La fantasía Milky Way… el embate de la “élite”

Por: Armando Martínez Leal

@armandoleal71

El mesías no viene sólo como redentor;

 viene como vencedor del Anticristo.

La tradición de los oprimidos

 nos enseña que

 el “estado de excepción”

 en que vivimos es la regla.

Walter Benjamin

Antes de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) encontrar unos chocolates Milky Way implicaba una travesía, esos dulces con altos grados de azúcar y casi nada de cacao, sirven de mónada para entender las transformaciones económicas, políticas y los deseos aspiracionales de la élite mexicana (los millonarios, las clases medias y medias bajas). La libertad de mercado, la posibilidad de acceder a cientos de marcas sin tener que ir a Tepito; la libre circulación de mercancías fue la máxima espiración de sectores “ascensionales” de la sociedad mexicana. ¿Cómo si el problema fuera el consumo? La edulcorada barra de chocolate: Milky Way se convirtió en la manifestación de la modernización mexicana.

Una modernidad ansiada que pretendía dejar a tras nuestro origen “salvaje”, léase en el subtexto de la anterior oración, superar nuestro origen moreno: indígena. La pobreza sería enmascarada blanqueándola, la pedagogía telenovelera de Televisa y TVAzteca se convertiría por decreto en praxis; la mujer indígena que migra a la ciudad de México encuentra su príncipe azul −el hijo de la “patrona”−, producto de ello los fenotipos pobres se abandonan. La sangre se purifica en la cruza de un rubio y una indígena; el viejo dilema del mestizaje, el gran fantasma de la mexicanidad llevado a su expresión más burda.

La doctora, Denise Dresser en alguna ocasión habló de su experiencia ante el TLC y de lo maravilloso que hoy era conseguir Milky Way en cualquier lugar, de lo maravilloso que era tener una variedad de mercancías que consumir, cientos de marcas a la mano de la doctora sin tener que viajar y traer la maleta llena de fayuca; para la “intelectual”, el tratado trajo más beneficios que pérdidas… los casi 60 millones de mexicanos en la pobreza no cuentan. La doctora Dresser representa, como mónada, la concepción del 12 por ciento de la población del país que puede ser considerada: “Clase media”, esos que ganan más de 16 mil pesos al mes, esos, los otros que cobran entre 60 mil y medio millón por dar una platiquita. Esos que en las últimas décadas eran incluidos en el Presupuesto de Egresos de la Federación, bajo el capítulo 3000. Los benditos intelectuales capítulo 3000.

La semana pasada, los benditos “intelectuales capítulo 3000” salieron a la palestra en un nuevo capítulo de la lucha por sus privilegios. Los osados blancos han decidido declararle la guerra a la democracia morena mexicana, para ellos la expresión de más de 30 millones de votos no cuenta, esos más de 30 millones de votos son una “deriva autoritaria”, son la expresión de aquellos indígenas pobres que se resistieron a ser blanqueados. Ese pueblo arrabalero de Oaxaca, ese pueblo arrabalero de Putla; que es despreciado por el centro blanco. La periferia llevada a su paroxismo clasista. Ellos los educados, nosotros los salvajes, ellos los modernos, nosotros los mal hablados, mal portados. Ellos los blancos, nosotros los morenos. El 1 por ciento de la población que ha decidido declararle la guerra al 99 por ciento restante. Los multimillonarios contra más 60 millones de mexicanos en la pobreza, a ella se le suma la iracundia de la clase media, esos que son menos de 12 por ciento de la población.

Uno de cada 10 mexicanos pertenece a la clase media; el resto somos pobres. 1 de cada 10 mexicanos gana al mes más de 16 mil pesos. ¡ELLOS SON LA CLASE MEDIA! mientras el resto en promedio gana al mes 6 mil pesos mensuales. De ese 12 por ciento de la población, varios mexicanos, entre ellos los autoproclamados “intelectuales” han decidido declararle la guerra a la democracia mexicana; al 84 por ciento de los mexicanos que no tiene seguridad laboral o un sueldo fijo.

Ellos, los “intelectuales capítulo 3000” que se han beneficiado históricamente de contratos de asignación directa, donde mensualmente ganan más de 100 mil pesos; recuérdese el caso del intelectual homosexual y opositor del gobierno de izquierda, Braulio Peralta que durante la administración de su amiga Consuelo Sáizar obtuvo un contrato anual por un millón 268 mil 76 pesos (enero-diciembre 2012); también fueron beneficaidos los “intelectuales capítulo 3000”: Enrique Krauze, Grabriel Zaid… entre otros. 

Ahí están también los cheques millonarios que Héctor Aguilar Camín ha recibido desde la administración de Carlos Salinas de Gortari hasta la de Peña Nieto. El Estado mexicano ha pagado cifras multimillonarias a una centena de “pensadores”, les subsidia investigaciones, les paga considerables sueldos en instituciones de educación pública, les asigna contratos por asesorías o “libros”, les subsidia sus proyectos editoriales, vía el pago de propaganda oficial o a través de alguna otra argucia. Letras Libres y Nexos han vivido desde el sexenio de Salinas de Gortari hasta el de Peña Nieto al amparo del presupuesto público. Los millones de mexicanos le pagamos a la élite sus revistitas, que solo ellos leen.

Hoy, los millones de pesos que recibían las clases medias “ilustradas” mexicanas, los “intelectuales capítulo 3000” se han cancelado. Esa fue la voluntad del voto que se expresó el 1 de julio de 2018, donde la izquierda mexicana obtuvo el triunfo electoral; que llevó a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República. En dicho proceso participaron más de 56 millones de mexicanos, expresando su voluntad, votando por los distintos candidatos a un puesto de elección popular; el padrón electoral estaba compuesto por un poco más de 89 millones de electores; la participación electoral fue de 63.42 %; la cual en la historia de la “democracia” mexicana es a todas luces excepcional. La izquierda mexicana ganó con el 53.19 por ciento, lo que la coloca como la primera fuerza política del país.

Más de 30 millones de mexicanos llevaron a la presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador. Más de 30 millones de voluntades le dieron 64 escaños en el senado y 308 diputados. Más de 30 millones de votantes le permitieron a la izquierda mexicana a construir las alianzas para tener las mayorías en el poder legislativo. En Andrés Manuel López Obrador y el partido MORENA se concentra la soberanía de esos más de 30 millones de mexicanos, mujeres, varones, jóvenes, adultos mayores.

La democracia que los “intelectuales capítulo 3000” quieren es una que mantenga sus privilegios, que los convierta en los interlocutores, son ellos los que representan al verdadero México, ellos que pertenecen a ese porcentaje minoritario de la población, quieren hablar en nombre del arrabal, ese que les da profundo asco; sin embargo, nombran en sus declaraciones. Éticamente los “intelectuales capítulo 3000” están descalificados para hablar en nombre de México, fundamentalmente porque fueron cómplices de los fraudes electorales, fueron cómplices de las fechorías de los gobernantes en turno; alabaron al poder en nombre de sus carteras. Alabaron el poder en nombre del poder, de ser miembros de una antigua y milenaria casta, la de los blancos que han subyugado a los morenos, la de los blancos que declaran salvaje al pobre.

Éticamente los “intelectuales capítulo 3000” están descalificados para hablar en nombre de México porque fueron cómplices de la corrupción de Salinas de Gortari, decidieron ver para otro lado en el fraude de 1988, tal vez sea ilegítimo, pero no ilegal decían, la legitimidad también se obtiene por acción, agregaba. El presidente visionario lo caracterizaban. Éticamente los “intelectuales capítulo 3000” están descalificados para hablar en nombre de México porque fueron cómplice de la muerte de más de 270 mil mexicanos producto de la guerra declarada por el espurio comandante Borolas. Éticamente los “intelectuales capítulo 3000” están descalificados para hablar en nombre de México porque han participado activamente en la manipulación de los procesos electorales, legitimando la compra de los votos, hasta armar operaciones Berlín.

La “embestida de los “intelectuales capítulo 3000” debe entenderse como la batalla que da una casta para mantener el status quo, uno donde el poder les hable exclusivamente a ellos, se olvide de los arrabales y les otorgue multimillonarios contratos públicos. No es la democracia lo que le duele a los “intelectuales capítulo 3000” sino la pérdida de sus privilegios. El histórico embate entre blancos y morenos… 

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