#8M y #9M ¿Pasaremos a la historia?

 

Por Cloé T. Mandujano Carré

Todos los movimientos y luchas sociales se han visto encabezados por una o un líder, una o un vocero.

Lo vemos hoy en día con Malala Yousafzai, que defiende el derecho de las mujeres a la educación en el mundo; a Greta Thunberg en su lucha por el cambio climático; a Emma González, activista por el control de armas en Estados-Unidos, entre otros.

Los líderes nacen en momentos difíciles, confusos, pero sobre todo nacen del hartazgo generalizado de la población hacia un tema social multifacético.

Últimamente, el movimiento feminista en México está viviendo una ebullición de ideas y de solidaridad. Hay  que señalar que la organización sí estáocurriendo pero, ¿será suficiente para llevar a cabo el objetivo principal del feminismo: la eliminación de la violencia de género bajo todas sus formas y matices?

Se puede argumentar que el feminismo es un movimiento demasiado amplio y diverso para encontrar o designar a una persona que lo represente, que no se trata de una voz sino de muchas voces que se expresan a través de los diversos colectivos y sus respectivos objetivos: los derechos de las mujeres sobre su cuerpo y su decisión de abortar, el acceso a la información, la educación y la expresión en el espacio público, la lucha en contra de la violencia y, en particular del acoso, la violación y, en peores escenarios, los feminicidios.

Sin embargo, ¿quién o quiénes encabezan estos Colectivos para representar y defender nuestras voces ante un gobierno que sufre de sordera o ante la sociedad que, muchas veces, se muestra indiferente a la problemática de género?

¿Cómo se organizan y se ponen de acuerdo las que encabezan estos Colectivos? ¿Quién será la responsable de ver que las demandas contenidas en los pliegos petitorios si se resuelvan? ¿Cada quién se interesara por su tema, nada más?

Todas las personas que han perdido a su madre, hija, hermana, amiga, o que han sufrido algún tipo de violencia, esperan respuestas concretas. ¿Quién aboga por todas nosotras frente a la adversidad desde la sociedad civil? Los Colectivos tienen una responsabilidad que va más allá de la simple organización y movilización de las voces de las mujeres de México.

Los Colectivos tienen que hacer prueba de una organización transparente, eficiente y armoniosa para poder representarnos más allá de la reivindicación. La sinergia entre los Colectivos se encuentra en un momento clave, dado que las energías y esfuerzos invertidos deben jalar parejo hacia el objetivo principal para que este se cumpla en un tiempo determinado.

 

La lucha tiene que seguir con el fin de poder consolidar una vital victoria y no eternizarse sin resultados tangibles en nuestras vidas y en nuestras mentalidades.

 

Más allá de la organización, nos tenemos que preguntar como mujeres y como Colectivos, ¿qué tipo de feminismo queremos?

 

Los tiempos que vivimos no son propicios ni amables con la indecisión o la falta de claridad.

 

A pesar de un cambio lento, este se hace notar con la presencia de mujeres en posiciones de poder estratégico o ejecutivo en otros países del mundo y, particularmente, en el Sur Global, como lo fueron Benazir Bhutto, Sirimavo Bandaranaike o Ellen Johnson Sirleaf, miembros del Consejo de Mujeres Líderes Mundiales, en donde aún no ha figurado ninguna mexicana.

 

América Latina  y México viven momentos determinantes para hacer que el Movimiento vaya más allá de la organización civil y los Colectivos. Se necesita de una mujer o mujeres que puedan encabezar el movimiento, sin excluir y sin olvidar las diferencias que permanecen dentro del feminismo, sino más bien para asegurarse que los puntos más urgentes de cada Colectivo sí se concreten y de que la representación sea honesta, apartidista, pero con ideología, congruente y sensible, pero determinada.

Este 8 y 9 de marzo podrían ser recordados como el momento histórico del despertar feminista, de la conciencia que no se difumina con el tiempo, que persiste volviéndose perenne y concreta. Las latinoamericanas y mexicanas necesitamos ahora, más que nunca, que nuestra voz permanezca firme en el debate y el diálogo todos los días, no únicamente el 8 de marzo.

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