María Rosa Astorga, artista pictórica; Oaxaca, su cuna artística

Por Guillermo Torres 

Mexicana por adopción, la pintora chilena María Rosa Astorga elige México como país adoptivo luego del exilio de su padre en septiembre de 1973. Su formación formal es en la ingeniería agrónoma. No estudió pintura. 

Su primer acercamiento es por medio del estudio de la Teoría del Arte. No fue hasta comienzos del presente siglo que comenzó a formarse de propia mano en este menester. 

Parte de su obra producida se exhibe en el Museo de los Pintores Oaxaqueños. Pinta con una base fósil, el chapopote, ya que lo define como un elemento en su pintura que da un color muy especial, que no se iguala con otro pigmento ya que en realidad el chapopote proporciona una mezcla de varios colores primarios. 

Esa es su línea de trabajo pictórico, ya que es la que define como la que mejor le ha funcionado. 

Su primera incursión en la pintura fue a los doce años de edad. Su compañero, Raúl Herrera, ha significado un importante impulso en su carrera pictórica. Teniendo a temprana edad la influencia e inspiración de su padrastro, Alberto Pérez, pintor chileno muy reconocido que cuenta con una exhibición permanente en Bellas Artes en Chile.  

Normalmente no incluye figuras humanas ni animales en sus cuadros. Son prevalecientemente paisajes donde la luz se define y tiene un movimiento interesante dentro de ellos, escenas de la naturaleza, en los que la luz se mueve sobre la superficie del lienzo, cual si de verdad se estuviera en la misma selva. 

De manera literal, cada vez que pinta un paisaje, se remonta y evoca el balcón de la habitación donde dormía cuando era niña en Santiago de Chile. Recuerda como inspiración la luz que percibía en ese lugar cada amanecer. Para ella el balcón era cuasi una obsesión que le ha inspirado y le ha llevado a pintar paisaje. 

Su visión y talento para el arte pictórico, teniendo la influencia e inspiración de generaciones anteriores, le llevan a visualizar que en la actualidad, es una especia de histeria del ser humano por hacer un menester supuestamente artístico, pero que poco tiene que ver con eso.  

El bagaje que Astorga tiene posee un sabor único, un enfoque de sensibilidad social y artística que campeaba por América Latina en los últimos treinta años del siglo veinte. Su música, el arte y todas las formas de expresión popular nutrieron su visión artística que, una vez que decidió dedicarse de lleno a ello ha dado un resultado interesante. 

Sus series artísticas siempre se relacionan con el entorno natural. Árboles vegetación, el entorno marino, son cuadros llenos de vida y energía. Su obra ha sido expuesta en Costa Rica, Inglaterra, Corea del Sur, Estados Unidos y por supuesto, en varias partes de México, Oaxaca, cuna de grandes pintores. 

La artista concibe a la pintura como algo que se decanta con el tiempo, como todo en la vida, tiempo y arte son una dualidad inseparable, ideas que confluyen.  

Define un sinfín de dimensiones en la pintura, donde la conciencia se expresa en una eclosión de la misma, expresando por medio de arte pictórico. El tiempo conjugado es un verbo que da expresión al concepto, renunciar al tiempo verbal que juzgue su realidad pictórica.  

La mente con tiempo se expresa por medio de la pintura. Es preciso no juzgar lo que los ojos perciben, desverbarse, estar sin tiempo verbal que juzgue su realidad pictórica. 

“No se puede pintar si juzgas. El arte no es una dimensión de pertenencia, el arte es una dimensión humana y no es una dimensión humana. El arte es tan importante como una piedra sobre otra”. 

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