¡Maldito 14 de febrero!

Por Carlos Alonso Chimal Ortiz

Foto: Eréndira Negrete

De hecho yo no soy muy fan de este día. Sí, alguna vez regalé flores, chocolates o alguna que otra cosa referente a la fecha,

«El Día del Amor y la Amistad», que yo recuerde, a alguna novia o chica que me gustara, era comprar el globito con la leyenda «Te quiero mucho» o «Te amo», como esa vez que salimos de un ensayo de mi banda.

Yo venía con mi guitarra y un globo enorme que decía «Te amo, eres el mejor del mundo». Caminaba por la calle apenado, con mi guitarrista, mi mejor amigo Mau. Tomamos un taxi.

En esa época, hace como 17 años, no era muy normal que abordaran un taxi dos hombres con un globo con cierta descripción y una guitarra, a lo cual mi amigo, ya estando instalados en los asientos de ese taxi me pregunta: «¿Te gustó tu regalo, amor?»

El taxista nos veía por el espejo retrovisor, esperando el momento de que estos maricones se besaran. Nos dejó en la Avenida Cuauhtémoc y Obrero Mundial con mirada de asco. Nosotros nos reíamos, pero es algo muy común. En ese tiempo, ahora pensándolo bien, pues qué poca madre, porque si así hubiera sido ¡qué chingados! ¿no?

Pasaron los años y llegué a un acuerdo con mi ahora esposa de no darnos nada porque nos queremos todo el año. Y no sólo en esta fecha. Estamos en el 2020 y sabemos que en lugar de que la gente se amé, se mata y hace con las mujeres cuantas enfermedades se puedan encontrar en la deep web.

 Hay marchas y demás desmanes, por así llamarlo. Todos tenemos derecho a opinar, ¿o no?

Bueno, para no hacer polémica ni mucho menos, recuerdo esa vez del intercambio en la oficina por el 14 de febrero. Todos dijeron que sí estaban de acuerdo en que el regalo del intercambio fuera de 500 varos. A mi me tocó darle a Rodolfo.

Rodolfo era un fan de los cómics y en ese entonces empezaban las películas de Marvel. Procuré gastarme esos 500 pesos en un regalo que lo hiciera sentir bien y, en su momento, también a mi, como el dador de tal regalo.

Estuve buscando en lugares especializados en ese tema más de dos semanas, y que la envoltura del pinche regalo fuera la mejor para el contenido del mismo. Busqué de alguna forma copiar la firma de Stan Lee para que fuera la que sellara la bolsa de esa figura de colección, a la cual le metí 200 pesitos más. Quería ser el mejor regalo.

Nos juntaron a todos los Godínez para hacer el ritual del intercambio, yo con la esperanza de que sería el mejor regalo, salir satisfecho de su rostro y, por su puesto, bien recompensado con el mío.

Primero, como en toda oficina tomamos refresco y papitas, después llegó Susanita con unos chocolates que ella misma hacía. Sí, para hacerse promoción, y todos entusiasmados esperando la hora del intercambio, pero nadie decía nada, hasta que Robles lanzó la pregunta: ¿Y el intercambio?

Todos le aplaudieron. Él fue el valiente que desenfundó la pregunta que todos queríamos escuchar.

Martita, por tener 58 años de edad y 23 en la empresa, tomó las riendas y dijo:

«Robles, tu dijistes, pues tu empiezas».

A lo que yo pensé: “Se dice dijiste”.

Robles: A mí me tocaaaaaaa… Y volteaba a ver a todos con cara de suspenso… ¡¡Anita!!

Y todos gritábamos: ¡¡¡Wowwwwww, aplausos por favor!!!

Se daban su regalo y se abrazaban. Ellos ya habían tenido sus quereres y todos esperaban un besito o algo más intenso. Pero no, se dieron sus regalos, se abrazaron y a la chingada.

Anita: “A mi me tocaaaaaaa…”.

“¡¡El Licenciado Ruvalcaba!!

Pasa ese wey todo sudado y le da una caja grande. El Licenciado Ruvalcaba era de esos gordos que no dejan de sudar. La abre y es una chamarra de piel muy dobladita y con una cartita que hasta ahora no sabemos que decía.

Es el turno del Licenciado Ruvalcaba.

“A mi me tocóóóóóó…”.

¡Felipito!

Todos aplauden y pasa Felipito, ese señor se 82 años que apenas y puede caminar y ver.

Después de unos minutos llega Felipito y le da un abrazo al Licenciado Ruvalcaba.

“¡Que lo abra! ¡Que se lo ponga!

Pues sí. Pasaron varios minutos y todos desesperados por la lentitud de la edad de Felipito, hasta que abrió su regalo y era una gorra y unos lentes oscuros.

Felipito medio los vio y agradeció.

Felipito pasó y dijo que ojalá ya se lo llevara diosito porque en toda su vida había sufrido. Siempre decía lo mismo el pobre y hasta la fecha sigue vivo. Pero después de todo su discurso dijo: “A mi me tocó Martita”.

Todos aplaudimos e hicimos chistes por ser los más viejos de la oficina. No faltó quien dijera “es un condón” o varias cosas de ese tipo. Pasó Martita, que era por cierto la organizadora, y recibió una bolsa de papel con un perfume bastante caro, a lo cual todos hicimos un “¡Uuuuuuuuuuuu!”

Ya se imaginarán…

Para no hacerles el cuento largo de lo que duró eso, dijo Martita: “Ahora voy yo…”.

“Me tocóóóóóóó…”.

“¡¡Carlitos!!

Y todos: “¡Uuuuuuuuuu!”

Neta no sé porque esas pinches expresiones. Ni que me fuera a casar con ella o llevármela a la cama, o sea. Pero bueno.

Paso al frente y pensaba: “gaste más de lo que se había pedido, soy popular, todos me quieren, mínimo un pomo o no sé, ¡ay! ¡qué pinches nervios…!”

Paso. Martita me da un beso y un abrazo y me da una bolsa que decía: «Happy New Year”, con un Mickey Mouse con cara de imbécil… Y pensé:

«¡Ya valió madre!»

El sudor recorría mi frente. Es que la verdad, después de ver la bolsa que ya era usada, yo solo pensaba en mis 700 pesos gastados,…

Abro la pinche bolsa frente a todos y sacó un abrecartas…

“¡Pinche Martita, no estamos en 1940!”

Y todavía me dice: “Búscale más adentro».

Bueno, al menos un billetito de 500 pesos y ya salgo tablas…

Pues encuentro otra bolsa con un trapo para la cocina. ¡Puta madre! ¡Ya con eso la armé!

La verdad ya ni recuerdo la cara que hizo Rodolfo al ver mi regalo. Estaba todo enojado, me sentía ultrajado.

Hace unos días me enteré de que Martita falleció. Me hubiera gustado ir al velorio y dejarle un saca corchos o un calzador en su caja, pero nadie me aviso.

Ahora nos pidieron en la Guardería de mi hijo un Huevo Kinder decorado para el intercambio.

Mi esposa le echo todas las ganas y yo sólo le pinté una sonrisa a ese huevo. Quedó bien bonito y el que le tocó a él está bastante bonito.

Ojalá con él se rompa esa tradición de los malos intercambios y que Martita, allá en donde esté, siga organizando esos bonitos intercambios.

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