La lucha como herencia

“Si no puedo bailar,

no me interesa tu revolución”

Emma Goldman

Texto y Foto: Fabiola Garduño Rivera

En 1955 las mujeres mexicanas participamos por primera vez en una jornada electoral. ¿Qué significó para las mujeres en nuestro país participar en este acto democrático? ¿Poder elegir?

Elegir es la esencia de la plenitud existencial, es un atisbo de libertad.

Para nosotras, esta posibilidad ha estado condicionada a ideologías sexistas basadas en argumentos tan débiles como la negación de nuestra fuerza física y nuestra muy alta capacidad intelectual, que de sobra, desde el principio de los tiempos, ha sido desmentido en hechos por todas aquellas mujeres campesinas, científicas, escritoras, deportistas, artistas del barro y los hilos, profesoras, en fin, por grandiosas estrategas de cualquier área que se nos venga a la mente.

La lucha mundial de las mujeres gira en torno al reconocimiento de nuestra participación social de forma libre y sin amenazas, que va desde lo político y lo económico, al libre y responsable ejercicio de nuestra sexualidad como derechos inalienables; la elección de una vida en libertad de movimiento, al derecho innato de elegir.

 

Celebrar el Día Internacional de la Mujer

 

La memoria salva. El antecedente de la lucha de aquellas trabajadoras que protestaron en demanda de mejores condiciones laborales (Nueva York, EU, 1857) fue inspiración para muchas otras mujeres.

Si bien aquella manifestación y otras tantas semillas sembradas encabezan el principio de un movimiento para demandar justicia laboral y reconocimiento de los derechos de la mujeres en la sociedad productiva, este impacto sigue retumbando poco más de 150 años después con la suma de la fuerza de cambio en el mundo que hemos generado las mujeres: votamos, nos elegimos y somos líderes políticas; generamos economía propia y gritamos para que todas tengamos libertad sexual; para elegir una pareja, o no; tener hijos, o no.

Esta sociedad posmoderna deberá entender que los estímulos amorosos han estado equivocados; ni los condicionamientos, ni el chantaje, el castigo, ni los golpes, ni el acoso o abuso sexual deben privar del libre tránsito a ninguna mujer, a ninguna niña.

Somos parte de un camino hacia el reconocimiento y la aceptación de las mujeres como seres que respiramos, nos movemos, miramos y hablamos por sí mismas, debemos elegir por nosotras mismas, ya no habrá silencios.

 Entonces, ¿por qué sí celebrar el Día Internacional de la Mujer? Porque es tambor de vibra constante, porque nos unimos en una voz que suma cada vez más voces; porque comenzamos a creer que nuestra integridad la construimos en primera persona y que la dignidad es innata a nuestra existencia.

Porque el Día internacional de la mujer es la bandera de la lucha de muchas mujeres a la que nos unimos las nuevas generaciones; porque deseo que todas bailemos con la mirada sostenida en la convicción de que esta es una lucha legítima y necesaria.

Texto publicado en Impacto.org.mx

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