La radio de hoy, sin imaginación y con la creatividad avasallada

Los radioescuchas merecen una nueva y fructífera etapa de la maravilla del arte sonoro o radio, mediante la generación de programas creativos y audaces.

 El México actual, demanda una radio creativa, innovadora, humana, veraz, divertida, oportuna, como el camino más deseable de lo posible.

 

 Por Melchor Arellano

Sin duda, la creatividad tiene que ver con la inventiva e imitación. La creatividad es el genio activo que permita producir cosas originales, novedades, entusiasmo y aciertos. Sin ella, seguramente nos quedaríamos atrapados en el limbo de la oscuridad o los avatares de la intrascendencia como derivación inmediata de la inexistencia.

La creatividad sin inventiva, es el vacío hecho voz del silencio. La inventiva, constituye la integración de las manifestaciones de la creatividad. Pero también implica imitación, pero la que respeta la creación previa. Aquella hecha arte que acomoda o acopla la creatividad de otros de manera que produzca algo nuevo, atractivo y original.

Es imitación ética, que respeta la inventiva de los demás. No de quien se apropia de las ideas de otros y las exhibe como propias, sino el que toma lo mejor de lo que existe para elevarlo a un nivel superior y darle el justo reconocimiento, al creador original. Aquel que da a los demás, el realce de sus obras, al imitarlas para mejorarlas, dando otro sentido creativo, otras esferas de emoción y construcción del sentido estético de las cosas.

Luego vendría el simple imitador (a propósito de la tesis del presidente Peña Nieto), que pretende generar creatividad e inventiva a partir de los demás, sin originalidad. Aquel que se convierte en laborioso adaptador o plagiario de realizaciones de otros, en un sistema operativo, que acomoda lo ajeno para lucir lo propio. Ese es, lamentablemente el distintivo actual de la radio.

Un sucedáneo mediocre de mala imitación, alejado de la creatividad e inventiva, convertido (con muy honrosas excepciones) en una apología funesta de la banalidad y estulticia.

La real y efectiva vivencial en la radio, tiene como página de fondo un eximio castillo de creatividad, de inventiva, imitación de lo alcanzable y bello, pero no de lo ramplón, insensible y barato. No es casual ni gratuito que el genio creativo, se manifieste sin inventiva en la radio del nuevo milenio. Por el contrario, la inventiva se revaloriza con la imitación lisa y llana del trabajo de los demás, desvirtuándolo a niveles ínfimos.

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Actualmente, la labor creativa se deposita en la tecnología de los instrumentos y equipos que soportan o sustentan la anulación del talento de los individuos, así como la creatividad de algunas mentes prodigiosas. Decía Pablo Picasso que el buen gusto es enemigo del arte; es decir, de la creatividad, al asumir como precondición que solo es arte creativo y valioso, lo que gusta o agrada al vetusto y arrogante coleccionista.

Justamente, la radio aloja el trabajo sencillo, pero creativo, lleno de inventiva e imitación ética. Después de todo, el buen talento de hacer que las máquinas imiten otras máquinas, es una clara manifestación de creatividad. O sea, cuando la calidad de la “imitación” de las cartas que se dan al continuista dan el talento para que dichas cartas salgan equilibradas, a tal grado que, gracias a dicho talento, casi no se noten los anuncios o comerciales, por ejemplo.

Esa recurrencia del inventar para existir, crear para realizar y ser más íntegro, allana con mejores posibilidades de éxito, el camino a la trascendencia. La clave es asumir que todo es un proceso, una dinámica recurrente de nuestra vida, en dónde la conciencia de imitar, llevará implícito el dejar de imitar en el momento oportuno y adecuado.

La mediocridad se mide en función de la atemporalidad del timorato, el que no intenta dejar atrás los intentos y momentos de inventiva y creatividad. El objetivo en la radio, debe ser sensibilizar a la sociedad y entorno comunitario, sobre sus dificultades, denunciar la rapaz y abyecta complicidad de la mentira e injusticia diarias. Asimismo, recordar que el disfrute musical, noticioso y artístico, nos devuelve el orgullo de seguir vivos y no entes formados en medio de la confusión que galopan en medio de la oscuridad. El oficio radiofónico es divertir y sensibilizar, al igual que orientar oportunamente a la sociedad sobre el acontecer diario.

El problema no es “culturizar”, sino provocar la cultura. No aplastar informativamente a la población, sino despertar en la gente el gusto por informarse, por descubrir, por conocer. Recrear la maravillosa historia de radio dramas producto del talento de Salvador Novo y música de fondo de Silvestre Revueltas, sería grandioso ¿No?

O evocar el ayer en voz de la XEW (“La voz de América Latina desde México”), mediante la recordación de las veladas de Agustín Lara, para sentir que el alma de México (además de Michoacán) sigue aquí con nosotros para insistirnos que la policromía radiofónica, bien vale la pena, una vida.

El México actual, demanda una radio creativa, innovadora, humana, veraz, divertida, oportuna, como el camino más deseable de lo posible. Implicaría asumir que crear es vivir y darle al entorno aciago de la actual cotidianidad, el entusiasmo de existir y coexistir. Sin pensamiento crítico, creativo, audaz y complejo, la radio y su entorno, no es otra cosa que (en voz de Carlos Baudelaire) una estéril y banal utopía.

Por ello, la revisión y creación de nuevos contenidos, es una de las claves centrales para redimir el valor de la radio. Cuestionar la nueva función de la radio, nuevos objetivos, normatividad aplicable, retos, función de la academia, herramienta del servicio público, programación universitaria, impacto de la Ley Televisa, las radios provinciales (“las otras radios”), congruencia con los proyectos educativos, sindicalismo y otros.

Siempre será preferible deleitarse con un medio tan directo, eficaz y accesible a todos los públicos. Ojalá no se quede todo en buenas intenciones o muro de lamentaciones, en pronunciamientos oficiales y cómplices cuyo único mérito es la retórica orientada a la obtención de curules y puestos administrativos, dando continuidad a la mentira y la farsa.

La heurística que rodea a la radio creativa, rebasa cualquier narrativa oficialista sobre el valor del oficio radiofónico. Este, demanda como nunca, una real y efectiva redención, alejada de frases y discursos huecos y maniqueo de los poderosos dueños de los medios que coartan su resurgimiento.

Los radioescuchas merecen una nueva y fructífera etapa de la maravilla del arte sonoro o radio, mediante la generación de programas creativos y audaces. La cultura y educación no tienen por qué ser aburridas. Debemos enseñar a los niños y jóvenes a escuchar buena radio, cuidad por una efectiva conciencia educativa.

La crisis actual se arrastra particularmente desde los años 70, cuando apareció la FM y las radiodifusoras y productoras universitarias, se convirtieron en el sector más vulnerable. La aspiración por una radio de calidad, además de legítima, es un reclamo no solo de la historia del arte sonoro, sino de los radioescuchas que merecen un nuevo y polifacético diálogo con este bello y culto medio.

La añoranza por, los radio dramas, debe convertirse en una nueva y productiva realidad para quienes la indocilidad, no solo es un modo de vida, sino el motor de la creatividad, inventiva imitación ética, para cambiar hacia lo mejor del mundo. La radio y mexicanos, lo reclaman y merecen con creces.

 

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