Por Armando Martínez Leal
La verdad de la cual debemos vivir hoy,
la regla de nuestras acciones,
el secreto de nuestra resistencia,
puede formularse de manera simple:
Todo aquello que humilla al trabajo,
humilla a la inteligencia, y viceversa.
La lucha revolucionaria, el esfuerzo secular de liberación,
se define sobretodo, como un rechazo incesante a las humillaciones
A. Camus
El momento finisecular que vivimos está marcado por el fracaso del socialismo y la idea de libertad, el presente hereda una desolación ideológica pancista, el individualismo del capitalismo financiero impide a los unos la posibilidad de reconocerse en los otros, la solidaridad es una experiencia extraña, como la idea misma de libertad, que ha sido reducida a su condición nimia: la del consumo, entendida así la libertad devela su contra cara, la opresión.
La contemporaneidad es extremadamente autocrática, llegando al extremo del absurdo, se vive un presente demencial donde los trabajadores han perdido todos sus derechos, son subcontratados por un tercero que juega las veces de patrón, pero sólo en lo correspondiente al cumplimiento de las tareas y horarios laborales, se trata de la llamada terciarización del proceso laboral: Outsorcing.
Para Albert Camus, la libertad es la tarea de los oprimidos. Es cierto, el siglo XX cerraba con la idea de la desaparición de la opresión debido, en principio, a un justificación estrictamente ideológica: el fracaso de las ideas igualitarias que inspiraron a la humanidad durante más de una centuria y media. El obrero fue el eje rector del proceso de transformación de la sociedad, su lucha permitiría que los ideales de la Ilustración: igualdad, fraternidad y justicia modificaran el orden político y económico imperante. La historia no llegó a su fin, porque el problema de la libertad sigue siendo esencial. Se trata pues de un imperativo ético.
La historia no llegó a su fin la noche del jueves 9 y viernes 10 de noviembre de 1989, con la simbólica caída del Muro de Berlín. La historia no llegó a su fin porque los niveles de desigualdad económica y social en la que actualmente viven millones de habitantes en el mundo, donde el 1 por ciento de la población posee la riqueza del 99 por ciento restante, sí como indica la consigna “Somos el 99%, frente al 1% restante”, la historia no llegó a su fin… porque la opresión laboral, la opresión económica, la opresión social… nos hace vivir en una nueva forma de esclavitud.
Somos rehenes de las redes sociales, de la orgía del internet que ha reducido el conocimiento a información, datos aislados… 140 caracteres, imágenes sórdidas inundadas de filtros. Somos rehenes de la democracia liberal que solo beneficia a ese 1 por ciento de la población. Somos rehenes del absolutismo financiero, que nos quiere imbéciles, ignorantes… taimados. Somos rehenes de una lucha encarnizada donde nuestro porvenir está en juego, porque su devenir es la muerte. Somos rehenes y sólo en la conciencia de que lo somos podremos encontrar el sendero de la libertad.
La libertad es la tarea de los oprimidos señalaba agudamente Camus, porque fueron ellos, porque somos nosotros los responsables de ejercerla, de luchar sistemáticamente por ella, hay que reconocernos en la tradición de los oprimidos para avizorar la otra orilla del río. Hay que reconocernos en la tradición de los caídos, los vencidos, porque sólo en la lucha podremos hacerle justicia a su muerte, ha su derrota. La libertad está estrechamente vinculada a la justicia, un orden distinto es posible en la ensoñación, un orden distinto es posible en la tarea que el presente nos ha puesto a luchar por la libertad y la justicia.
El pasado jueves 23 de marzo la organización Artículo 19 presentó su informe anual sobre el estado de la prensa mexicana, sobre la condición que guarda la libertad en México. El informe anual de Artículo 19 fue faústicamente intitulado Estado de censura: Informe 2014 sobre violencia contra la prensa, el tropo con el que la organización refleja la condición de la libertad en México es el Estado… y el estado, la condición de censura en México, o bien como cara de Juno, la censura de Estado. Una censura que es el bestiario con varios rostros, donde se ejercen diversos mecanismos para maniatar la libertad del periodista, comunicólogo, bloguero, columnista, defensor de derechos humanos, comunero, dirigente social, líder estudiantil; con el único objetivo de que todos ellos tengan miedo, un terror que debe ser igualmente compartido por el resto de la sociedad.
Estado de censura devala la verdadera condición de la prensa en México, de los luchadores sociales, defensores de derechos humanos y de la sociedad en su conjunto, estamos condenados, el terror cabalga por los cuartos de noticias de los medios de comunicación y se sienta a la mesa de la Familia mexicana, el terror nos coarta la existencia, el terror nos vuelve esclavos. Somos una sociedad aterrada. Porque los medios de comunicación tienen miedo de informar, porque la amenaza está latente, porque cada cadáver de un periodista impunemente llevado a la tumba es la letra escarlata que determina lo que diré.
Infausto sendero de México, su libertad esta limitada, delimitada por el miedo, el miedo que inhibe y desalienta, el miedo que me lleva a autocensurarme, el miedo que censura, el miedo que me anula. El informe Estado de censura señala: México vive un estado de miedo y hacer periodismo bajo miedo afecta severamente no sólo el derecho individual de toda persona a ejercer ese derecho, sino el derecho colectivo a la información.
Pero ese miedo trasciende y determina la libertad y la justicia. Los mexicanos hemos normalizado el miedo… a ser asaltados, violentados, secuestrados, amenazados, desaparecidos… asesinados. Los periodistas los saben, en la última década han desaparecido 23, y en el sexenio de Peña Nieto han sido asesinados 30; cada una de esas vidas perdidas impunemente marca el límite de la libertad, cierra los caminos de lo posible… y cancela lo inimaginable.
Walter Benjamin pensaba que la esperanza es la posibilidad de imaginar mundos distintos, se trata de ese ejercicio de ensoñación, que cotidianamente el ser ejerce. La madre entre sueña que mañana tendrá para alimentar a sus hijos, habrá zapatos… los podrá mandar a la escuela… la madre entre sueña que sus hijas tendrán un porvenir diferente. Los jóvenes del mayo francés de 1968 lo entendieron a cabalidad: La imaginación al poder, Marcuse, abrevó de Marx y Freud… hermanándose con André Bretón y los Surrealistas: la imaginación es la única que le permite al SER, conocer lo que puede llegar a ser.
Ese poder llegar a ser es el camino bifurcado que nos lleva a la historia, a la acción a la rebelión, por los muertos… por los miles de asesinados en la guerra contra el crimen organizado, por las decenas de periodistas ultimados. Imaginar, alzar la voz, denunciar, disentir, criticar, conlleva un alto riesgo señala Artículo 19, cancelar la posibilidad de imaginar no conlleva a un mundo sin sentido, sino al autoritarismo.
La realidad mexicana permanece en un estado de simulación, es cierto en los últimos años se ha construído un engranaje institucional que recrean un México distinto; por ejemplo de las recientes reformas constitucionales se crea la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) de la PGR, sin embargo de acuerdo al informe Estado de censura el nivel de impunidad crímenes contra la prensa es de 99.75 por ciento… censurar, amenazar, violentar, agredir por redes sociales, espiar, desaparecer o asesinar periodistas no tiene ningún costo; los asesinos siguen libres… los peñabots continúan su maquinaria.
Artículo 19 señala… el 53 por ciento de las agresiones contra periodistas provienen del ESTADO. No es necesariamente el crimen organizado quien los amenaza, desaparece o asesina; es cierto la narcopolítica es responsable de un porcentaje de ellos, pero es innegable que la maquinaria del Estado, nuestros impuestos sirven para asesinar periodistas… de la misma manera que sirven para pagarle el sueldo a los miembros de las fuerzas armadas que ejecutan civiles.
México confronta una crisis que niega, México debe hacerse responsable de su porvenir. México no puede permitirse cimentar su futuros en las cientos de fosas clandestinas que nos pueblan. México debe hacer responsable a los políticos que intimidan, espían, desaparecen o asesinan periodistas, porque esos políticos están cancelando la posibilidad de un México distinto.
Felipe Calderón Hinojosa es responsable de los más de 200 mil muertos de la guerra contra el crimen organizado que él declaro, sin fundamento alguno. Enrique Peña Nieto es responsable de los casi 80 mil que van en su sexenio. La guerra del Estado contra el crimen organizado ha generado una descomposición en las instituciones mexicanas, llevándolas a cancelar programas de radio como el de la periodista Carmen Aristegui o bien desaparecer y asesinar periodistas. La violencia contra los periodistas se ha incrementado exponencialmente de acuerdo a Estado de censura: con Felipe Calderón Hinojosa se agredía a un comunicador cada 48.1 horas y con Peña Nieto es cada 26.7 horas.
Para Camus, La muerte es la negación de la libertad humana, del año 2000 a la fecha la CNDH contabiliza 123 periodistas asesinados, en lo que va del sexenio de Peña Nieto han sido ultimados 30. La muerte se vuelve el gran censor de la sociedad mexicana, ese carretero de la muerte que cabalga impunemente… ese carretero de la muerte niega nuestra posibilidad de imaginar un mundo distinto.