuahua.

Entonces todo esto se trata de ser periodista, ¿Acaso nuestro oficio nos condena a escribir con autocensura para no ser asesinados? Cuando en la escuela nos enseñan a escribir con veracidad, tener certeza de la verdad, exigir la verdad aunque esta no sea fácil de encontrar, indagar, investigar, hasta mostrarla a las demás personas que no pueden verla.

Porque se encuentra debajo de toda la porquería de gobierno corrupto que tenemos, debajo de los múltiples asesinatos impunes relacionados con el gobierno, el narcotráfico, que para nosotros ya es normal escuchar en las noticias y decir: “¡Otro más!” y no hacer nada.

No se trata de marchar, se trata de defender nuestro oficio, de ser una mayoría en contra de los asesinos que están en el poder político, de aquellos que nos oprimen y reprimen.

Nos privan de nuestra libertad de expresión y de nuestra vida, de aquellos que tienen el poder.

¿Por qué seguimos dejando que asesinen nuestras palabras junto con la verdad? ¿Por qué seguimos siendo espectadores pasivos de una realidad sangrienta? ¿Por qué no defendemos a nuestro oficio y lo convertimos en un arma en lugar de un anzuelo para nuestra propia muerte?

Al final la verdad siempre sale a la luz y no creo que tú quieras que tu nombre sea conocido como el próximo periodista asesinado.

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