La hoguera de las vanidades: todo lo que sube, baja

Por Anahí García Jáquez/Radio Gatell

Nueva York. Década de los ochenta. El corredor de bolsa Sherman McCoy va rumbo al aeropuerto a recoger a Maria, su amante. De regreso se pierden por la ciudad cuando se dirigen a su nidito de amor. En el camino tiene un accidente que involucra el atropellamiento de un joven afroamericano. A partir de ese entonces, su vida dará un giro de 180 grados.

La hoguera de las vanidades es un trabajo del connotado escritor Tom Wolfe y además es su primera novela, aunque él ya había experimentado con técnicas literarias trabajando como periodista, por lo que se le conoce como el padre de la corriente llamada nuevo periodismo. 

No es de extrañar que este texto tenga tintes de crónica, ya que es un retrato fiel de la década de los ochenta del siglo pasado en Estados Unidos, una época llena de excesos debido a todo el dinero que circulaba, que hacía que los estilos de vida de las personas que habitaban La Gran Manzana, y cuyas profesiones eran exitosas, como en el caso de quienes trabajaban en el sector financiero, fueran a todo lujo. 

Tal es el caso del protagonista de esta historia, quien lo tiene todo (familia, amante, posición económica, una casa en la mejor ubicación) y aun así no está satisfecho porque se siente el amo del universo y, por lo tanto, cree que se merece eso y más. 

El suceso que trastoca toda su existencia no pasa desapercibido para el periodista Peter Fallow, quien anda en busca de una historia lo suficientemente grande y llamativa para levantar su carrera, por lo que hace un llamado de justicia para que el responsable pague por lo sucedido al joven. 

A él se suman personajes tales como el reverendo Reginald Bacon, el fiscal Abe Weiss, el abogado Tommy Killian y el juez Leonard White, que enarbolan la misma causa, aunque todos ellos lo hacen por las razones incorrectas.

El autor nos muestra a una ciudad con sus extremos, ya sea Manhattan con sus lujos o el Bronx con su pobreza, así como la gente que habita dichas zonas y que son diametralmente opuestos, al menos en apariencia. 

Se nos describe la opulencia, pero también la miseria, que en este caso no es sólo económica, sino moral, puesto que cada personaje actúa movido por sus intereses muy particulares y siempre teniendo en mente el escalar de posición o, al menos, mantenerse en la actual, por lo que recurren al engaño, la mentira, la corrupción y la auto justificación. 

La desigualdad social y el racismo también están presentes en este microcosmos que es Nueva York, redondeando con esto la crítica tan profunda que el autor realiza en su texto y que en todo momento es en un tono satírico y exagerando las características y los comportamientos de sus personajes, convirtiéndolos en estereotipos y poniéndolos en situaciones absurdas que casi rayan en lo irreal, dándole un matiz casi cómico.

La hoguera de las vanidades es un libro extenso (600 páginas) y lleno de descripciones amplias, ya que hay que recordar que el autor es un narrador, pero al estar contado con ironía y humor el relato se siente ligero y atrapa al lector. 

A pesar de haberse escrito hace más de 30 años, es un texto que se ha mantenido vigente ya que, mientras haya seres ambiciosos que son capaces de todo por lograr sus objetivos, historias como ésta se seguirán dando.

Y escritos como éste continuarán siendo un cuento con moraleja, que ilustra las caídas tan fuertes que se tienen una vez que se ha llegado a lo más alto, así como la pérdida irreparable del poder que, al igual que el tiempo, se va para jamás volver.

La hoguera de las vanidades. Tom Wolfe. 1987. Editorial Anagrama.

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